Dos meses atrás, no pocos pensaban que el triunfo electoral de John Kerry sería casi automático. Según ese análisis, el votante norteamericano sólo quería deshacerse de G. W. Bush sin importar demasiado quién fuera a la Casa Blanca en su lugar; buena parte de la prensa de Estados Unidos –que mayoritariamente vota demócrata– contribuyó a que ésta fuera la imagen predominante.
El poco efecto positivo que la convención demócrata (finales de julio en Boston) tuvo en las encuestas, fue para ellos un toque de atención. Normalmente, como consecuencia del dinero y el esfuerzo publicitario puesto en las convenciones, el candidato levanta en las encuestas una respetable cantidad de puntos; no sucedió esto con Kerry, a pesar de haber concentrado todos sus argumentos en construirse un perfil de “líder para tiempos de guerra”.
Lamentablemente para su partido no es fácil borrar el récord (o la falta de récord) de John Kerry como senador: electo y reelecto ininterrumpidamente desde 1984, resultó uno de los senadores más anodinos que recuerda el Senado de los Estados Unidos, un hombre que se especializó en evitar todo riesgo político y toda definición clara.
En suma, los demócratas eligieron como su candidato a un verdadero “enigma”, esperando, tal vez, que una especie de autodestrucción por parte de George Bush les llevara a la presidencia; esto explica el porqué no hubo un mensaje definido durante la convención y el partido se limitó a señalar una y otra vez que su candidato era un “héroe de Vietnam” (récord que ahora es motivo de una agria controversia). Esta insistencia en una guerra que el propio Kerry repudió como vocero del grupo “Veteranos contra la guerra de Vietnam” y durante su testimonio en el Senado (1971) donde acusó a las tropas norteamericanas de toda clase de atrocidades, no resultó del modo que ellos esperaban en términos de captar electorado.
Otro dato a tomar en consideración es que la polarización electoral es muy grande este año, con lo cual, cada partido parece asegurarse el voto de sus afiliados pero la elección estará en manos de los “independientes”, normalmente situados en posiciones de centro a los que el tema de la guerra de Vietnam no los motiva en absoluto, en un marco de preocupación concreta respecto de la seguridad de su país frente a los ataques terroristas.
Los republicanos por su parte tenían algo que decir, era muy simple: hay una guerra allá afuera y nosotros somos lo bastante duros como para ganarla, no por algo que hicimos o no hace 35 años sino por lo que hemos hecho en los últimos tres, y podemos dar al pueblo de los Estados Unidos mucha más seguridad de la que le traerá el partido demócrata.
¿Va a funcionar este argumento para los republicanos? Difícil dar hoy una respuesta definitiva. Tras la convención en Nueva York, Bush aparece en todas las encuestas con una importante ventaja, alrededor de diez puntos; es probable que este margen oscile y aun que se achique, sobre todo por la polarización a la que hacíamos referencia y por cómo pueden afectar a Bush las noticias de la guerra contra el terrorismo y contra la insurgencia en Irak.
Recordemos además que desde la última semana de septiembre en adelante tendrán lugar los debates presidenciales (serán dos o tal vez tres) y el debate (uno) entre los candidatos a vicepresidente; históricamente estos debates suelen volcar a los votantes independientes a favor de uno u otro candidato.
Kerry en la última semana optó por pedir ayuda de Bill Clinton –el gran vendedor– y buena parte de su ex equipo de campaña trabaja desde hace varios días en re-encarrilar a John Kerry y dar a sus presentaciones públicas un atractivo temático que por el momento no tienen.
Hasta qué punto serán exitosos, está por verse, hoy no hay nada decidido… © www.economiaparatodos.com.ar
Julio A. Cirino es académico, periodista y presidente del Centro de Estudios Hemisféricos Alexis de Tocqueville (www.centrotocqueville.com.ar) |