El autoritario presidente de Venezuela tiene un nuevo e insólito blanco: María Corina Machado, una joven ingeniera que hasta hace poco era empleada de una fábrica venezolana de autopartes en la ciudad de Valencia, donde se concentra la industria automotriz venezolana.

Acusada de estar “conspirando” contra el régimen de Chávez, ella enfrenta la posibilidad de pasar hasta 16 años en prisión por ser “enemiga del pueblo”, en la clásica definición que los tiranos hacen de sus opositores.

Ocurre que la señorita Machado es uno de los dirigentes de “Súmate”, la organización no gubernamental que lucha corajudamente por impedir que Venezuela se transforme en una Cuba más.

¿Cuál es la prueba de la terrible “conspiración” de Machado? Haber recibido 31.000 dólares del US National Endowment for Democracy, que se utilizaron para tratar de garantizar –a través de campañas de educación de votantes– que las últimas elecciones en Venezuela fueran limpias y transparentes. Lo que hoy está claro no se logró, atento la manipulación electrónica de los resultados que Chávez, pese a todo, aparentemente fue capaz de consumar.

María Corina Machado acaba de ser recibida por el presidente George W. Bush en la Casa Blanca, lo que es señal inequívoca de su preocupación personal por la cada vez más clara evolución de corte totalitario que padece Venezuela.

Cabe recordar que el mandatario norteamericano, en otro gesto parecido, de enorme simbolismo, acaba de recibir también en la Casa Blanca a Kang Chol-hwan, un ciudadano norcoreano que fuera recientemente liberado, después de pasar diez años en una prisión en su país, a través de quien se interiorizó personalmente de la situación de las libertades individuales en Corea del Norte.

Machado, que ha sido constantemente vilipendiada y demonizada por Chávez, en táctica conocida que –sabemos– emplean todos los regímenes autoritarios de izquierda, compareció asimismo ante la reciente Asamblea de la OEA, en Fort Lauderdale, Florida, para hacer conocer la situación real de su país.

Lo cierto es que Machado estuvo desde 1992 dedicada a atender a los “chicos de la calle” a través de su Fundación Atenea, en labor humanitaria difícil de no aplaudir. Con ella, entre otras cosas, administró con dedicación ejemplar un centro de detención de más de un centenar de huérfanos y menores delincuentes que aloja a niños de hasta ocho años. Ese es el “monstruo” horrible al que persigue implacablemente el caballeresco Chávez. Increíble.

Pese a que cuando Machado comenzó a trabajar para “Súmate” se desvinculó prudentemente de la Fundación Atenea, el gobierno de Chávez “cesó” a la referida fundación en la labor que tenía a su cargo en la antedicha prisión. Como les gusta siempre a los izquierdistas, esto es “cesar” a sus oponentes. Sin advertir que con ello los dignifican espiritualmente y enorgullecen frente a todos.

Machado recordó recientemente, en una entrevista realizada por una conocida periodista del Wall Street Journal –que creo es la misma que sufre las ridículas embestidas de nuestro curioso cónsul en Nueva York–, que ahora el antidemocrático Chávez está apuntando contra quienes alguna vez firmaron la petición del referéndum que él terminó manipuleando. Como consecuencia de ello, muchos de los tres millones y medio de firmantes han perdido sus trabajos o son discriminados adversamente en la seguridad social.

Mientras tanto, Chávez compra lealtades con fondos públicos que distribuye entre quienes cree están dispuestos a votar por él con tal de seguir recibiendo sus dádivas.

Ésta es una manera inaceptable de comprar conciencias para destruir la libertad y distorsionar la realidad. Pero se hace. En Venezuela y más allá de sus fronteras. Así se destruyen sistemáticamente las instituciones. Así se corrompe a los pueblos. Así se engaña, alimentando resentimientos.

Se acerca para Venezuela una fecha importante, el 7 de agosto, día en que se celebrarán elecciones municipales que seguramente sugerirán la tendencia de las elecciones nacionales del próximo mes de diciembre, prolegómeno de las presidenciales del año venidero.

Habrá que estar atentos, quizás Venezuela pueda empezar a despertar de su pesadilla, por aquello de que no hay mal que dure cien años. Lo cierto es que para que ese adagio pueda operar en política es necesario que la gente piense antes de votar. Con la cabeza y no con el bolsillo, ciertamente. Puede pasar. Allí y aquí. © www.economiaparatodos.com.ar



Emilio Cárdenas es ex Representante Permanente de la Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas.