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lunes 9 de marzo de 2009

Kirchner, el próximo “arrepentido” del oficialismo

Ante un panorama electoral que le es adverso, ¿el ex presidente cambiará su discurso y ensayará una nueva estragegia para reconquistar a los argentinos?

Si no fuera porque este análisis responde a hechos de la realidad que tienen cabida ni más ni menos que en esta geografía, podría decirse que estamos presenciando una película con toques de comedia, pero también con escenas de tragedia indiscutida.

Entre muertos cuya sangre seca rápido, farándula de rauda verborragia, funcionarios enardecidos acusándose unos a otros, conflictos irresueltos y batallas campales, se va dirimiendo el año electoral. Tal como lo desea el kirchnerismo: en el marco de un clima bélico donde ellos se sienten más cómodos porque pueden elegir abiertamente quienes son sus contrincantes.

Los Kirchner nunca supieron hacer política en una cancha que no esté enlodada. Necesitan de la crisis como Sansón necesitaba del largo de sus cabellos. Basta un breve repaso por lo que se supone ha sido la “gestión” para observar que, en la calma, han sido ellos mismos quienes establecieron obstáculos y enredaron la trama. Desde la vereda de enfrente no supieron siquiera sacar rédito político de tantos errores cometidos.

La premisa oficial apunta al desconcierto. Cuánto menos se comprenda lo que pasa, mejor. Mantener a la ciudadanía dispersa en temas que no pasan de ser nimiedades de sobremesa es un acierto para un gobierno que no puede mostrar otros avances, y a su vez, debe ocultar todo tipo de balances.

En ese contexto, que se debata la pena de muerte en el siglo XXI, y aún cuando ésta contradice la letra de la Constitución Nacional es tan absurdo como funcional a los K. Dentro de ese marco, surge la voz de la Presidente abriendo una nueva contienda: el Poder Judicial. Quizás, un intento por desplazar al campo del centro de la escena. Cambiar de tema es otra de sus estrategias.

¿Cuánto tiempo acaso perduró en la opinión pública o publicada los vaivenes de la bonaerense y del secuestro de Bergara? Si ahora, el debate sobre la pena de muerte abre paso a la demora de los juicios de lesa humanidad, ese será otro logro K.

Entre tanto, siguen manejando con absoluta discrecionalidad la política nacional. Estipulan el cuándo y el cómo se atienden los problemas o mejor dicho, se postergan. Porque no ha habido solución para ninguno de los conflictos que acecharon y acechan.

En ‘stand by’ está la cuestión por los salarios docentes, en ‘stand by’ las retenciones y la falta de política agropecuaria. En ‘stand by’ estuvo y estará la inseguridad.

Semanas atrás un alboroto poco racional se produjo por una supuesta filtración de un informe de la central de inteligencia americana. Este daba cuenta de una posible crisis política-institucional en la Argentina. Pues bien, si lo que acontece en estos días no es un fiel reflejo de lo que exponía ese documento, ¿qué es? El Poder Ejecutivo embistiendo al Judicial y al Legislativo, sin olvidar que, en el mismo seno del poder, se dirime una interna más compleja de absorber: aquella que enfrenta a Julio César Cobos con el matrimonio presidencial en una parodia con ribetes circenses.

Nadie puede negar que, los artilugios para diezmar al Vicepresidente son, paradójicamente, la mejor campaña que le pueden hacer. Cobos no ha tenido gran oportunidad de demostrar sus dotes de dirigente pero ha obtenido un altísimo porcentaje de apoyo ciudadano por ser víctima de los atolladeros que le ponen los Kirchner. Ese es el ‘mérito’ de Cobos más allá del desempate en una votación parlamentaria tal como lo exige el reglamento de la Cámara.

Lo cierto es que esta crisis interna es más gravosa que la crisis financiera, que, acá, aún no ha hecho mella con toda su virulencia. Los bancos registran ganancias indiscutidas aún cuando el crédito se ausenta, y la desconfianza hace que el dólar siga siendo la elección de aquellos que tienen la posibilidad de ahorrar o proyectar.

