Entre la oferta electoral y la demanda social
Si de algo no hay duda es que estamos sumidos en internas ajenas, y afectados por intereses espurios que nada tienen que ver con el bienestar general ni con la República. Muy por el contrario, puede decirse que la Presidente está otorgando veracidad a uno de sus slogans favoritos: “La Patria es el otro”, porque ciertamente, la Patria está a años luz de la conducta presidencial. El país se ha convertido en un medio para su fin personal.
No hay acción de gobierno tendiente a solucionar problemas de la gente. Todo se limita a preparar el futuro de la mandataria para evitar queTribunales sea una cita cotidiana. En este contexto se explica por si solo el acecho a la Corte Suprema y al Dr. Carlos Fayt. Hasta ahora, Cristina no tiene allí garantía de impunidad.
Asimismo, sigue siendo en Balcarce 50 donde se define la agenda que termina estableciendo el debate social. Nótese que hace una semana que estamos discutiendo los 97 años de un miembro del Máximo Tribunal. ¿A qué conduce tanto tiempo perdido en una polémica sin sentido? Por más entusiasmo que se ponga, la realidad sigue siendo una: el Dr. Fayt tiene esa edad, sigue y seguirá ocupando su lugar.
En consecuencia, encerrarnos en lo inexpugnable de ese hecho y postergar otros debates mucho más productivos, nos vuelve a situar como rehenes del kirchnerismo. A su vez, que Daniel Scioli siga posicionado como “alternativa”, confirma hasta qué punto fue o es eficaz la estrategia oficial de crear un relato que termine por dejarnos en un estado de confusión total.
Razonable o no, hay quienes bregan por un cambio pero piensan votarlo. Las contradicciones no son exclusividad de la jefe de Estado. ¿A qué se debe? Sin duda, la respuesta está en las apariencias y el engaño que acarrean. Scioli no tiene gestión para mostrar. A saber su oferta electoral se limita a “ir para adelante”, con esperanza, con fe…
Ahora bien, ese “adelante”, esa esperanza y esa fe son precisamente, algo que le ha faltado a la gente en los últimos años. Y a parte del electorado le gustan los políticos que hablan lindo, de corrido y sin leer.
El resto, ¿qué ofrece? Sergio Massa aparece con un equipaje de medidas, la mayoría promisorias pero que no logran convencer por una simple razón: ninguna de esas medidas las tuvo presente durante su gestión como jefe de Gabinete.
Tampoco fue muy explícito a la hora de explicar cuándo y por qué entendió que el oficialismo no es lo que él se ocupó de hacernos creer: una panacea. Porque sus oratorias junto a Néstor Kirchner y señora, hablaban de una administración exitosa, y callaban conductas indecorosas.
Además, su triunfo en las legislativas debió haberse leído como lo que fue: un voto castigo pues, desde el gobierno, se ocuparon de situar al ex intendente de Tigre como el adversario, y eso sedujo al electorado harto del defalco y el mal trato.
Florencio Randazzo por su parte, apenas muestra trenes que encima descarrilan y llegan con retraso. Si uno trata de ligar al ministro del Interior con alguna gestión, solo encontrará una foto en el archivo: Randazzo detrás de Cristina, aplaudiendo y asintiendo con la cabeza lo que sea que ella diga.
Si queremos analizar qué sucede con Adolfo Rodríguez Saa, imposible desligarlo de ese instante en que, con la banda puesta y el cetro en la mano, declaró el default general ante un recinto que parecía estar gritando un gol del súper clásico…
Por su parte, José Manuel De la Sota ofrece un costado por demás enigmático: a horas de presentar su libro donde hay un capítulo defenestrando a Sergio Massa, aparece a su lado ponderándolo. Si no es posible erradicar de la política el “oportunismo”, al menos hay que ser disimulado. Es cierto que el pueblo no repara en sutilezas pero se está cayendo en un abuso a la hora de subestimarlo.
