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miércoles 5 de junio de 2013

Escasez de artículos de primera necesidad obliga al venezolano a ajustar su dieta

Escasez de artículos de primera necesidad obliga al venezolano a ajustar su dieta

Mantequilla, harinas de maíz y trigo, leche, arroz, pasta, aceite, margarina, pescado enlatado, dentífrico o papel higiénico son artículos cuya escasez en Venezuela ha llevado a cambios en la dieta, ventas bajo racionamiento y largas colas de amargados consumidores entre anaqueles semivacíos.

“Si usted anda en automóvil puede ir a cinco o seis supermercados y conseguir algo, pero yo no y tengo que martirizarme con estas colas”, dijo a IPS Sofía Navas, una mujer que cocina para sus cinco nietos, a la salida de una tienda en la que compró los cuatro kilogramos de harina de maíz permitidos, en San José, un sector popular del norte de Caracas.

La harina de maíz es la base de la arepa, el pan nacional. La de trigo, importada, simplemente desapareció, para desazón de gente como Carmen Vargas, en la cercana población de San Antonio, que mantiene su hogar elaborando pasteles y postres. “Me defiendo con paquetes de harina que me prestan las vecinas”, según dijo a IPS.

Recorrer varios mercados para conseguir lo esencial es posible en las ciudades, una suerte de la que no se dispone en los pequeños poblados.

Los venezolanos “tenían desde 2007 problemas de desabastecimiento, no conseguían la marca o presentación buscada, pero desde el año pasado perdieron la capacidad de elegir y ante la grave crisis de escasez llevan lo que consiguen”, dijo a IPS el economista Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, una firma encuestadora y de estudios de mercado.

El anaquel de al lado

Cuando este corresponsal viaja al interior de Venezuela, quienes lo esperan suelen encargarle alguna nimiedad presente en cierta tienda sin sucursal en provincia. A mediados de mayo, al ir a la frontera con Colombia, las amistades pidieron en cambio arroz, harinas, margarina, leche en polvo, aceite, sardinas enlatadas, papel sanitario.

Por cierto que al llegar a la ciudad de Cúcuta, en el nordeste colombiano, desde la venezolana San Cristóbal, se aprecia el contraste de supermercados rebosantes de víveres que escasean en Venezuela.

Pero esos artículos son entre tres y cuatro veces más costosos que en Venezuela.

La diferencia de precios alimenta el contrabando de extracción, cuya cara más visible es el de gasolina, pues en Venezuela un litro cuesta 1,5 centavos de dólar (al cambio oficial) y en Colombia 1,25 dólares.

“Si alguien tiene un carro aunque sea viejo puede sobrevivir en San Cristóbal así: espera que llegue la harina, compra un bulto a precio controlado, lo lleva a Cúcuta y lo revende. Dos días después hace lo mismo con uno de arroz, otro día con papel sanitario o servilletas, y así vive”, comentó a IPS en esa zona de frontera el tendero Luis Zambrano.

En Barquisimeto, ciudad agroindustrial del centro-oeste, la gente hace colas de cientos de metros para comprar harina. Hay informes de que en Maracaibo, capital petrolera del occidente, la llegada del pollo a los supermercados origina auténticas turbamultas. Otro tanto se reporta en la ciudad llanera de Guanare, con el papel higiénico.

Los obispos católicos hicieron saber a finales de mayo que escaseaba el vino de consagrar en sus liturgias.

¿Qué es lo que ha pasado?

“El problema se origina por la ausencia de divisas para importar productos, materia prima y otros bienes, y por los precios controlados durante años con elevada inflación”, de más de 20 por ciento anual y de más de 30 por ciento en los alimentos, dijo León.

Las empresas “han reducido su oferta al no disponer de capacidad productiva ni posibilidad de que sus precios sean compensados ante la inflación”, sostuvo el experto.

Pero el economista Jesús Faría, diputado del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), sostuvo que “dentro de la estrategia desestabilizadora de la derecha, dirigida y alentada desde el gobierno de Estados Unidos, la guerra económica asume un papel muy especial”.

“A la luz de una correlación de fuerzas que no le favorece en lo inmediato, la contrarrevolución (sectores contrarios al proceso que lideró el presidente Hugo Chávez hasta su muerte y que hoy encabeza el mandatario Nicolás Maduro) apuesta ahora por el desgaste de mediano plazo”, sostuvo Faría.

Otro diputado oficialista, Alfredo Ureña, estimó que “Venezuela no tiene un problema de escasez sino de acaparamiento, y no lo tiene de inflación, sino de especulación”.

Ureña recalcó que “la oposición juega con los alimentos de los venezolanos, pero hay respuestas del Estado. Por eso hubo la reunión con Polar”, el grupo empresarial privado que lidera la producción de alimentos industriales y cerveza.

Maduro se reunió en mayo con los directivos de Polar y acordaron facilitar el flujo de divisas, objeto de control del Estado desde hace 10 años, para que la gran agroindustria pueda producir al máximo de su capacidad.

En Venezuela rigen además controles de precios y tarifas. El Ministerio de Alimentación y el gigante estatal petrolero PDVSA importan y distribuyen, a precios subsidiados, alimentos por valor de cientos de millones de dólares.

En sus visitas de mayo a Argentina, Bolivia, Brasil y Uruguay, Maduro pactó asimismo nuevas compras de alimentos para paliar el desabastecimiento.

Portavoces del Estado sostienen que Venezuela importa entre 30% y 50% de los alimentos que consume. Gremios de empresarios dan cifras cercanas a 70%. El ministro de Economía, Nelson Merentes, ha destacado que “la población ahora tiene más ingresos y con su consumo se incrementa la demanda”.

Según el economista Ángel Alayón, a partir de 2008, tras expropiar o recuperar centenares de predios agrícolas, el Estado expropió una docena de empresas agroindustriales y de provisión de insumos al agro. “En todas la producción ha caído significativamente, sin que las privadas restantes puedan abastecer el mercado”, argumentó.

A la falta de alimentos se ha ido sumando la de otros bienes como repuestos para maquinaria y vehículos, materiales para empaques de papel, metal y plástico, medicinas e insumos de la industria farmacéutica y química y, de manera notoria en las últimas semanas, materiales para productos de higiene y limpieza.

Información vía IPS

 

Fuente: http://independent.typepad.com