Es bien conocido que, desde hace ya casi cinco décadas, el régimen dictatorial de Cuba ha estado saqueando impunemente el patrimonio cultural de su país. Esto viene sucediendo desde el mismo comienzo de su “gestión”, a través de la actuación del eufemísticamente llamado “Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados”, que fue creado en 1959 y se apropió de los bienes artísticos de los exiliados que -en procura de libertad- se vieron forzados a tener que dejar en Cuba muchas de sus pertenencias personales para poder salir de la isla.
Las principales casas de remates del mundo, como Sotheby’s o Christie’s, han intermediado activamente en la exportación y comercialización de muchos de esos mal habidos objetos de arte, para beneficio de los jerarcas del régimen. Por esto no es de extrañar que la revista Forbes -según nos recordara recientemente Maritza Beato desde las columnas del Miami Herald– colocara el año pasado a Fidel Castro en una lista corta que incluye a los hombres más ricos del mundo.
Ocurre que, detrás del proverbial atuendo verde oliva de corte austero y semi-militar, se esconde -en la realidad- una fortuna inmensa que podría llegar, nos dicen desde Forbes, a más de dos mil millones de dólares.
La ola principal del largo proceso de saqueo tuvo lugar en la difícil década de los 90, cuando la Unión Soviética dejó repentinamente de “alimentar” a Castro.
Pero, en apariencia, continúa todavía hoy, desde que los jerarcas, como veremos, siguen haciendo “regalitos” de agradecimiento a sus amigos más dilectos.
El año pasado, la familia azucarera Fanjul demandó a los Estados Unidos por permitir el remate -en Sotheby’s- de uno de los mejores cuadros del acerbo familiar, una estupenda obra del pintor español Joaquín Sorolla, titulada “Puerto de Málaga”, que había pertenecido a la familia desde 1936. La cuestión está en manos de los tribunales.
Según la mencionada Beato, Danielle Mitterrand (porcelana de Sévres), Gabriel García Márquez y David Rockefeller (cuadros de alto valor), Carlos Salinas de Gortari (objetos de arte precolombino del mismo tipo de los que en su momento coleccionara entre nosotros el malogrado Guido Di Tella) y hasta el propio liviano impulsor del régimen, el otrora futbolista Diego Maradona (que habría recibido de Castro, en reciprocidad por su apoyo público, una importante colección de relojes de pulsera -de platino- que, según Beato, perteneció alguna vez a la familia Gómez-Mena), son algunos de quienes habrían sido “favorecidos” con bienes de los que el gobierno cubano se apropiara ilegalmente. Con el patrimonio cultural de Cuba, entonces. Una pena. © www.economiaparatodos.com.ar |