– ¿Cree que en el último mes ha habido una especie de “arrebato” contra las Fuerzas Armadas?
– Sí, claramente es así.
– ¿Por qué piensa que, a pesar de que ya han hecho su autocrítica bastante intensa, se les sigue pegando como si fueran un enemigo de la República?
– La sensación que uno tiene cuando el presidente apostrofa a la Fuerzas Armadas, como lo hizo el Día del Ejército, es que está viendo un ejército que ya no existe. Le está gritando a gente que ya no está. El ejército al cual podía dirigirse así como lo hizo, en todo caso, hubiera sido el de Videla, el de Galtieri, pero ese ejército ya no existe más. Kirchner estaba hablándole a un ejército que durante más de 20 años -desde el advenimiento de la democracia hasta ahora- dio soberanas muestras de subordinación a los gobiernos constitucionales. Sumisión, aun en ocasiones muy complejas, como por ejemplo en la hiperinflación de fines del gobierno de Alfonsín, o la tremenda crisis social y política que se produjo al finalizar el gobierno de De la Rúa. Y en esos casos, es claro para todos que las fuerzas fueron más parte de la solución que parte del problema. Entonces, me parece que si se sigue leyendo el ejército como se lo leía 30 años antes, se está cometiendo un error. Se están confundiendo las cosas, como sucede cuando se hace una lectura sesgada de la historia.
– Este defasaje, como usted dice, se da porque los que están en actividad hoy en día en las fuerzas, que son a quienes les estaba hablando Kirchner el otro día, en líneas generales casi no vivieron la dictadura. Los mayores, por ejemplo, debían tener 10 años como máximo en ese momento, los oficiales ni siquiera habían nacido.
– Mire, haciendo un análisis un poco ligero, yo creo que sólo el 4 o 5% del ejército de hoy había ingresado en el Colegio Militar en esa época.
– ¿Eran subtenientes?
– Subtenientes, tenientes primeros, a lo sumo. Por ejemplo, Bendini debía ser teniente primero y es el más antiguo.
– ¿Es decir que no tenían ninguna capacidad de decisión ni de nada en ese puesto?
– Exacto. Por eso hay que cuidar las lecturas que uno hace.
– ¿Y usted afirma que el gobierno está haciendo una lectura que, cuando menos, es sesgada?
– Sí, claro. Y ahí está el problema. Es decir, si usted ve lo que pasó hace 30 años en el país con la visión y desde las posturas de aquel entonces, sin ninguna evolución, está congelando la historia y contribuye a que nunca más se establezca una síntesis en la Argentina. Porque los personajes quedan congelados en el momento en el que se le pone lente a la historia y, por tanto, se lee con atraso de muchos años.
– ¿Considera que es justo poner el corte de lo que se define como “Terrorismo de Estado” el 24 de marzo de 1976?. Eso querría decir que antes del golpe militar ninguna de esas prácticas eran llevadas a cabo….
– Y eso no es cierto. No, por supuesto que es injusto.
– En el gobierno de Perón ya existía la Triple A y casi nunca se habla de este tema.
– No solamente existía la Triple A, sino que, además, en ese gobierno peronista hubo muchísimas de las cosas que se utilizaron luego. Muchos de los mecanismos que se implementaron posteriormente no se dieron de la noche a la mañana, hubo obviamente una preparación. Y esa preparación, guste o no, se hizo durante el gobierno de Perón donde ocurrieron hechos muy, muy violentos y crueles. Hay de esos hechos en todos los bandos. De la Triple A, por un lado, de los Montoneros, por el otro. Yo le confieso que, por ese entonces, era un dirigente radical joven preocupado por la vigencia del Estado de Derecho. Y en un momento me pasó que no sabía quién me iba a matar a mi: si los de la derecha por pretender la defensa de las libertades públicas, o si los de izquierda por ser complaciente con un estado de cosas que para ellos era intolerable. Así que era todo un caos. Fue una época muy dura. Pero al mismo tiempo pienso que la debemos superar.
– ¿Qué es lo que se está tratando de hacer con las Fuerzas Armadas ahora?
