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lunes 21 de julio de 2008

Falsos modelos, conductas violentas

Reflexiones acerca de la adolescencia, la diversión y la violencia.

El problema de la diversión y la violencia adolescente es hoy es el tema del momento, en todos los medios de comunicación. El diagnóstico es claro, podemos analizarlo desde la cultura, desde la sociedad, desde miles de puntos de vista sin llegar a encontrar la raíz de la solución.

Quizá la pregunta sea, ¿hay solución? ¿Qué nos estará pasando a los seres humanos que hemos perdido nuestro propio sentido de la vida y del vivir? Corremos buscando el bienestar, nos creamos y creemos necesidades que no son reales y en la búsqueda quedamos atrapados, ahogados y con una sensación de insatisfacción y vacío.

Sabemos que la adolescencia es una etapa, tiene un tiempo, es un momento de cambios, de búsqueda, donde la reafirmación del yo necesita de alguien que reafirme , alguien que devuelva una imagen , que rescate lo positivo y aquí viene la primera pregunta : ¿qué imagen les devolvemos a los chicos?

¿Cuál es el espejo en el que se miran?

Hablamos de la diversión, de ese espacio de ocio necesario y diferente a la actividad cotidiana. Necesario para la recreación, para la realización de otras actividades, sin embargo se vuelve a repetir el círculo, ante el tiempo libre aparece el vacío el “no saber que hacer” y la necesidad que pase de una manera diferente y aquí surge la segunda pregunta: ¿es la manera diferente “llenarse” de cualquier cosa que encontremos? Podemos pensar infinidad de situaciones.

Por último, aparece la violencia quizá como respuesta contenida a la indiferencia y al vacío, como grito desesperado que no permite “mirar” al otro, y que a la vez en quien depositamos nuestras propias debilidades para fortalecernos. Parece una paradoja y lo es.

¿Qué repuesta dar ante este panorama?

Gandhi decía que la violencia es el miedo a los ideales de los demás, y creo que nos debemos encontrar los ideales, recuperar la idea de un mundo diferente, creer y confiar nuevamente en nuestra capacidad humana.

Pero por ¿donde empezar? Quizá el camino sea por nosotros mismos, los adultos, mirarnos internamente y ser sinceros. Pensar no solo que imagen les devolvemos, a nuestros hijos, sino que imagen damos. Recuperar el sentido profundo de los valores empezando por el antídoto contra la violencia: el respeto, aquel valor del cual tanto se habla y poco se ejerce.

Recordemos que los valores son vivenciales, no basta con seguir desarrollando diagnósticos que son necesarios pasar a la acción, primero respetándonos para de esa manera comenzar por respetar al otro, tan necesitado como nosotros.

Creo que hoy la violencia es la punta de un iceberg, es la manifestación de la carencia y el vacío. Y es nuestra responsabilidad como personas, como padres, como adultos recuperar los ideales pero ya no en un plano de utopías sino en un plano real tomando conciencia que solo la recuperación de vínculos sólidos de afecto sientan las bases para la construcción de una nueva sociedad que dará respuestas y, como decía la madre Teresa de Calcuta, “la paz y la guerra comienzan en el hogar, si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos uno a otros en el seno de nuestras propias familias”.

Este es nuestro desafío, los procesos son internos y los cambios van de adentro hacia afuera. La adolescencia es una época de transición, nuestros hijos y las próximas generaciones la necesitan y la merecen. © www.economiaparatodos.com.ar

La licenciada Andrea Saporiti es miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.

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