El terrorismo internacional obtuvo la semana pasada en España un éxito político de envergadura mundial. Volcó el resultado de una elección general, terminó con un gobierno de importancia internacional y quebró la alianza atlántica entre Estados Unidos y España, uno de los dos principales aliados de Washington en el continente europeo, junto con la Gran Bretaña liderada por Tony Blair.
Un día antes de los atentados, las encuestas que circulaban por España, aun sin ser publicadas al impedirlo la ley electoral, coincidían en una diferencia de 7 puntos o más a favor del Partido Popular (PP) sobre su oponente, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El jueves 11 de marzo tienen lugar en Madrid los atentados terroristas de carácter catastrófico que provocan más de 200 muertos y 1400 heridos, muchos de ellos de gravedad. Luego, los resultados electorales del domingo 14 muestran un triunfo del PSOE por 6 puntos de diferencia sobre el PP en toda España, con carácter homogéneo ante todo en las grandes ciudades. Además, se produjo un aumento de la participación electoral de casi 3 millones de votantes, que elevó el nivel de participación desde el 68% en las elecciones generales del 2000 al 77% el domingo 14.
Para el PSOE, liderado por José Rodríguez Zapatero, la diferencia con respecto a las elecciones del 2000 fueron casi 3 millones de votos más. A su vez, para el PP, que llevaba como candidato a Mariano Rajoy, la diferencia con respecto al mismo año fue de 700.000 votos menos. El PSOE obtuvo 39 diputados más en las Cortes Españolas, mientras que el PP perdió 35.
En todo el transcurso de la campaña electoral, el rechazo de la opinión pública española a la intervención militar en Irak, que alcanzó niveles del 91%, no se manifestó electoralmente. Incluso después de la Guerra de Irak tuvieron lugar en el mes de mayo de 2003 elecciones regionales y municipales, y tampoco allí se expresó el rechazo generalizado a la intervención española en Irak.
No puede menos que concluirse que los resultados electorales fueron decididos en la opinión pública española como consecuencia directa de los atentados terroristas del jueves 11 de marzo.
El éxito político del terrorismo transnacional, presumiblemente Al-Qaeda, en España, ha provocado una profunda crisis en el sistema político español. Es una crisis de legitimidad en una doble dimensión: el 11 de marzo se quebró el pacto de obediencia entre el PP y el pueblo español; la regla de ese pacto es protego ergo obligo: para obligar (liderar) hay que proteger. La segunda crisis de legitimidad ocurrió el domingo 14; ese día la acción de Al-Qaeda fue determinante en los resultados electorales, lo que convirtió a la red de Bin Laden en el gran elector del nuevo gobierno.
La semana pasada cambió para siempre la historia de España. Por extensión, la del continente europeo y el sistema mundial. © www.economiaparatodos.com.ar
Jorge Castro es presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico. |