– Se está intentando modernizarlas, lo cual es muy necesario, pero el tema es que se está haciendo sin consultar a nadie. La política de defensa en Argentina, desde 1983 hasta ahora, se ha basado siempre en políticas consensuadas. La ley de defensa se sancionó por unanimidad. La ley de la creación del voluntariado se sancionó por unanimidad. La ley de reestructuración vital se sancionó por unanimidad. Y ahora, de repente, un gabinete de 5 personas pergeña un proyecto de reestructuración de las Fuerzas Armadas sin consultar con nadie. Lo notifican nada más que a los jefes de las fuerzas y se lo llevan al presidente para que lo firme. Y todo esto sin abrir un escenario de consultas, que no solamente permitiría salvar probables errores -como lo fue el tema de los liceos militares-, sino sin darle, además, a esta estructura nueva del ejército que se pretende armar, la apoyatura política necesaria y suficiente como para que se pueda llevar adelante. Por ahora no hay ni estimación de costos, ni todo esto de lo que hablamos, ni consenso… no hay nada.
– Da la sensación de que no hay un proyecto.
– Sí, eso es lo que se percibe.
– En España, cuando se da la transición al morir Franco, Adolfo Suárez y después viene el socialismo, inmediatamente lo que se hace es incorporar a las fuerzas españolas a la OTAN para que se integraran a la sociedad de otra manera…
– Correcto.
– Al parecer, acá, como siempre, es todo al revés. Las Fuerzas Armadas han hecho mucho para que se las integre, pero ¿ahora se las están tratando de desincorporar de la sociedad?
– Yo creo que hay algo de eso. Creo que lo que hace falta es una visión totalizadora y contenedora del conjunto de la sociedad. Y eso depende básicamente del presidente de la República. El presidente de los argentinos tiene que ser de todos los argentinos y, como tal, debe tratar de integrarlos a todos en un proyecto totalizador, que en la forma en que en este momento se platea todo, no aparece, lamentablemente. El presidente debería tratar de tener una actitud más conciliadora. Kirchner, que tiene un enorme consenso, que ha mostrado su preocupación por los Derechos Humanos, lo cual es loable, es un presidente que está en condiciones de trazar esa mirada abarcativa, ese discurso contenedor. Un discurso que reconozca los errores y los defectos que todos hemos cometido en el pasado, pero que además intente una síntesis que se aproxime más a la verdad histórica que lo que en este momento se está desarrollando. Una postura que, de paso, abra el espacio participativo para que el conjunto tenga que ver con el diseño de las futuras Fuerzas Armadas argentinas.
– Pero para eso tiene que haber algún tipo de diseño y algún tipo de acceso a la participación.
– Obviamente. Además, tiene que ver con la visión estratégica de cómo la Argentina se va a insertar en el mundo. Porque si no se tiene una visión estratégica global, difícilmente se pueda diseñar unas Fuerzas Armadas para algo, ¿verdad?
– Nos arriesgamos a que suceda como con los liceos militares… Hay gente que todavía piensa que allí sólo van los que tiene aspiraciones militares o hijos de militares.
– Y no es así. Esos liceos ni siquiera tienen como misión fundamental formar militares o futuros militares. El liceo lo que tiene por objetivo es formar civiles que sean oficiales de reserva por si el día de mañana el país necesita, frente a una emergencia, una reserva. La idea es que haya personas instruidas, que tengamos dónde ir a buscar gente con determinada formación como para cubrir puestos que se necesiten. La Argentina, en este momento, tiene un sistema de defensa absolutamente rengo. Porque al eliminarse el servicio militar obligatorio, se eliminó la posibilidad de que se fuera formando una reserva de 30 o 40 mil hombres que en otro momento hubieran servido y hoy pasan por la vida sin recibir instrucción militar. Cuando se crea un voluntariado, se elimina el servicio militar obligatorio y no se imagina ni se diseña un sistema de reserva distinta: lo que se logra es encontrarse con un país en el que la única reserva con la que se cuenta es antigua. Los últimos individuos que forman parte de esa potencial reserva son aquellos que hicieron la conscripción en el año 1991. © www.economiaparatodos.com.ar |