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jueves 15 de mayo de 2008

En Guinea Ecuatorial imitan a nuestro D’Elía

La nación africana comparte con la nuestra un estilo de gobernar basado en el patoterismo, la agresión, la intolerancia y las amenazas.

Para quienes -desde hace rato- alimentamos la serena esperanza de que, muy pronto, la fea etapa de la “patria patotera” quede definitivamente atrás para nuestra Argentina, la imagen de Luis D’Elía resulta emblemática. Porque combina la mala educación y el insulto como “estilo”, con la arrogancia; el desenfado de las actitudes violentas o intimidatorias de corte mafioso, con el odio, el rencor y los resentimientos; y la presión descarada, con las amenazas más crudas y directas. No es poco.

No obstante, Luis D’Elía ocupa un lugar prominente en la fila corta de los “elegidos” del matrimonio Kirchner. Lo que conlleva un mensaje que no hace falta explicitar, por aquello de “dime con quien andas”. Por algo la izquierda radical de nuestra región ha rebautizado eufemísticamente a los conocidos “grupos de choque” propios de los fascistas, como “movimientos sociales”, de los que Luis D’Elía simula ser un líder.

Flor de visita oficial

No hace sino algunas semanas nos visitó un extraño personaje: Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, el Presidente de Guinea Ecuatorial, país que, por ser una ex colonia española, está habitado por ciudadanos de color que, no obstante, hablan el idioma de Cervantes. Quizás por esto los “popes” de un gobierno como el nuestro, compuesto de personas incapaces de hablar cualquier otro idioma que no sea el propio, lo invitaron a conocer nuestro país. Porque podían hablar con él sin intermediarios. Cara a cara.

A diferencia de la Presidenta de la India, la Secretaria de Estado norteamericana o la Canciller de Alemania, que prefieren sobrevolarnos, Teodoro Obiang aceptó complacido la invitación y llegó solícito, de pronto, de visita.

Para su sorpresa, la estadía en la Argentina le resultó bastante más agitada de lo que seguramente imaginara, porque alguien “descubrió” (lo que no es difícil) que Obiang es una de los peores violadores de los derechos humanos y libertades civiles y políticas del Continente Negro. Es simplemente un tirano despótico y sanguinario. Solo su “discurso único” es el evangelio de su país. Las disidencias -en cambio- no existen.

Obiang gobierna el país nominalmente más rico de África, desde que tiene ricos yacimientos de hidrocarburos y una población de apenas algo más de medio millón de habitantes, lo que significa que, en el 2007, su PBI por habitante fue de nada menos que 44.000 dólares/año.

Su ingreso real per cápita es, sin embargo, muy distinto. Puesto que Obiang y los suyos (la “burguesía nacional” guineana) “se quedan” con casi todo, mientras los demás habitantes están sumidos en la miseria y el atraso. Como si -para ellos- no hubiera ingresos por los hidrocarburos.

Pese a todo esto, nosotros, los presuntos “campeones de los derechos humanos” queremos “hacer negocios” con Obiang. Increíble, pero cierto.

Vidas paralelas

El “estilo de gobierno” de Obiang, cabe destacar, tiene algunos llamativos parecidos con el nuestro. Particularmente cuando de “manejar” elecciones se trata. En esto, todo vale. Allí y aquí, por igual. Absolutamente todo.

Desde 1991, cuando ganara sus primeras elecciones nacionales, Obiang no ha sido derrotado nunca en las consultas populares. Jamás. Ni por error.

Simplemente sigue en el poder que detenta desde 1979, cuando derrocara por la fuerza a su propio tío, otro dictador también brutal, cuyas prácticas Obiang ha adaptado y perfeccionado. Incluyendo la generalizada de recurrir salvajemente a las torturas.

