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lunes 4 de julio de 2011

Hipotermia ciudadana

A pesar de que las elecciones en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires están a la vuelta de la esquina y los comicios de octubre cada vez más cerca, los argentinos parecen estar anestesiados políticamente. ¿Será el frío?

“Se retiró del campo de juego con signos de impotencia e incredulidad, mordiéndose el cuellito de la camiseta. El empate no estaba en la cabeza de nadie. Fue con sabor a poco, pero con la convicción de que la historia estuvo cerca de ser mucho peor. (…) No hubo caso: ni los cantos, ni la emoción, ni la voluntad alcanzaron (…) Era la favorita en todas las encuestas (…) Se creía que ganaba antes incluso de salir a la cancha (…) La euforia previa asentaba el ánimo ganador pero se mareó en su laberinto; nunca encontró respuestas; toda la euforia terminó en un cúmulo de nervios y en un barullo general (…) No hubo ideas en un equipo que supuestamente estaba diseñado para ser pensante en un juego de toque y elaboración (…)”

Estas frases tomadas al azar de diferentes matutinos del sábado último aluden al partido de fútbol que jugó la selección argentina frente a Bolivia. Todas ellas sintetizan el espíritu de decepción. En la psiquis colectiva, Argentina ganaba, se lo repitió hasta el hartazgo. Además, jugaba el mejor… Pero empató, y de casualidad no perdió.

Preguntarse quién podía contra Lionel Messi era casi como preguntarse ahora quién puede contra Cristina Kirchner. Las similitudes no son arbitrarias. Este afán exitista, este vender el triunfo antes de ver en la cancha a los pingos es una de las características intrínsecas de la Argentina. “Somos los mejores del mundo”, es el eslogan más repetido aun cuando ni se sabe a ciencia cierta qué se califica.

Sin ir más lejos, y siguiendo con la sinonimia, se ha dicho y repetido que el estadio donde se libró el partido es único en América, un modelo a imitar. Inexplicable el orgullo de la dirigencia por la magnánima obra, a pesar de que se caen a pedazos los hospitales públicos, y no hay modo de construir viviendas sociales sin que la corrupción haga mella. Extrañas prioridades del modelo de distribución de riquezas.

Lo cierto es que ese mecanismo de empatías, la verdad queda rezagada frente a la repetición constante de creencias falsas. En todos los casos, sin embargo, siempre hay una voz que esclarece. Sólo hay que tener ganas de atenderla y escucharla.

“En el estadio, la sensación era que detrás de la novedosa estructura, muchas cosas se terminaron de apuro. Se cortó la luz varias veces y los accesos, muchos de tierra, estaban a medio construir. Comprar algo era casi prohibitivo: una hamburguesa más un pancho y una latita de gaseosa se pagaban 49 pesos, un despropósito. A ello debe sumarse que estacionar en los alrededores no sólo fue caótico, sino que los clásicos trapitos pedían por adelantado entre 50 y 60 pesos por "custodiar" el coche. Para acomodar a la gente, siempre dio la sensación de que los voluntarios estuvieron desbordados. Lo que se dice, un cúmulo de incomodidades.” (Fuente: La Nación)

Otra semejanza entre deporte y política si acaso actualmente pudieran separarse ambas disciplinas. Y es que la estructura edilicia y sus correlatos parecen estar en sintonía con las estructuras partidarias que son la base del régimen democrático.

La prédica desde el Ejecutivo y el gobierno bonaerense contrastan con la realidad. En todo venden una perfección que no hay. Hasta lo impensable han contaminado con una política convertida a su vez en una sistematización de la mentira y del relato.

Como una metástasis de un cáncer imparable, ésta socava instituciones y espacios que hasta hace ocho años se mantenían sanos. El “para todos” terminó discriminando, nada más y nada menos, que la calidad, la eficiencia y el valor del esfuerzo y del trabajo.

Hasta el anuncio de una película cinematográfica próxima a filmarse asoma embebido de una ideología sustentada en el oportunismo. ¿Desde cuándo “el caso Papel Prensa” era un tema atractivo para proyectarse en la pantalla grande? ¿Y cómo creen que va a contárselo? El final está anunciado.

El ansia de todo abarcarlo no se sacia, y en ese trance las semanas que siguen mostrarán metodologías donde cualquier artilugio es válido, máxime si es necesario dar manotazos de ahogado.

Ya es tiempo de asumir que hay comicios a los que atender, además de partidos de fútbol y otras distracciones que, sin embargo, también llegan con el germen de la corrupción incorporado.

Desde luego que la sociedad aporta en este juego su cuota de realismo mágico. ¿Cómo se entiende sino que se hable de un crecimiento en la intención de voto del candidato oficial para la jefatura de la ciudad, cuando viene cada vez más salpicado de barro? Y es que la frágil memoria permite borrar en un santiamén tanto las manchas del pasado como las crisis de un ayer en demasía cercano. Veamos sino qué ha pasado con el INADI, y de qué manera se trata de separar a la líder de las Madres de Plaza de Mayo de hechos que no pueden ser ya contrarrestados.

La sola posibilidad de que el kirchnerismo -después del daño que propició a los argentinos- dividiéndolos, sometiéndolos al más vil clientelismo, y arrasando con los principios y valores esenciales como ser el respeto al prójimo, la honra a la verdad, la justicia sin parcialidad, y la dignidad de la calidad de vida -que no se mide en cuotas para adquirir LCD, heladeras, merluza o milanesas-, pueda ganar la elección es ya un síntoma de cuán enferma está la ciudadanía.

Si acaso quedaban dudas, éstas fueron despejadas tras observar los acontecimientos que siguieron al descenso de un club deportivo. Las masas reaccionan con virulencia frente a un hecho que era previsible, y del cuál se habían dado señales anticipadas. Nadie descubrió la corrupción en el fútbol de la noche a la mañana. Sin embargo, no hay reacción frente a la patoteada cotidiana, a la negación de aquello que experimentamos por nuestra propia cuenta y cargo como lo es, por ejemplo, el aumento indiscriminado de precios en los alimentos.

¿Cómo restarle puntos a un equipo de fútbol por apretar referís, si la máxima autoridad aprieta impunemente a los mecanismos de control, a la justicia y al mismísimo pueblo, supuestamente soberano? El modelo, en ese sentido, es coherente y equitativo. Lo plasman como pocos, Amado Boudou y Guillermo Moreno.

El clima también parece estar manipulado por la política. Aunque, sin titubeos, afirmó Cristina: “el frío no es ideológico”. Lo son, sin embargo, las víctimas del “gas para todos” que, paradójicamente, pocos pueden alcanzarlo. Al invierno hay que pasarlo, sostenía el ingeniero a quién admiraba el candidato a vicepresidente “simpático”.

Quizás estas heladas son las que expliquen las pocas ganas y el escaso entusiasmo a votar que manifiestan los ciudadanos. Quizás tampoco sea real la sentencia de la Presidenta, y alguna ideología se haya entrometido en el frío que experimentamos. Ojala, al menos, que la hipotermia oficial no termine de aniquilarnos. © www.economiaparatodos.com.ar

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