Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image
Scroll to top

Top

domingo 9 de octubre de 2011

¿Es posible un aterrizaje suave después de octubre?

El problema no es solamente la distorsión de precios relativos que ha generado el gobierno, sino la magnitud de la misma. Con esta borrachera de consumo, no será fácil posar suavemente el avión sobre la pista.

Cristina Fernández ha dicho en reiteradas oportunidades que ella no va a hacer el ajuste. Que si quieren eso que venga otro. Por su parte la oposición jamás habla de ajuste porque ajuste es una mala palabra. Lo máximo que llegó a aceptar Cristina Fernández es que si hay que hacer algunas correcciones, se harán. El punto es si entiende qué tipo de correcciones hay que hacer y, si lo entiende, la otra cuestión es si tiene idea de la magnitud de las mismas.
Como es políticamente incorrecto decir que la corrección de precios relativos va a ser dura, tanto desde el oficialismo como desde algunos sectores de la oposición, hablan de correcciones suaves. Algo que no le duela a la gente. Mi impresión es que, luego de la borrachera de consumo que hemos tenido, va a ser muy difícil tener un aterrizaje suave. Con semejante nivel de alcohol en la sangre no veo tan fácil posar suavemente el avión en la pista.
¿Qué se entiende por aterrizaje suave? Que hoy hay margen para retocar algunas variables económicas distorsionadas y que ese retoque la gente casi ni lo sentirá. Que todo transitará por carriles tranquilos y sin mayores inconvenientes para la población.
Si como parece ser, el próximo 23 de octubre Cristina Fernández renueva el mandato, mi visión es que difícilmente el aterrizaje sea suave.
¿Cuál es uno de los problemas a resolver? La distorsión de precios relativos. Por tal distorsión me refiero a que unos precios están artificialmente altos y otros artificialmente bajos. Como no me dedico a la política, puedo decir las cosas que pienso sin necesidad de mentir. Puedo equivocarme en mi visión de lo que viene, pero no mentir deliberadamente para ganar votos. Voy entonces a la primera expresión políticamente incorrecta.
Entre los precios que están artificialmente altos se ubican, por ejemplo, los salarios y entre los que están artificialmente bajos están las tarifas de los servicios públicos y el tipo de cambio de acuerdo a la actual políticamente económica. Sobre el tema cambiario quiero ser muy claro. Jamás fui partidario de utilizar la devaluación como forma de ganar competitividad porque tal cosa no existe. Lo máximo que logran las devaluaciones es esconder, por un tiempo, las ineficiencias de la política económica detrás de un tipo de cambio nominalmente alto. No creo en las devaluaciones como forma de resolver los problemas. Ahora, si uno tiene un gobierno que, por sus arbitrariedades y errores de política económica, es una máquina de fugar capitales, por lógica consecuencia uno sabe que el tipo de cambio tiene que tender a subir. Voy a ponerlo de otra manera, cuando me preguntan si el dólar está barato o caro, la pregunta es: ¿con relación a qué? Mi visión es que es caro o barato respecto a lo que uno espera que haga el gobierno. Si uno tiene un gobierno con fuertes tendencias confiscatorias y lo sostiene artificialmente con artilugios cambiarios y financieros, el tipo de cambio es barato respecto a lo que viene después. Si uno tiene un gobierno respetuoso de los derechos de propiedad, con disciplina fiscal y monetaria y viene de un gobierno como el descripto antes, entonces hoy el tipo de cambio puede ser caro porque ante un gobierno no populista, previsible y respetuoso de los derechos de propiedad lo más probable es que ingresen dólares y no que se fuguen como ocurre actualmente.
¿En qué situación estamos hoy los argentinos? En que tenemos un gobierno arbitrario y confiscador y las perspectivas es que siga esa política y, aún más, se profundice. En consecuencia, cuando uno ve como evolucionó el tipo de cambio real llega y lo que puede venir luego del 23 de octubre, la conclusión es que el dólar está barato. Insisto, barato considerando lo que se hizo y lo que seguramente se va a hacer el actual gobierno si gana las elecciones.
Formulada la aclaración sobre el tema cambiario, vuelvo a la distorsión de precios relativos. Sabemos que el gasto público se encuentra en niveles récord respecto al PIB y que, aún con confiscaciones de activos y destrucción patrimonial del Central, hay déficit fiscal. En otros términos, es imposible sostener este nivel de gasto público sin nuevas confiscaciones. También sabemos que los salarios en el sector formal de la economía han venido creciendo muy por encima de la tasa de inflación, que el tipo de cambio nominal se ha movido muy poco a pesar del aumento de los precios internos o, si se prefiere, muy por debajo del aumento de precios internos y, finalmente, sabemos que el boleto de colectivo, subte, tren, energía eléctrica, gas, etc. están artificialmente bajos y solo sostenibles por un tiempo más gracias a los crecientes subsidios que otorga el Estado, subsidios que tienen como contrapartida una sustracción de stocks de riqueza y flujos de ingreso del sector privado. Para ponerlo en castellano básico, esos subsidios los financia el sector privado, lo que ocurre es que hay subsidios cruzados.
