Entre el desorden y la desproporción
“Cuando la desproporción entre la ganancia y la pérdida supera cierta medida, se vacila antes de correr un riesgo aunque el cálculo de probabilidades sea favorable. ¿Quién arriesga un millón de francos para ganar diez mil, aunque tenga el 99% de probabilidades a favor?” (Raymond Aron)
La reflexión de Aron puede aplicarse al gobierno de Cristina Fernández, y quizá al kirchnerismo en su conjunto, porque ambos carecen de un método ordenado que influya positivamente sobre el curso de las batallas que están librando mientras arriesgan temerariamente el magro capital político que aún disponen.
El carácter “progresivo” de sus nubosas hipótesis de conflicto se ven agravadas por estrategias pendulares indescifrables, que permiten darle mayor credulidad a los pronósticos que señalan que las mismas se están constituyendo en una verdadera amenaza para la paz social.
Los mensajes explosivos que envían en estos días a los “hold outs” pueden desembocar perfectamente bien en una batalla internacional prolongada y de resultado incierto, que le produciría daños irreparables a nuestro país.
Ciertas eventualidades de las negociaciones parecerían ser, a simple vista, más propias de la ciencia ficción. Sin embargo, algunas actitudes desordenadas de la Presidente y sus “espadas” favoritas, comienzan a indicar que ellas podrían ser emitidas para desviar la atención popular de los graves problemas que deben afrontar, ocultos bajo un manto de falsedades que si salieran a luz comprometerían no ya su futuro, SINO EL MISMO PRESENTE.
En ese aspecto, el “abrazo” repentino a Rusia y China, parecería constituir un acto de rebelde desesperación, entregándose a otras manos y resignando nuevamente nuestra eventual “soberanía”. En este caso, aceptando los tribunales de Gran Bretaña para las eventuales controversias surgidas respecto de las inversiones chinas.
¿En qué quedamos entonces? ¿Somos malos pagadores o nos quieren “someter”? ¿O cuando firmamos algo lo hacemos pensando en
“defaultear” por anticipado?
En nuestra opinión, los momentos de desorden conceptual que estamos viviendo resultan propicios para que puedan prosperar más acciones “desproporcionadas”, que aumenten las preocupaciones de la sociedad que hoy lucha denodadamente por su propia subsistencia.
Frente a una inflación totalmente desbocada, una gran mayoría de la población comienza a sentir que el estómago es lo primero y vuelve a pensar – como Nietzsche sostuvo alguna vez-, que el mejor parámetro para medir el valor de ciertas cosas es el acceso regular a un buen plato de comida.
Los razonamientos sobre el “qué” han pasado así a segundo plano, para dejar paso a sentimientos viscerales sobre el “cómo”, donde la inquietud estriba en el arribo del mañana: ¿bien alimentados o famélicos?
La crisis a la que nos ha arrojado el kirchnerismo es de una agudeza extrema y la “masa”, sumergida por una educación declinante, carece de capacidad para medir la “desproporción activa” de quienes monopolizan la política basándose solamente en cómo puede afectar a su “relato” el desorden que han causado. En tal sentido, Cristina y sus adláteres parecen listos para arriesgar la pérdida del millón de francos de la metáfora de Aron, a fin de ganar eventuales diez mil en batallas que no resolverán los problemas que los esperan.
Con su temeridad, nos están haciendo vivir como si estuviéramos frente a una ruleta en la cual se observe que las tendencias de la aparición del negro y del rojo es prácticamente la misma, por lo que se deduce que ambos colores tienen similar probabilidad de ocurrencia.
El inconveniente, claro está, es que la Argentina no es una ruleta. Y los “croupiers” que tiran dicha bola la están forzando de modo tal que corremos el riesgo de que la misma “salte” afuera de la rueda giratoria, comenzando a rodar hasta perderse en la distancia.
Desgraciadamente, el kirchnerismo no lo entiende así y continúa enredándose más y más en las consecuencias que emergen de la audacia irracional de su explosiva “metamorfosis ambulante”.
Los próximos veinte o treinta días serán claves en ese aspecto. Mientras tanto, aconsejamos juntar las dos manos y rezar.
carlosberro24@gmail.com