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martes 19 de septiembre de 2017

Hay que dejar de lado la marchita y empezar a seguir a Alberdi

Hay que dejar de lado la marchita y empezar a seguir a Alberdi

La marchita logró el objetivo de combatir el capital y con eso consiguió consolidar la pobreza y la desocupación en Argentina

Todos sabemos que este esquema donde unos pocos mantienen a muchos sin producir, no es viable en el mediano plazo. Olvidemos el tema de los jubilados que cobran en base a los impuestos que pagamos los que estamos en actividad y lo que aportan las empresas, más los impuestos que toma la ANSES de la recaudación general. Tenemos entonces que todos los años se incorporan al mercado laboral 250.000 jóvenes que terminan sus estudios. Además hay que traspasar aproximadamente 2 millones de personas del sector público nacional, provincial y municipal al sector privado y lograr que los que viven de planes sociales empiecen a trabajar.

Queda claro que necesitamos un tsunami de inversiones, tal vez del 30% de PBI para bajar la tasa de desocupación, absorber a empleados del sector público, piqueteros y jóvenes que se incorporan anualmente al mercado laboral. ¿Es posible alcanzar esa tasa de inversión? Es perfectamente posible. Irlanda tiene una tasa de inversión del 30% del PBI. Australia ronda ese número aunque en 2016 estuvo en el 26% del PBI. Chile se mueve entre un piso del 20% y un techo del 28%. Perú se mueve entre pisos del 20% y techos del 26%. Nosotros estamos, desde hace décadas con tasas que tienen como techo el 20% del PBI. Y no tomo China porque está en tasas de inversión del 48% del PBI, tasas que hoy veo complicado alcanzar para nuestro caso.

Pero si observamos la tasa de inversión en nuestro período de auge económico, desde la consolidación nacional en 1880 hasta la Gran Guerra en 1914, podemos observar que la tasa de inversión oscilaba entre un piso del 20% y un techo del 30% del PBI con picos del 40% y más también.

Gráfico 1

Luego de la depresión de 1930, cuando ya entramos en políticas más intervencionistas y una economía más cerrada, la tasa de inversión se estancó en la banda del 10 al 20 por ciento del PBI. En un breve período de la década del 60 empieza a moverse por encima del 20% anual hasta mediados de los 70 y luego de la crisis de 1982 nunca logró superar cómodamente el 20%.

Tal vez este gráfico nos muestre por qué tenemos pobreza, indigencia y desocupación. La tasa de inversión ha sido muy baja desde la década del 40 como para generar más puestos de trabajo, mejorar la productividad de la economía e incrementar los ingresos reales.

¿Por qué a fines del siglo XIX y principios del XX tuvimos tan alta tasa de inversión y luego se desplomó? Porque abandonamos los principios de la constitución de 1853/60 y entramos en el populismo fascista del peronismo donde había que redistribuir el ingreso. Los empresarios eran malos que explotaban a los trabajadores y había que confiscarles parte de sus activos y de sus ingresos. Esta cultura peronista continuó con gobiernos militares y radicales y se consiguió el objetivo buscado en la marchita: combatiendo al capital nos quedamos sin inversiones. La decadencia tenía que producirse inevitablemente y se produjo.

¿Podemos volver a las tasas de inversión de fines del siglo XIX y a las que actualmente tienen Australia, Irlanda, Perú o Chile? Sí, pero vamos a tener que mostrar que dejamos de ser un país de loquitos que cada tanto confisca los ahorros, declara el default y cosas por el estilo. Eso significa recuperar la confianza. Para recupera la confianza el primer paso consiste en que la dirigencia política cambie su discurso de quitarles a unos para darle a otros porque lo único que van a conseguir es espantar inversiones. Si Cambiemos sigue con este discurso de estar contentos porque tiene más planes sociales que el kirchnerismo, vamos por mal camino. El discurso tiene que ser totalmente diferente, volviendo a premiar la cultura del trabajo, el esfuerzo personal y la capacidad de innovación de las personas.

La marchita logró el objetivo de combatir el capital y con eso consiguió consolidar la pobreza y la desocupación en Argentina. Por lo tanto, nuestros políticos tendrán que citar menos a Perón y empezar a leer más a Juan Bautista Alberdi, el que inspiró nuestra Constitución de 1853/60 que nos llevó a la prosperidad. Insisto, hay que dejar de lado la marchita y empezar a seguir a Alberdi que nos llevará a buen puerto.