Insólito: pese a ser una «mala palabra», el Gobierno hizo más caja con importaciones que con las ventas de soja al mundo
Contrariamente a lo que se cree, la administración K arrancó el año con el grifo importador abierto. Tal es así que recaudó casi $30.000 millones por aranceles, más que porimpuesto al cheque. Venía todo bien pero «algo falló». Ahora está obligada a reforzar el cerrojo para recuperar terreno perdido
«En la vida hay que elegir«, reza el slogan de la flamante campaña que lanzó el kirchnerismo para captar la atención de los votantes de cara a las próximas elecciones.
Así, con imágenes de alto impacto emotivo y también de la mano de gigantografías que desde hace días vienen cubriendo parte de la ciudad, el Gobierno plantea «elegir salir adelante», «elegir un mañana a la especulación» o «elegir el amor al odio».
Más allá de estas dicotomías pre electorales que propone en cada uno de los avisos, la administración K ya se vio obligada a tener que «elegir» en otros temas más álgidos y que varios dolores de cabeza le están trayendo a los funcionarios, como por ejemplo, la manera de enfrentarse al problema del blue.
En un primer momento, optó por derramar sobre la city unos u$s1.000 millones a través de la venta de acciones y bonos vía Anses para pegarle de manera directa al precio del «conta con liqui» -mecanismo que consiste en adquirir un papel que cotiza a nivel local, en pesos, y venderlo en el exterior en dólares- y así inducir también a la baja del billete paralelo.
Sin embargo, tras un breve impasse en el que muchos expertos consideran que no se hizo más que «subsidiar» el precio del dólar en el mercado informal, el blue recuperó su andar brioso.
Así, el Ejecutivo tuvo que «elegir» entre seguir inyectando fondos de la caja verde oficial para tratar de aquietarlo o soltarle la mano. Y optó por esta última opción.
Pero esta no fue la única disyuntiva que se le presentó al Gobierno en lo que va del año. Recientemente también tuvo que enfrentarse al dilema sobre cómo manejar la política comercial. Es decir, debió:
- Optar por cerrar aun más las fronteras para asegurar dólares y no agravar el problema del faltante de billetes, con el riesgo de una menor actividad económica y baja del consumo.
- O abrir un poco el «grifo» para permitir el ingreso de bienes, insumos y máquinas para no resentir el ritmo económico, pero a costa de poner en juego parte del nivel de reservas, dado que los dólares para importaciones son los que resigna el BCRA para sus arcas.
Frente a esta dicotomía, en la primera parte del año, el Gobierno había elegido tomar este segundo y riesgoso camino (abrir importaciones).
Pese a que la «sensación térmica» indicaba lo contrario, la realidad es que las estadísticas dieron cuenta de que, tras un «tibio» arranque del año, en abril las compras al mundo se dispararon y alcanzaron un altísimo pico del 32% de crecimiento interanual, casi triplicando la tasa que registraron las exportaciones.
Y, en esta primera etapa, no sólo aumentó la «factura» a pagar por energía. También las compras de bienes durables de consumo registraron «tasas chinas» de crecimiento, del orden del 45%, seguidos por los alimentos y bebidas, con un sorprendente salto del 30%.
Incluso, los bienes de consumo en su conjunto -que incluyen desde autos mexicanos hasta fideos italianos, pasando por muebles chinos e indumentaria «made in Brasil»- se elevaron por encima de otros rubros clave, como los bienes de capital y los insumos para la industria.
Esto generó una consecuencia impensada en momentos en que el Gobierno se venía jugando una carta decisiva en su plan por cuidar cada centavo de dólar que ingresara a la economía: elderrumbe del saldo comercial, es decir, las divisas que resultan de restarle a las exportaciones las compras que el país realiza al exterior.
«El deterioro del superávit comercial se vinculó al significativo incremento de lasimportaciones«, coincidieron en destacar desde la consultora Finsoport.
En concreto, la administración K, hasta mayo último había logrado hacerse de apenas u$s3.800 millones en concepto de saldo, lo que implicaba un desplome del 34% respecto al mismo período de 2012.