La debilidad del oficialismo quedó al descubierto con la sangría de legisladores que emigraron a bancas donde mejor asientan sus ¿convicciones u oportunismos? Se oponen: ¿a qué? Algún día sería bueno dilucidarlo, así como también cooperaría al entendimiento ciudadano conocer el por qué esa repentina divergencia “justo a tiempo”. A tiempo de no quedar pegados a tanto daño que se ha hecho, y a tanto que no se ha hecho, en un pecado de omisión oficial.

Mientras las alternativas no surgen, las críticas alcanzan ofertas impensadas y todos hacen causa común con las víctimas K. ¿Qué es lo que demandará la sociedad: crónicas de fracaso, uniones de espanto o metodologías distintas capaces de resucitar a la Argentina? Por ahora nadie se atreve a contestar, ni a entrar en cuestiones con más trasfondo. La polémica furtiva y banal se impone desde el poder y coopta la atención popular.

Entretanto, son cada vez más las contradicciones entre la oratoria presidencial y lo que han avalado en los últimos seis años. La última crítica de Cristina Fernández acerca de los cortes de ruta choca en forma categórica con aquella entrega simbólica que se hiciera desde el Salón Blanco a los piqueteros: “Esta casa de Gobierno es de ustedes”, sentenció Kirchner el 25 de Mayo de 2003. Aplaudían entonces Luis D’Elía y otros tantos punteros que venían cortando el Puente Pueyrredón en pro de aumentos en planes sociales y reclamos sectoriales.

Asimismo, el aval oficial a los asambleístas que cercenaron los pasos fronterizos a Uruguay fue otra de las ‘hazañas’ K. No queda de lado la metodología de los Moyano que se adueñan de la ciudad sin que ello merezca una reacción de Florencio Randazzo, ministro del Interior devenido vocero presidencial. Ahora, todo aquello que antes fuera apañado asusta y resulta condenado.

Y por último, el mayor de los grotescos: Mientras la Presidente criticaba el corte de rutas, el paso a Chivilcoy era flanqueado por un “piquete” policial para que no avancen los productores reclamando a Néstor Kirchner el cese del fuego contra el sector de mayor productividad y que, paradójicamente, le regalara la tranquilidad de los primeros años de gobierno. Si no fuera por los ruralistas, Cristina no estaría donde está. A muchos le duele en demasía esa verdad.

Néstor Kirchner erigido candidato a diputado sin confesar, y más allá de las elucubraciones de juristas, puede llegar a convertirse en esta ausencia de racionalidad en el próximo de los arrepentidos del kirchnerismo. No sería de asombrar verlo autoproclamarse como disidente de sí mismo, despegarse de esa imagen donde la mesa de enlace, por ejemplo, era la oligarquía maldita. No en vano, en sus últimos discursos de campaña, se han escuchado benevolencias para los antaño maltratados.

Los Kirchner juegan a la ruleta rusa. Hay que admitirlo: van zafando. Forzando las cosas, desplegando el aparato comunicacional que acalla aquello de lo cual es mejor no hablar, y manteniendo en segundo plano (lo que no implica descartarlos) a los halcones criticados por sus adversarios.

A su vez, le arrancaron firmas a los representantes del sector agropecuario, intentaron debilitar, en una maniobra petulante, a Mauricio Macri liberando el paso a las hueste sindicales; y -sumándose (tarde) al reclamo primario de la sociedad-, aparecen ahora castigando a quién ellos consideran culpables de la inseguridad.

Todo es maniqueo y poco serio. Pero el juego está en marcha, y hasta ahora, aún en el apogeo de su debilidad, siguen siendo ellos quienes reparten las cartas. Cuál será el último as es un enigma, aunque mucho no puede demorar. Catamarca, sin ir más lejos, permite una lectura donde prever resultados del desgaste autopropiciado.

Lo cierto es que todo es un montaje que distrae, y ese es el objetivo de máxima: que octubre llegue sin discutir lo esencial, y el conurbano bonaerense se doblegue una vez más. © www.economiaparatodos.com.ar

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