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jueves 10 de julio de 2014

En pocas palabras y sin vueltas

En pocas palabras y sin vueltas

La desinformación, dice Jean Revel, es tomada habitualmente como sinónimo de falsedad y de engaño, pero es algo mucho más sutil: “consiste en arreglarse para que sea el adversario o, en su defecto, un tercero neutral quien haga pública una noticia o sostenga la tesis que se desea propagar”.

De esta manera, la mentira consigue engañar a mucha gente sin que nadie sospeche de su verdadero autor.

Algo de eso está ocurriendo con los resabios de la deuda externa de nuestro país, simbolizada hoy por algunos bonistas que no aceptaron negociar en su momento el canje de sus acreencias con un gobierno que les impuso enormes quitas y nuevos plazos de cobro diciéndoles en forma terminante: “acepten esto, porque si no estuvieran de acuerdo quedarán fuera de cualquier negociación futura”.

Este escenario fue organizado en 2005 con el habitual estilo prepotente del ex Presidente Néstor Kirchner, quien fue ¿asistido? por Rodolfo Lavagna y Guillermo Nielsen. Los mismos que, dicho sea de paso, hoy pontifican sobre el tema como si en ese entonces hubieran estado realizando un viaje de turismo.

Eran los tiempos en que, simultáneamente, se congelaban y subsidiaban irresponsablemente las tarifas de los servicios públicos en forma indiscriminada para ampliar la base del favor “popular”, lo que contribuyó a hacer explotar la inflación incontrolable que actualmente padecemos y hace cada vez más difícil afrontar los gastos del gobierno.

Durante la negociación –esto es importante señalarlo-, se aceptó la jurisdicción de tribunales extranjeros (en este caso de la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos), para dirimir cualquier cuestión emergente de este canje compulsivo. Posiblemente porque los acreedores quisieron asegurarse el cumplimiento de lo convenido, ya que la Argentina resultaba un deudor poco confiable por sus antecedentes de reiterados incumplimientos.

Durante los últimos diez años, muchos de los bonistas “castigados” por no haber aceptado dicho canje, decidieron vender sus acreencias y los nuevos compradores (eufemísticamente denominados “buitres”) -conjuntamente con otros tenedores que las conservaron desde el inicio

de la controversia-, decidieron iniciar demandas contra nuestro país ante los tribunales de la jurisdicción aceptada DE COMÚN ACUERDO.

La Argentina perdió desde entonces en todas las instancias judiciales y el gobierno no tuvo la inteligencia necesaria para darse cuenta que el camino se presentaría sumamente complicado para el país en algún momento, de no proponer alternativas a estos acreedores “desplazados”. En 2010, hizo una breve reapertura con poco éxito y luego se sentó a esperar, vaya a saber qué cosa.

Quizá creyó ingenuamente que al cumplir con los vencimientos correspondientes a los “derrotados”, o sea aquellos que habían aceptado quitas del 75% y nuevos plazos, los bonos restantes en manos de los hoy denominados “hold outs” servirían para empapelar las paredes de algún dormitorio como decoración.

La arrogancia de los Kirchner, quienes siempre se creyeron con el derecho de imponer un nuevo orden mundial “a piacere”, abrió la puerta para que se llegara a la situación actual, en la que ha quedado firme la sentencia en uno de los juicios incoados contra nuestro país.

Mientras tanto, usaron cuanta tribuna tuvieron a mano para “berrear” contra el mercado financiero internacional y la falta de solidaridad universal (¿), tratando de convencernos que era perfectamente posible vivir aislados del mundo esquivando las deudas contraídas con el “establishment imperialista” (sic).

Al mismo tiempo, jamás acompañaron su postura propiciando políticas de austeridad “puertas adentro” y la creación de algún tipo de fondo anticíclico para emergencias y continuaron dilapidando los dineros públicos demagógicamente, a la par que estigmatizaban las supuestas “fechorías norteamericanas” exclamando: “no somos nosotros los que forzamos esta situación, sino ELLOS (¿) quienes quieren provocar la quiebra de nuestro país e impedir nuestro desarrollo” (sic).

Esta es la historia en pocas palabras y sin vueltas.

Ha llegado pues el momento en que el gobierno debiera decidirse a cumplir con su obligación de dar, al menos, informaciones completas, reproduciendo todos los análisis y exhortaciones que quiera, A CONDICIÓN DE QUE SE FUNDAMENTEN EN INFORMACIONES EXACTAS.

Hans Tietmeyer, Presidente del Bundesbank en los 90, advertía en el foro de Davos de ésa época que: “los mercados financieros jugarán cada vez más el papel de GENDARMES. Los políticos deben comprender que están bajo el control de dichos mercados y NO SOLAMENTE DE LOS DEBATES NACIONALES”.

Al finalizar este brevísimo “racconto”, confesamos que nos carcome el espíritu una idea que se vuelve recurrente en estos días azarosos ¿estará metido dentro del “cuerpo” kirchnerista el “gusano de la muerte” al que aludía William Blake en alguno de sus poemas?

carlosberro24@gmail.com