¿Cómo es posible entonces que un Gobierno -que si por algo se viene caracterizando es por su política de «cerrojo» aduanero-, se haya dado el «lujo» de permitirse una sangría de este tipo, justo este año en el que el turismo amenazaba con «succionarle» u$s8.000 millones y laenergía otros u$s7.000 millones?
La respuesta sobre por qué la administración K había tomado esta decisión en la primera parte del año se basó en que:
• Buscó evitar que se enfriara aun más el consumo: en mayo, según datos de la ConfederaciónArgentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas se habían desplomado un 7% y acumulaban una baja del 3% durante los cinco primeros meses del año.
• Intentó «aleccionar» a empresarios: cabe recordar que en marzo pasado, la Presidenta los había acusado de especuladores por fogonear la suba de precios y los amenazó con abrir importaciones, algo que terminó plasmándose, en parte, en la realidad.
• «Retribuir favores» a los supermercadistas: el Ejecutivo buscó «compensarlos» tras hacer «buena letra» y plegarse al congelamiento de precios. Así, a cambio, se les permitió traer alimentos Premium del exterior, los cuales no estaban alcanzados por el «plan freezer».
Pero hay algo que va más allá de todo lo anunciado y que jugó un rol clave ante una situación fiscal apremiante. El Gobierno se hizo de una fenomenal caja vía estas mayores importaciones, gracias a los aranceles y a las cargas tributarias que son aplicados a cada producto que cruza la Aduana.
Se trató de dinero «contante y sonante», que le permitió aliviar las necesidades de «plata fresca».
Así, contrariamente a lo que se cree, las importaciones le trajeron un beneficio concreto: unfuerte aumento de la recaudación. De hecho, «recolectó» más por las compras que por las ventas al mundo.
«El Gobierno logró mejorar notablemente los ingresos fiscales por mayores importaciones. Cuando relajó los controles aduaneros sabía que automáticamente estaba contando con unamayor caja. Y esto le resultó funcional a sus necesidades, dado que este año está enfrentando un grave problema por el creciente déficit que arrastran las empresas públicas«, aseguró aiProfesional el economista Agustín Monteverde.
El dato a destacar, como se mencionó anteriormente, es que los ingresos fiscales porimportaciones, a lo largo del primer semestre, se ubicaron muy por encima de aquellos generados por las exportaciones.
Según datos de la AFIP, entre enero y junio, las operaciones de importación -considerando aranceles y el porcentaje de IVA y Ganancias no coparticipable que pagan las empresas por traer un producto-, le generaron un flujo de caja cercano a los $29.000 millones, nada más y nada menos que $10.000 millones más que en el mismo período de 2012, lo que implicó una fuerte suba del 55 por ciento.
Este monto, además, fue $800 millones superior a lo recaudado vía retenciones a lasexportaciones, ingresos que no sólo no subieron sino que cayeron un 10% respecto al año pasado.
No sólo esto: lo recolectado por las importaciones superó en más de $3.000 millones a lo que el Gobierno juntó en concepto del Impuesto al cheque.
Según Monteverde, «todo lo que obtiene el Ejecutivo en concepto de derechos de importaciónva directamente al Tesoro. Esta plata es la que después puede girar discrecionalmente para hacer frente a los subsidios a la energía o al transporte o para cubrir el rojo de las empresas públicas».
En este sentido, teniendo en cuenta que el rojo de Aerolínas Argentinas este año orillará los$3.300 millones, el Gobierno podría subsidiar el equivalente a 9 compañías de bandera solamente considerando la recaudación por importaciones del primer semestre.
Pero luego algo falló…
Ahora bien. Este «veranito» en el frente fiscal (recaudar más por importaciones), chocó contra unpequeño problema, producto de un «error de cálculo» por parte de los funcionarios.
Sucede que esta mayor flexibilidad en el ritmo de aprobación de compras al mundo se planeó para un contexto de mayor ingreso de divisas por exportaciones, de modo tal que éstas más que compensaran los dólares que se resignaban por importaciones.
