– ¿Carlos Mesa todavía es el presidente?
– Sí, todavía sí. El Congreso se reunió en una sesión extraordinaria en Sucre, porque a La Paz no se puede acceder, para analizar si aceptan o no la renuncia de Mesa. Pero aún no lo han hecho.
– ¿Qué pasa si se acepta la renuncia de Mesa?
– Eso significaría que el presidente del Senado, Hormando Vaca Díez, quedaría al frente del gobierno. Pero según lo que se arriesga que el Congreso va a decidir, no asumiría como presidente en ejercicio, con poderes plenos, sino como un presidente interino. Quizás, en principio, hasta agosto de 2007, que es cuando vence el mandato del presidente anterior, Gonzalo Sánchez de Losada, que renunció en 2003.
– ¿Qué sigue luego?
– Después de esto hay dos alternativas. Que siga como presidente interino Vaca Díez. La otra es que renuncie el presidente del Senado, renuncie el presidente de la Cámara de Diputados y que, entonces, el presidente de la Corte Suprema convoque a elecciones generales. Y eso sería, de ese modo, una suerte de borrón y cuenta nueva. Sería la única manera de anticipar las elecciones respetando las instituciones.
– ¿No hay posibilidad de mediación alguna?
– Hay un acuerdo con la Iglesia. De ahí que Benedicto XVI el domingo incluyó en su homilía una referencia a Bolivia y mostró su preocupación. Algo que nunca es casual ni gratuito, sino que hay todo un trabajo previo detrás. Porque todos los sectores en pugna si es que pueden llegar a tener un referente común, ese referente puede llegar a ser la Iglesia.
– ¿Cuáles son los grupos que presionan en Bolivia? Primero a Sánchez de Losada y, ahora, a Mesa.
– Primero, lo tenemos a Evo Morales, que quiere aumentar los impuestos a las empresas que ya están invirtiendo en Bolivia. Luego lo tenemos a Jaime Solares, de la Central Obrera Boliviana (COB), que busca nacionalizar los recursos. Es decir, volver lo que sería YPF boliviana. Abel Mamani, presidente de la Federación de Juntas Vecinales (FEJUVE) de El Alto, la ciudad más cercana a La Paz, donde está el aeropuerto, quiere las dos cosas. A esto hay que sumarle, ya sin líderes claros, los reclamos de autonomía, de una asamblea constituyente y la presión de las propias compañías, que hoy ven que aumentan los tributos pero los contratos firmados no les dan margen de acción. Algo que nosotros ya conocemos: la inseguridad jurídica. Las empresas bolivianas amenazan con hacerle juicios al Estado. Si esto prospera, les va a costar carísimo a los bolivianos.
– En una democracia representativa estos reclamos se discuten en el Congreso. Pero cuando los reclamos se plantean con la gente en la calle y en tono de amenaza, en realidad se está cometiendo delito de sedición.
– Sí. Pero dentro de los países en crisis –como México, Bolivia, Ecuador, Argentina–, ¿hay una democracia representativa o hay una democracia electoral? En estos escenarios, ¿cuál es la legitimidad de un presidente? Es una democracia que se renueva cada dos meses, por encuestas. Por ejemplo, hoy, Toledo, el presidente de Perú, es el presidente con menos popularidad que hay. ¿Cómo hace para continuar? Frente a la paradoja y el nuevo paradigma de un crecimiento cercano al 5 o 6%. Que es lo mismo que pasa en Bolivia. Los bolivianos tienen un crecimiento del 5,8%.
– Pareciera que en América Latina hay sistemas electorales, pero no hay verdaderas democracias representativas ni repúblicas.
– No, no las hay.
– Porque en ocasiones anteriores, la caída de un presidente estaba asociada a graves problemas económicos. Como la hiperinflación de Alfonsín. Acá no tenemos ese ingrediente.
– Hay una pobreza enquistada. Es el país más pobre de América del Sur. Y hay también un reclamo postergado, que es el que menos injerencia parece tener, pero que tiene importancia, que es el reclamo del indígena, de los aymará. Y el reclamo aymará no respeta ni democracias ni dictaduras. Por ejemplo, la capital aymará está en Cuzco, y no importa si Cuzco está dentro de Bolivia o dentro de Perú. Porque ellos en realidad hablan de un territorio previo a la colonización española. Es una gran confusión la que se da en estos aspectos. Porque, por ejemplo, Evo Morales proviene de ese sector. Y también proviene de ese sector, aunque hoy está medio apagado, Felipe Quispe. Entre ellos –Morales, Quispe, Solares, Mamani– se llevan muy mal, pésimo. De lo contrario, los reclamos confluirían en un punto común.
– En algún momento, se habló de la posibilidad de que las Fuerzas Armadas tomen el poder…
– Sí, pero no hay posibilidad de que eso ocurra realmente.
– ¿Qué papel puede llegar a jugar, si es que alguno, Chávez respecto a la crisis en Bolivia y el resto de la región?
– Chávez tiene una chequera de 3.250 millones de dólares. A Estados Unidos le preocupa mucho el petróleo en manos de Chávez en Venezuela y el gas, el hierro y otros recursos en manos de Evo Morales en Bolivia. No hay indicios de que Chávez esté fogoneando el conflicto boliviano. Pero sí hay indicios de que Morales va a Caracas y es recibido casi como ciudadano ilustre, participa del programa “Aló presidente” de Chávez, se opera de la rodilla en La Habana y, desde allí, dice lo que debería pasar en Bolivia. Hay algún tipo de injerencia política.
– ¿También injerencia de financiamiento? Porque los movimientos populares cuestan plata…
– Son carísimos. Hay una percepción de que Chávez podría estar contribuyendo con fondos. Pero nadie puede asegurarlo. El apoyo económico no está demostrado. © www.economiaparatodos.com.ar |