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martes 11 de marzo de 2014

Gobernar a través de un mito

Gobernar a través de un mito

La tragicómica situación económico-política que vive la Argentina tiene mucho que ver con la mitomanía política que padecen muchos de sus habitantes

Esta mitomanía política viene alimentada desde varias fuentes, pero resultan reforzadas por el fuerte impacto que tienen las estadísticas que difunden muchos medios periodísticos de manera poco cuidadosa e irresponsable cuando se tratan de medios supuestamente «opositores», y la propaganda oficial que machacan constantemente los «medios» controlados por el gobierno.

Este mecanismo combinado y potenciado por otros factores, fue lo que permitió que el FpV (Frente para la Victoria del matrimonio Kirchner) se perpetuara en el poder a través de un mecanismo eleccionario fraudulento que funcionó a las mil maravillas en las tres elecciones en la que esta «organización» política «participó».

Si este mecanismo perverso no hubiera actuado, habría quedado al descubierto y se hubiera difundido en forma masiva que el FpV nunca obtuvo en las elecciones que supuestamente habría ganado más que un tercio del total de los votos del padrón electoral.

En su lugar, la propaganda masiva (tanto oficial como supuestamente «opositora») y la tremenda propensión del argentino medio a creer en cualquier cosa que el periodismo propague con suficiente insistencia, mantuvo el mito de que el FpV habría obtenido en las dos últimas elecciones presidenciales «más» del «50» % de los votos, cuando en ninguno de los dos casos fue así (en la última elección alcanzó apenas un 35,9 % de los votos, y en la anterior un 36,6 %. Es decir, apenas un tercio del total del padrón electoral conforme hemos explicado en repetitivas oportunidades. En ese orden es en el que ronda el «apoyo» real que tuvo el FpV en los últimos dos comicios, recordando que en el primero (2003) la cifra «oficial» fue del 22 %, en tanto la real le daba un 16 % de los votos).

Es decir, Argentina fue gobernada durante una década completa por un grupo político que -en el mejor de los casos- siempre tuvo el apoyo real deapenas un tercio del padrón electoral.

Como tantas veces hemos dicho, si por «democracia» se entiende el gobierno de la mayoría, hace por lo menos un decenio que la Argentina es gobernada cómodamente por una «selecta» minoría, y lo de «selecta» es por la forma en que, tanto la ley electoral como la prensa manejan arbitrariamente las cifras de los comicios. No estará de más recordar que la propia Constitución de la Nación Argentina exige un mínimo de un 40 % de los votos con una diferencia mayor a 10 puntos porcentuales sobre la segunda fórmula más votada (art. 98). En ninguno de los tres casos el FpV alcanzó dicho mínimo.

Que un 35 % haya podido gobernar tanto tiempo al 65 % restante, sería algo difícil de explicar si no se conociera un poco sobre la idiosincrasia del argentino promedio. Este «prototipo» resulta altamente influenciable a los medios masivos de comunicación. Que los «medios» oficialistas hayan propagado y sostenido la mentira oficial respecto de los reales resultados electorales durante tanto tiempo no nos puede llamar la atención. Los «medios» y «periodistas» oficialistas son meros agentes propagandísticos serviles al poder. Es decir, cobran por propalar las mentiras oficiales precisamente, por lo cual siempre están al obsecuente servicio del régimen, para lo que este disponga. No son más que viles mercenarios de la palabra falsificada con credencial de «periodistas».

La cosa resulta más compleja de explicar si observamos lo que sucede del lado del llamado periodismo «independiente», este también ha contribuido a propagar la mentira oficial, pero por razones diferentes a los del «periodismo» oficialista. Y estas razones radican en la extrema ingenuidad de la mayoría del periodismo llamado «independiente» (entrecomillo «independiente» porque, en la generalidad de los casos, no me consta dicha «independencia», y a juzgar por el tratamiento que un sector significativo de este periodismo hace de las noticias políticas, me generan intensas dudas sobre su autoproclamada «independencia»).

Y dada la alta propensión del argentino término medio al consumo masivo e intensivo de noticias (provengan de donde provengan) no es difícil concluir en la tremenda influencia que han tenido los medios en afincar la mentira de la «popularidad» de un gobierno que, en el no nada breve periodo de diez años, jamás pudo conseguir apoyos electorales superiores al tercio del total del padrón.

Eso explica a su vez -a mi modo de ver- la incongruencia y disparidad existente entre los registros económicos reales del mismo periodo y las mentirosas cifras electorales oficiales, y -por contrapartida- la coincidencia entre esos datos económicos reales y los porcentajes reales de los votos obtenidos por el FpV. En ambos casos, se confirma que las medidas económicas adoptadas por los tres gobiernos del FpV favorecieron al 35,9 % de la población (que fue su caudal electoral real durante los diez años de gobierno), en tanto perjudicaron al 65 % restante (que fue el verdadero caudal opositor durante idéntico periodo). Recordemos que dentro de este 65 % de votos en contra del gobierno en cada una de las dos últimas elecciones presidenciales, el 34,5 % corresponde a los partidos opositores. Es decir, a gente que votó a otros partidos diferentes al FpV.

La conclusión vuelve a ser evidente: que se trató del gobierno de una minoría que favoreció exclusivamente a una minoría (al 35.9 % del padrón electoral) y perjudicó grandemente al 65 % restante.

Que una mentira de tal calibre se perpetuara por tanto tiempo, encuentra su explicación en la ya célebre fórmula del Ministro de la Propaganda nazi, Joseph Goebbels, quien confesó que la estrategia de éxito de los nazis consistía en la repetición masiva de una mentira la suficiente cantidad de veces hasta que la gente llegaba a aceptarla como si fuera una «verdad». Esta misma, fue la estrategia aplicada durante los tres gobiernos del FpV en Argentina. No hay otra razón más que esta.

Fuente: Accion Humana