Lecciones bien aprendidas

Teniendo seguramente en cuenta su reciente experiencia en Argentina, Obiang acaba de convocar nuevamente a elecciones nacionales. Para ello permitió, generosamente, 13 días de campaña electoral. No hace falta más, porque el resultado, después de todo, está realmente cantado. Todos lo saben por anticipado: gana siempre él.

La oposición no existe. Está solamente “pintada”. Es una ficción, entonces. Las votaciones funcionan, como aquí, con toda suerte de “colectoras”. Todas las boletas dicen: Obiang, los “acompañantes” pueden variar, pero el candidato a Presidente es Obiang. Porque lo cierto es que nadie puede hacer política más allá de la sombra de Obiang y sin, para ello tener, que inevitablemente “comer de su mano”.

Para no equivocarse nunca Obiang ha puesto en vigor algunas nuevas “reglas” o “procedimientos” electorales. Que son (quizás) un poco “patológicos” para nosotros, pero como Ud. lo comprobará lector, no totalmente desconocidos.

Los “reventadores”, lejanos seguidores de Luis D’Elía

En primer lugar, las campañas electorales no son necesariamente libres. Son, más bien, peligrosas.

Porque si algún opositor desea hacer una reunión pública, puede hacerlo. Pero corre el riesgo real de que aparezcan -de repente- forzudos imitadores locales de Luis D’Elía, allí llamados gráficamente: “reventadores” (denominación reveladora, que podríamos importar, sin temor a equivocarnos), esto es “matones” a sueldo, los cuales, a palos, interrumpen y disuelven cualquier reunión política de disidentes u opositores. Como sucede -con frecuencia- en nuestra Plaza de Mayo.

Tecnología criolla de corte fascista, entonces. Perfeccionada -y adaptada- a las condiciones y particularidades locales, ciertamente.

El secreto no es saludable

En segundo lugar, al llegar a la mesa donde se vota, antes de poder depositar el voto en la urna respectiva, hay que “mostrar” (exhibirla) la “boleta” a las autoridades de mesa, para que ellas comprueben que el votante “no se equivoca”. Nada de secretos. Si es así, el voto se sumerge en la urna. De lo contrario, las cosas pueden complicarse, para el osado. De todas maneras, las “boletas” de la oposición “desaparecen” misteriosamente durante las jornadas electorales. Como en casa.

Y nadie puede quejarse en voz alta, porque ese día el ejército de Obiang “toma” las calles de la capital, Malabo. Y las de las otras ciudades. Para que no haya “problemas”.

Política sin riesgos

Con estas técnicas “refinadas”, no es demasiado extraño que, en el 2004, Obiang haya obtenido 98 de los cien escaños legislativos que estaban en juego. Y que sea imbatible. Eso de la “alternancia democrática”, es solo una incómoda historia antigua. Obiang no necesita recurrir a su esposa para perdurar, es más directo, más frontal, más desfachatado.

Queda claro entonces que había algunas razones por las que Obiang -presumiblemente- tenía deseos sinceros de visitar a la Argentina. Y esperanzas de aprender durante su estadía.

Luis D’Elía y sus reiterados “desbordes pasionales” (sugeridos a control remoto) era seguramente una de esas razones. Conversar sobre el más moderno “refinamiento” en materia electoral era, presumiblemente, otra.

Hay quienes dicen que los posibles negocios bilaterales en materia de hidrocarburos no estuvieron, por lo demás, fuera de las conversaciones. Es posible.

Que pena, todo esto. Así estamos. Pero hay algunos signos de reacción y hasta de hartazgo. También hay alguna gente que ya parece no temerles demasiado a los “reventadores”, las que sin embargo están allí, para lo que “se mande”. Quizás son instrumentos contemporáneos de aquello que Juan D. Perón predicara con reiteración, cuando increíblemente nos decía: “para los amigos todo, para los enemigos, ni justicia”. Obiang lo sabe bien. Y lo practica, como el mejor. Constantemente. © www.economiaparatodos.com.ar

Emilio Cárdenas se desempeñó como representante permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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