Y a la administración K no le faltaban argumentos para ser optimistas: para este año, secontabilizaban 9 millones de toneladas más de soja para vender a mercados externos y conprecios cerca de los niveles récord.
Sin embargo, algo falló. El inconveniente fue que, según Gustavo López, director de la consultora Agritrend, uno de los «gurúes» más escuchados en el sector rural, los productores primero liquidaron el maíz y el poco trigo que tenían, y luego se «sentaron» sobre la soja, producto de lacreciente incertidumbre en el plano cambiario.
De hecho, hasta mediados de julio se había vendido tan sólo el 50% del yuyito disponible cuando, para la misma fecha de 2012, ya se había puesto en los buques casi el 70% de la cosecha. Es decir, los «sojadólares» no llegaron a tiempo para «bancar» esas mayores importaciones.
A esto se sumó la dramática profundización del déficit energético generado por la combinación de un desplome de las exportaciones y de un incremento de las impo.
Así, el impensado rojo acumulado en el primer semestre terminó siendo de casi u$s3.300 millones, superando holgadamente los niveles registrados durante todo 2011 y todo 2012, tal como se puede observar en el siguiente cuadro:
Golpe de timón
Para Monteverde, el Gobierno actuó como si «gastara dólares a cuenta»: liberó importaciones que luego no estuvieron contrabalanceadas por mayores ventas al mundo de soja, lo que a posteriori disparó las alarmas por el impacto directo que esta mala ecuación tendría a fin de año en las reservas.
Así fue como, para el mes de mayo, comenzó a «corregir» el rumbo, habiendo dado en junio elúltimo golpe de timón. De este modo, luego de varias caídas consecutivas del superávit, recién el mes pasado logró una tasa de variación positiva, que le permitió al menos cerrar el semestre «arañando» los u$s5.000 millones.
La siguiente infografía permite observar cómo, tras el «error inicial de cálculo», el Gobierno se vio obligado a ajustar a la baja el flujo de importaciones:
Esto lo hizo restringiendo el ingreso de todo tipo de bienes e insumos, que es lo que se observa hoy día.
Esto ya empezó a traducirse, de manera automática, en faltantes para diversas industrias, como laautomotriz, la del calzado y la petrolera.
Tras el «festín importador» de los primeros cinco meses, Guillermo Moreno tuvo que endurecer su postura, afianzar el cerrojo, para así lograr un superávit de u$s10.000 millones.
«Claramente estamos viendo que ahora hay más faltantes. A fines del año pasado el Ejecutivo se planteó un objetivo de saldo comercial que no está pudiendo lograr. Hubo un error de cálculo, porque si no los funcionarios nunca ´rifarían´el superávit justo cuando hay escasez dedólares«, planteó un empresario del sector importador que pidió estricto off the record.
Todo es cuestión de saldo
Hay consenso entre los analistas de que, tras haber flexibilizado inicialmente el ingreso de bienes del exterior, ahora se le hará más difícil a Moreno recuperar el «terreno perdido».
«El Gobierno podría alcanzar su objetivo de un superávit de us$10.000 millones sólo a costa de contener más las importaciones. Las restricciones son la única herramienta para sostener elsaldo«, indicaron desde Finsoport.
Paralelamente, un informe de Fundación Mediterránea estimó que «la balanza comercial argentinase ubicará por debajo de los u$s10.000 millones«, objetivo buscados por Moreno.
«En caso de que se apuntara a un resultado mayor, deberían restringirse más las compras al mundo«, advirtieron desde la consultora.
Por su parte, Monteverde se mostró más escéptico y señaló que, por un Brasil menos activo y mayores compras de energía, el Gobierno reaccionó muy tarde en su búsqueda por un saldo más positivo: «A duras penas se ubicará por encima de los u$s8.000 millones».
«Cuanto más fuerce el resultado de la balanza, peores serán las consecuencias para la economía y más comprometida estará la producción», advirtió el economista, para quien «el escenario después de octubre vendrá con mayores restricciones». En buen romance, prevé una creciente «venezuelización» de la economía.
Fuente: www.iprofesional.com