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lunes 7 de julio de 2008

Hábitos en la infancia

La adquisición de conductas saludables por parte de los niños es responsabilidad de los padres desde los primeros meses de vida de sus hijos.

“Doctor, hace tres años que con mi marido no dormimos bien…desde que nació Nicolás se duerme con nosotros y no nos permite descansar”, comenta triste una madre. "¿Y si lo acuestan en su cuarto y en su cuna?", indago optimista. “Ah, no, ¡no queremos que llore!”, me responde firme y enojada.

Esta situación y muchas otras parecidas se ven a diario en la práctica pediátrica, los padres nos preocupamos y pretendemos corregir las consecuencias sin tener en cuenta que fuimos los principales generadores de estos problemas.

Insomnio, obesidad, sedentarismo, tabaquismo y muchas otras situaciones problemáticas de los adultos se iniciaron probablemente en la primera infancia, el momento en que se comienza a modelar la personalidad del niño, y es por eso que los padres tenemos un rol fundamental.

“Mi hijo come mal”o “mi hijo duerme mal” así como otro sinnúmero de preocupaciones parecidas nos asaltan a diario, pero ¿de donde vienen?, ¿no tendremos algo que ver?

Si pudiéramos rebobinar la historia tal vez encontraríamos frases que responderían estas inquietudes, como… “a mi me gusta que mi hijo se duerma en mi cama”… o… “al bebé le di un poquito de helado de chocolate, ya se que esta mal pero no sabes como le gustó”.

Los hábitos (buenos y malos) se inculcan desde la primera edad, un niño que aprende a dormir, a comer, a higienizarse, que entiende que es lo que puede hacer y que no, que tolera ciertas frustraciones es sin duda un niño que esta armándose de una enorme cantidad de ventajas a futuro.

Desde el momento en que el deseo de ser padres se transforma en una realidad, asumimos una enorme responsabilidad ya que desde ese instante comenzamos a moldear un nuevo ser.

Desde los primeros momentos el niño aprende a disfrutar (o lamentablemente también a sufrir) la alimentación, el sueño, el baño y otras actividades que serán pilares en su educación, y la responsabilidad de que sufran o disfruten de estos actos recae ineludiblemente en nosotros, los padres. Los educamos, los formamos, nos imitan, enseñamos siendo no diciendo y en la instauración de los hábitos esto es básico.

Los hábitos instalados desde la infancia lejos de limitarlos los potencian, les permiten sentirse seguros, los organiza, les da la plataforma básica para crecer.

Repasemos algunos datos: El 25% de los niños menores de 6 años tienen trastornos del sueño, básicamente porque los padres no les enseñamos a dormirse solos. Está demostrado que el 53% de los padres intervienen en el momento del dormir de sus hijos, por ejemplo durmiéndolos en sus brazos o en la cama matrimonial.

Los niños deben acostarse despiertos y dormirse solos, en sus camas, de esta forma adquirirán autonomía y confianza. Si le enseñamos a dormir bien desde niño, dormirá bien toda la vida. Lo mismo pasa con la alimentación, somos los padres quienes les inculcamos los correctos (o incorrectos) hábitos alimentarios.

Parecería fácil, sin embargo cerca del 20% de los niños tienen obesidad. La alimentación de la casa debe ser consensuada con pautas claras pero fundamentalmente basada en el ejemplo: “Dr. no consigo que mi hijo tome el desayuno” “¿Y usted que desayuna?”… “nada no tengo tiempo”…o… “no sé como hacer, mi hijo no come verduras” “¿Y usted cuales come?” “ninguna, a mí no me gustan”. Es fundamental volver a la mesa familiar con horarios pautados y ritmos establecidos que de ninguna manera deberían incluir al TV como un miembro más de la mesa.

Ser padre no es fácil, nadie tiene el manual del buen padre, pero lo interesante y lo importante de este desafío es saber que nuestros actos tendrán consecuencias en nuestros hijos. La educación incluye la instalación de pautas claras que se deben consensuar y planificar previamente pensando lo mejor para ellos.

¿Cuántas veces nuestros hijos nos dicen: “¡sos el mejor papá del mundo!”? Démosles la razón, seámoslo con responsabilidad aunque esto signifique que los hábitos los tengamos que reinstalar primero en nosotros. © www.economiaparatodos.com.ar

El doctor Diego Fernández Sasso es miembro del equipo de profesionales de la Fundación Proyecto Padres.

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