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lunes 17 de agosto de 2009

Fórmulas conocidas y próceres celebrados por habernos abandonado

Mientras festejamos un nuevo aniversario de la muerte de uno de los hacedores de nuestra Patria, seguimos siendo espectadores del mismo show político de siempre.

Decía el genio que todo puede medirse menos la estupidez humana. Una vez más, en la Argentina, vuelve a confirmarse la certeza de sus palabras: no hay reacción frente al resultado del 28 de junio pasado.

La presidente Cristina Fernández de Kirchner ha logrado superarse en una oratoria televisada por cadena nacional de radiodifusión el último viernes. De no ser así, la gente opta por cambiar el canal y evitar sufrir una afrenta más. Son ya demasiadas. El grado de insensatez de su discurso no admite un análisis profundo, apenas deja asomar algunas cuestiones que sería bueno dilucidar.

Desde la derrota electoral, los argentinos hemos estado escuchando un sinfín de anuncios y convocatorias como la del diálogo. Tras ello, comenzó la moda de las “comisiones”. Es decir, de planificar y anunciar conformación de mesas para debatir, paradójicamente, aquello que no admite ya más debate.

A saber: ha habido llamados a comisiones para paliar la inseguridad, para la creación de empleo, para normalizar el INDEC, para solucionar los problemas del fútbol, para estudiar el conflicto agropecuario, para analizar los efectos de la pandemia de gripe A, entre otras. Ninguna derivó en soluciones concretas. Pregunto: ¿y si probamos con un gobierno en vez de con comisiones sueltas?

Porque, hasta la fecha, si algo no se ha hecho, ha sido gobernar. Es decir, ejecutar políticas de Estado tendientes a menguar las demandas perentorias de la sociedad y dar respuesta a las necesidades básicas insatisfechas. Hubo parches e improvisaciones que condujeron a este estado de cosas. Más grave todavía resulta advertir que muchos de los obstáculos con los que hoy tropieza la dirigencia han sido creados por ella misma.

Aquello que estaba intacto y preservado se ha descuartizado sin asidero y sin justificación válida. Basta con observar lo el daño que se ha hecho al reabrir heridas del pasado y diezmar a una de las fuerzas madres de la República como lo son las Fuerzas Armadas.

¿Era necesario? ¿Cesó el dolor en aquellos – no importa de qué lado – que sufrieron de cerca las pérdidas? A la vista está que no sólo no cesó, sino que se echó ácido sobre las llagas, evitando que prospere la cicatrización que estaba en marcha. A tal punto el desatino, que tenemos, ahora, nuevos desaparecidos. No es preciso siquiera que la Presidente o su marido recuerden a Jorge Julio López para saber quién fue y ya no es… ¡Cuántos olvidos por parte de la dirigencia! Aquella que proclama memoria, es justamente la más amnésica.

En otro desorden de cosas, pretender que se debata el “padrón de la riqueza” para evitar dar soluciones a la pobreza es tan absurdo que no sirve ni como juego de palabras. Los “ricos” no requieren políticas urgentes para evitar la desnutrición, el desamparo y la mortalidad que jaquea. Pero sin duda, sería una gran pérdida de tiempo detenerse a analizar quiénes han logrado – a pesar de la rapiña del Estado – mantener un cierto nivel de vida. Eso evitaría que se siga hablando del “escándalo” que mencionara el Papa en una reciente homilía, y distraería a los ciudadanos junto con el campeonato de fútbol “democratizado”.

Es fáctico adónde se está apuntando. La fórmula es antigua aunque pueda seguir logrando efecto en algún grupo de ciudadanos. “Pan y Circo”, espectáculo y rebaño. Lástima que se mengúa el pan y aumenta el show, a punto tal que, en vez de entretener, resultan grotescos ya los payasos.

Néstor Kirchner, mientras tanto, comienza una etapa proselitista nueva, sin descaro. Cortes de cinta, burlas quizás disimuladas como lo es el hecho de inaugrar viviendas acompañado del hombre que opera como mano derecha del Secretario de Comercio, Guillermo Moreno (sobre el cuál huelgan, a esta altura, los comentarios). Me refiero a Norberto Itzcovich que secundara al hombre en sus recientes actos.

A su vez, con un justicialismo herido al punto de que nadie logra saber a conciencia qué fue, qué es y mucho menos qué ha de ser en lo sucesivo, se vale de lo más discutido del “progresismo” para una nueva embestida transversal con miras a mantener el poder. Hebe de Bonafini y Sergio Schocklender obran cual laderos del ex jefe de Estado junto con una ‘troupe’ de ‘intelectuales’ cuyas propuestas para recomponer el país parecen escritas en esperanto. Son, sin eufemismos, indescifrables. Ese es el actual elenco que acompaña a Kirchner en una confirmación que puede pasar desapercibida, únicamente si es voluntaria la ceguera.

El marido de la Presidente aspira a ser candidato nuevamente. ¿Asombra? Casi diría que ni siquiera… Más que sorprender, esta realidad que se observa en los últimos movimientos del titiritero, corroboran que no hay respeto por la voluntad ciudadana. ¿Le importa al pueblo? Posiblemente no se esté muy seguro de cuán trascendente es poseer una dirigencia comprometida con la gente. ¿Qué experiencia tenemos de ello?

En ese sentido, algún atenuante puede que haya para explicar tibiamente la apatía y resignación en las clases medias, altas y bajas. Las quejas y reclamos se limitan a microclimas que se retroalimentan. Una suerte de catarsis que, debe admitirse, al menos permite continuar por un sendero medianamente sensato. Alivia en el mejor de los casos.

Entre medio, internas feroces libradas en el seno del Ejecutivo donde nadie está del todo conforme. Ya sea por la negligencia, que día tras día queda en evidencia; ya sea por la porfía de un matrimonio atrincherado que sólo busca continuar con un clima bélico en una Argentina que, paradójicamente, se caracteriza por una sociedad probadamente pacífica.

En ese contexto, el miedo regresa. Y cuando eso sucede poco importa si hay o no justificativo para que así sea, lo que gravitan son las consecuencias y la más natural suele ser la parálisis que crea. Se está perdiendo lastimosamente el tiempo. El país sigue a la deriva contemplando como se lo convierte en un negocio que no comulga con la ética. Oposición débil e individualista más ciudadanía harta, sumida en la apatía es igual a un escenario liberado para los caprichos y venganzas del ex jefe de Estado.

Ahora bien, pasó otro fin de semana largo. El General San Martín mucho no tiene que ver en nuestros calendarios, aunque esta vez tuvo la suerte de poder tener “su día” en la misma fecha en que aconteció su ‘epopeya’. No. No su nacimiento ni su cruce de los Andes, ahora descripto por cierto autodenominado “progresismo” como la aventura de un osado que requirió de drogas y demás yerbas para lograrlo.

Lo que se “festeja” en la Argentina es la muerte de los próceres. Quizás sea éste un buen dato para entender por qué estamos cómo estamos y, más aún, la causa por la cual de nada sirve detenerse a analizar las palabras necias de quien sólo aspira al bienestar personal. Ese que pretende alcanzar por el camino de la impunidad, apañada por la distracción que producen los anuncios desbocados y las convocatorias inútiles. En los últimos seis años no ha habido nunca diálogo. Sí espectáculo. Y hoy, apenas, se remaquilla el escenario. © www.economiaparatodos.com.ar

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