Farsantes en el escenario político nacional
Por un instante, repaso los temas que hacen a la coyuntura nacional y advierto que escribir sobre ellos es, sin eufemismos, hacerle el juego al gobierno. Me pregunto, aún a riesgo de caer en un análisis en exceso autoreferencial, si realmente la gente quiere escuchar los vericuetos de una interna peronista que tras el 27 de octubre próximo signará el quehacer político nacional…
Sergio Massa y Daniel Scioli renacerán de sus cenizas como dos grandes enigmas. El primero porque tendrá un triunfo a préstamo, y sentirá el aplauso de quienes lo han votado sin conocerlo, y el otro, porque no hay forma de explicar que las balas repiquen tan cerca sin hacerle mella. Ambos de todos modos son más parecidos a esos personajes de Pirandello que andaban en busca de un autor que a políticos en serio.
A ese binomio se suman las declaraciones de la Presidente y una puesta en escena que se vende como “entrevista” cuando en definitiva no es sino una burda comedia, con una más o menos prolija escenografía. ¿Puede hacerse una exégesis válida de ello? Creo que el mero intento por poner en renglones todo aquello es una falta de respeto al lector, y ya están siendo castigados a diario por aquellos que dirigen el teatro.
En idéntico escenario están los alumnos del Nacional Buenos Aires y demás colegios tomados. En ese sentido, el análisis es más simple de lo que parece y en general se ha visto. “La caridad bien entendida empieza por casa” dice un conocido refrán popular. ¿Qué agregar? Pues de eso se trata.
Tomar un edificio estatal ha sido desde tiempos inmemoriales un delito. Desconozco si hay algún decreto del kirchnerismo que lo haya abolido. De no ser así, y retomando ese vocabulario, arcaico para algunos quizás pero auténtico para los demás, a los delincuentes atrincherados sólo cabe penalizarlos. Si son menores, la caridad ha de buscarse en casa, eso sí es populismo real. Y que caiga quien caiga.
En algunos casos no hay matiz, es negro o es blanco. Buscar castaños aquí es engañarse y engañarnos.
Plantear en este espacio el caso Botnia es otro dislate por cuanto el conflicto es un invento del mismísimo gobierno. Fue Nestor Kirchner quien insitó los cortes de ruta, y fomentó una polémica sin coherencia y sin reglas. En menos de 60 días nos peleamos con Estados Unidos por los fondos buitres, con Chile por el hangar de una línea aérea, y ahora vamos por Uruguay. ¿Para qué la paz si puede haber guerra?
En Argentina se vive así, en conflicto permanente, sin más ley que la de la conveniencia; despotricando contra la paja en el ojo ajeno pero evitando ver la viga en el propio. Uruguay contamina, pero las papeleras de este lado de la frontera tiran a los ríos pétalos de rosas apenas.
Estamos ciegos, tanto que nos desgarramos las vestiduras por una ecologista detenida en Rusia pero no se nos mueve un pelo por la calidad ambiental puertas adentro. Y no entendemos, claro. Pasa que Rusia tiene leyes y tiene normas, y tiene otra cosa que se llama “Justicia” contra la cual nada puede hacer el gobierno. Por eso aunque el mismísimo Putin haya dicho que no fue un caso de piratería no se modifica el tablero, es indistinto. Pero es casi lógico que no lo entendamos y nos violentemos.
Entiéndase que brego por la liberación de la activista argentina. No es un país donde pueda darse nada por sentado. Ese es otro fracaso.
Acá una situación similar muy probablemente la resuelva el Ejecutivo, no un código ni un juez con martillo… Digamos pues que este sí es un problema derivado del contexto. Editamos la realidad ‘al uso nostro’, cada uno por separado o mancomunados pero ahí tampoco la culpa es de Magnetto o de los medios.
Finalmente como el pacto con Irán resultó ser lo que parecía ser: un error gravísimo, y Malvinas es un tema doloroso en demasía para ser utilizado como telón de fondo, Botnia acude a su reemplazo. A distraerse en el “mientras tanto”, es decir a no estar atentos a otros acuerdos como pueden ser los de impunidad tan necesarios para cuando llegue el verdadero final.
Es el “modus operandi” del cerebro que escribe los libretos en Balcarce 50. Todos tontos menos ellos. Y hay que admitir que durante un largo tiempo no se confundieron.
Ahora hay cambio de elenco y sin embargo hay poca fe en “los nuevos” por una sencilla razón: huelen rancio, no hay maquillaje que valga. Apenas se rasca, se corre el rímel y la base se sale. La metáfora no es original ni es mía: volveremos a comprar el cajón de frutillas solo porque arriba hay unas que se ven lindas… Después es tarde. Ya pagué y ya pagaste.
De todos modos, el intento siempre vale, máxime en un país donde se ha dejado de intentar durante casi una eternidad.
En este teatro donde los Farsantes de TV son más creíbles que lo que está sucediendo, la derrota de Cristina en las legislativas será leída como la derrota de Insaurralde. Y los votos prestados – por desesperación más que por convicción – a Sergio Massa serán interpretados como el triunfo de un “joven intendente del conurbano” que demostró que el aparato es un mito, y que la obra pública no compra más una elección. No importa si Massa tuvo antes otros cargos…
Ya lo decía Borges: “la memoria es porosa para el olvido” y el olvido es redentor más aún si nos asumimos Narcisos engolosinados con nuestro propio ombligo.
En definitiva, es posible que llegue al punto final adeudando un análisis real de este ‘aquí y ahora’ pero de suceder así, no será no por tedio ni por estar ajena a los hechos sino por respeto.
De lo contrario, debería escribir sin titubeos que nos están adelantando el 2015, que este Octubre está siendo vivido como un desafío personal para las ambiciones mezquinas de un par de vivillos que únicamente se miran al espejo para ver qué tal les queda la banda y el cetro.
Y entretanto, Cristina Fernández les sirve un vermuth, y les compite con las calzas como si el país pudiera redimirse con un “nuevo look”.
Fuente: www.perspectivaspoliticas.info