Margarita Stolbizer muestra coherencia. Debería ser un mérito a tener en cuenta pero su afán de postularse como la candidata progresista no resulta muy atractivo. El kirchnerismo se ha ocupado de vaciar de contenido un sinfín de conceptos, y el progresismo es uno de ellos. El romanticismo murió: socialismo sí, pero solo si hay dinero.
Además, insiste con desterrar la corrupción, y en trance de ser sinceros, no es eso lo que atrae al elector. “Roban pero hacen” no fue un invento del relato sino una radiografía de cómo vota el ciudadano. Y el bolsillo sigue siendo el órgano al que más atención le prestamos.
Finalmente, en las PASO se medirán Elisa Carrió, Mauricio Macri y Ernesto Sanz. Como cualquier otro, los tres tienen sus glorias y derrotas. El radicalismo tiene peso en las provincias donde el gen conservador no deja que se opaque el sino de un Arturo Illia o un Hipólito Irigoyen.
A su vez, por circunstancias que en su momento hemos analizado, la muerte situó a Raúl Alfonsín en un pedestal más alto de lo que comúnmente hay. Eso es un claro respaldo para las chances de Sanz, aunque luego lo desamparen los finales anticipados de sus correligionarios.
Lilita Carrió es en política, aquello que el argentino promedio es a la sociedad: un misterio. Desde la derecha hasta la izquierda hallan en sus denuncias visos concretos de realidad. Mucho de lo que ha advertido, sucedió, y sabe de qué está hablando (lo cual no es común en la dirigencia actual).
Pero…, sí, siempre hay un pero en la idiosincracia nacional. Y es que a la hora de votar Presidente, la titular de la Coalición Cívica encuentra al electorado convencido de que ella debe representarnos pero en el Congreso Nacional. “Todos con Carrió” pero en el recinto donde se discursea en exceso, y es menester alguien que diga que desentone, que diga que lo negro es negro y no le cambie el color.
No hay forma de engañarse, la sociedad argentina, aún con su prédica igualitaria, encasilla.
Y queda Macri, también embebido del mito. Pese a no haber ocupado cargo alguno (como sí lo ocuparon muchos de los nombrados), desligarlo de los 90′ parece trabajo de Sísifo. Otra incongruencia de las tantas que nos confinan. Una cosa debería ser el padre, y otra el hijo.
Pero es sabido que los “Derechos Humanos” manipulados por el kirchnerismo han llevado a que la portación de apellido sea considerada un delito. Recuérdese, por ejemplo, cuántos militares fueron pasados a retiro por el solo hecho de ser “hijos”. Claro, si los ancestros han pertenecido a montoneros tampoco hay igualdad, hay privilegios…
Así y todo, el PRO viene a ocupar el lugar de lo nuevo. Al menos la mayoría de sus equipos no pasaron aún por la Casa de Gobierno. En cuanto a propuestas, hay mucho de voluntarismo, y si acaso hay escasez del “cómo hacerlo” hay técnicos entre sus miembros.
Al margen, la sociedad no pide más una plataforma electoral. No se lo hace desde que Carlos Menem sinceró el método de los políticos: “Si se dice qué va a hacerse al asumir como Presidente, no nos votarían”. Quizás por eso ganó aunque nadie lo votó. Además, quienquiera que llegue a la Rosada deberá ver primero qué dejó sin incendiar el kirchnerismo.
No hace falta ser analista para saber que el país quedará como tierra arrasada en lo crematístico, y peor aún, sin credibilidad frente al mundo. Entonces, tal vez deba evaluarse a los candidatos no por sus ofertas propiamente dichas, sino por lo que con su presencia son capaces de hacer.
En ese sentido, aquel que atraiga más inversiones y capitales tendría que ser el elegido, sobre todo si nos sinceramos y asumimos que más allá de lo partidario, lo que pesa a la hora de votar es el bolsillo.
Amén de ello, ni Vaclav Havel, ni Churchill ni De Gaulle participan en los próximos comicios. Y de hacerlo, en esta jungla del cortoplacismo, interesante sería saber cuántos argentinos votarían a un político, que solo ofreciera “sangre, sudor y lágrimas” porque piensa en términos de destino, en lugar de coyunturas y “veranitos”