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miércoles 17 de julio de 2013

Fascismo y censura de prensa

Fascismo y censura de prensa

Fue un 12 de julio de hace noventa años. Ese día, la Italia fascista empezó a amordazar a la prensa.

Fue un 12 de julio de hace noventa años. Ese día, la Italia fascista empezó a amordazar a la prensa.

En realidad, el ascenso de Mussolini venía del año anterior, cuando luego de la Marcha sobre Roma de los “camisas negras”, el rey Víctor Manuel III lo nombró primer ministro. Mussolini afirmó que “con 300.000 jóvenes armados, listos para cualquier cosas y espiritualmente a mis órdenes, podría haber castigado a todos los que han hablado mal del fascismo… pero no he querido hacerlo”.

La monarquía parlamentaria se iba convirtiendo en régimen dictatorial de partido único, a través de una revolución legal, viabilizada por un Parlamento dominado por una mayoría controladora. Es decir que la dictadura fascista no se consolidó de golpe sino paso a paso.

Por ejemplo, un paso fue dado cuando un real decreto de 1923 permitió que cualquier juez fuera destituido, cuando “hubiera mermado el prestigio o la autoridad necesaria para el debido cumplimiento de sus obligaciones”. Otro paso fue la ocasión en que se dictó, el 12 de julio, la primera ley restrictiva de la libertad de prensa. La norma aprobada por el Consejo de Ministros tuvo consecuencias graduales, puesto que recién un año más tarde fue posible advertir que la censura impuesta a los diarios L´Unitá, Avanti y La Giustizia alcanzaba al extremo de tener ellos que suprimir textos y en su lugar publicar amplios espacios en blanco.

La acción de los censores bajo el fascismo y, un poco después, el nazismo, motivó rechazos y emulaciones. Aquí en Uruguay, el régimen dictatorial del doctor Gabriel Terra llevó a que diarios como El País, tuvieran que aparecer con secciones en blanco.

En Inglaterra, medidas de tiempo de guerra llevaron a E.M. Forster a expresar temores y, basándose en lo que el escritor Milton dijo en 1644 expresó: “Hay usualmente dos motivos detrás de cualquier cesura: buenos y malos. El buen motivo es el deseo de las autoridades de salvaguardar y fortalecer a la comunidad, particularmente en tiempos de tensión. El mal motivo es el deseo de las autoridades de suprimir críticas, particularmente de ellas mismas. Ambos motivos existían en 1644 como existen en 1944… predominando los malos sobre los buenos…” Y continuaba exponiendo: “Censura significa uniformidad y monotonía, así como la muerte espiritual.”

Estos recuerdos lucen oportunos hoy, ya que aunque han transcurrido años, décadas y siglos, los impulsos por censurar renacen y en 2013 puede hacerse necesario reaccionar como reaccionaron antes otros. Existe un “ranking” de censura de prensa elaborado por “Reporteros sin fronteras” donde vemos que más allá del proyecto de ley de medios, afortunadamente Uruguay se ubica bastante bien (32º entre 179 países) pero otras naciones americanas se deslizan hacia caminos antipáticos.

Lo vemos en Ecuador (109º), lo vemos en Venezuela (129º)… ¿Lo veremos en más o en menos espacios de este mundo del Siglo XXI? No importa si estamos o no de acuerdo con lo que otros periodistas dicen, para apoyar su derecho a expresarse.

Esto ya lo tenía muy claro Milton y se puede recordar algo que dijo S.G. Tallentyre cuando en 1759 fue quemada la obra “De l´Esprit” del filósofo francés Helvetius. Frase muchas veces atribuída a l insigne Voltaire: “Desapruebo lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo”. ,

Fuente: www.elpais.com.uy