Ahora bien, ¿cuál es la magnitud de estas distorsiones? En el tema de tarifas de servicios públicos, una primera estimación indica que el boleto de colectivo debería multiplicarse por 3 y el de trenes por 4 en tanto que las tarifas de energía y gas tendrían que tener un ajuste de, por lo menos, un 300%. ¿Alguien piensa que estos ajustes pueden hacerse lentamente? ¿Cuántos años llevaría recomponer las tarifas para dominar el desborde de subsidios con un ajuste de, digamos, el 10% anual? ¿Quién cree en semejante disparate?
Vayamos ahora al tema cambiario. Dado que el gobierno no aplicará políticas públicas que permitan ganar competitividad para mejorar el tipo de cambio real en términos de políticas públicas, la única opción que le queda es mover el tipo de cambio nominal. ¿Cuánto? Ese número mágico no lo voy a dar, lo que sí puedo recordarle al lector es que en el 2002 cuando se decidió devaluar el peso, se estableció como paridad cambiaria “adecuada” 1,40 pesos por dólar y terminaron buscando el tipo de cambio en 4 pesos por dólar por el overshooting inicial y luego bajó a 2,8 pesos. Digamos que de un 40% de devaluación imaginada terminaron en el 200%. Ahora bien, ¿alguien puede creer que van a conseguir una devaluación pautada por encima de la tasa de inflación sin desbordes de ningún tipo? Es obvio que cuando empiecen a mover en forma sistemática el tipo de cambio, la gente anticipará la suba y acelerará la devaluación. Esto nos lleva a la conclusión que si el gobierno quisiera llevar gradualmente el tipo de cambio a, por ejemplo 5 pesos por dólar, posiblemente lo termine encontrando en 6 pesos por dólar, por imaginar un número. Y esto siempre y cuando Brasil no siga devaluando el real. Aclaro que los números anteriores son ejemplos y no números que digo que tienen que ser para el dólar.
Para que el lector tenga una idea, actualmente los depósitos del sector privado en el sistema financiero suman $ 300.000 millones. Una fuga del 20% en caso de cimbronazo, implica $ 60.000 millones corriendo hacia el dólar. La barrerían U$S 15.000 millones de las reservas del Central si quisiera contener el tipo de cambio.
La realidad es que a la gente le han dado aumentos de salarios por encima de la productividad de la economía y eso es insostenible en el largo plazo. Además, le dan transporte, energía y gas artificialmente barato para que gaste en la cuota del celular, el televisor, etc. El día que la gente advierta que tiene que pagar más la luz, el gas y el colectivo, tendrá menos plata para gastar en electrodomésticos, vacaciones o lo que fuera. Ahí sentirá el ajuste. Por otro lado, si es que el gobierno no quiere comprarse una fenomenal tasa de desocupación, los salarios tendrán que subir por debajo de la tasa de inflación. Es más, como los recursos tributarios no alcanzan para financiar el gasto y como el gasto no lo bajarán en términos nominales, la única opción que les quedará es licuarlo. ¿Cómo? Con un salto inflacionario y cambiario que supere el aumento de salarios nominales.
Hay un dato que es indiscutible: este ritmo artificial de crecimiento de consumo es insostenible en el tiempo. Lo que estoy diciendo que, más allá del resultado electoral del 23 de octubre, lo que viene es una caída del ingreso real. Menos consumo. El gobierno hará el ajuste sí o sí. Podrá postergarlo un tiempo con algunas confiscaciones más, pero al final del camino el ajuste llega. Lo único que quedaría para el debate es si ese ajuste será suave o se transformará en un aterrizaje forzoso. Mi impresión es que, por la magnitud de la distorsión de precios relativos, particularmente tarifas de los servicios públicos, tipo de cambio real, salarios y gasto público, es casi imposible evitar el aterrizaje suave.
Por supuesto que la dirigencia política opositora no dirá estas cosas porque perderían más votos de los pocos que ya tienen, pero, una vez más, como yo no soy político y no necesito votos, creo que es conveniente ir poniéndose el cinturón de seguridad. Es más, y esto va gratis. Elija ese cinturón de seguridad color verde que hoy el BCRA lo está vendiendo a peso de liquidación. Y si Brasil sigue devaluando, busque varios de los cinturones de seguridad color verde que le ofrecen a precio subsidiado.