Sostenía Revel, el Estado hipertrofiado se convierte en megalómano, y la megalomanía es la antesala de la paranoia.
Curiosa situación la del gobierno. Mientras el viernes pasado Cristina Fernández discurseaba en Brasil sobre la necesidad de "tomar medidas comunes que defiendan el formidable avance de nuestras sociedades en materia de inclusión social", lo que "no puede ser puesto en riesgo" había muertos y manifestaciones por problemas sociales en Argentina. En efecto, mientras Cristina Fernández hablaba de inclusión social, en Jujuy un gobernador kirchnerista desalojaba a familias de un predio privado con el saldo de 4 muertos y más de 30 heridos. Es posible que esas familias hayan tomado indebidamente tierras que no les corresponde y es posible que la policía haya tenido que hacer uso de la fuerza para cumplir una orden judicial, pero la reacción del gobierno nacional por las muertes ocurridas fue de silencio ante un aliado político como es el gobierno de Jujuy. Si hubiese sido un gobierno no kirchnerista, los gritos de violación de los derechos humanos se hubiesen escuchado hasta Marte.
Además, mientras eso ocurría en Jujuy, en Plaza de Mayo obreros de “Seños Compartidos” del programa de Madres de Plaza de Mayo reclamaban por sueldos que le deben. El gobierno tampoco dice nada. Se mantiene en silencio mientras Hebe de Bonafini, supuesta defensora de los derechos humanos, trata a los obreros de Sueños Compartidos con total desprecio. Esa misma señora que en su momento dijo que si en el museo de la memoria no se exponían las armas que sus hijos habían usado para lograr la revolución, el museo no servía. Esa misma que, a pesar de reivindicar la violencia como método de toma del poder, está en un lugar privilegiado en cada acto de Cristina Fernández y sigue ocupando ese lugar luego que su programa sueños compartidos se transformara en una pesadilla compartida. Es decir, una vez más se muestra que el discurso de solidaridad social, inclusión social y cuanto social quiera inventar el kirchnerismo es solo una postura que llega a la hipocresía. Si los que protestan son vecinos de una intendencia ideológicamente no afín, es porque ese gobierno no tiene sensibilidad social. Si protestan contra Hebe de Bonafini o un gobierno provincial aliado, el gobierno hace silencio.
Si uno observa estos dos hechos, puede advertir fácilmente que luce injustificable que el gobierno se ufane de los logros de crecimiento económico e inclusión social y al mismo tiempo se produzcan tomas de terrenos continuamente con actos de violencia. Recuerde el lector los problemas en el parque Indoamericano a fines del año pasado y otros hechos más.
Resulta casi un insulto a la razón que Cristina Fernández hable de inclusión social y su socia política Hebe de Bonafini trate con desprecio a los obreros que trabajaron en el programa financiado por el gobierno kirchnerista: Sueños Compartidos.
El kirchenismo es un gran negador y tergiversador de la realidad. Cuando pierde una elección busca la vuelta, argumentando hasta el ridículo, para mostrar que ganó. Niega la inflación, habla de inclusión social y hay serios problemas de pobreza por efecto, justamente, de la inflación que niega y si algo anda mal la culpa es de algún otro o de los medios de comunicación.
Justamente dio la casualidad que estaba releyendo El Estado Megalómano de Jean François Revel, escrito en 1981, mientras pensaba en esta manía negadora y tergiversadora del kirchnerismo, decía que dio la casualidad que estaba leyendo a Revel y me encontré con este párrafo. Hablando del socialismo que justamente había ganado las elecciones en Francia ese año dice el autor: “Puesto que todo lo decide el poder político, las dificultades económicas se interpretan como victorias ganadas por unos malévolos adversarios de este poder, con la ayuda de comentaristas hostiles infiltrados en los medios de información que no explican suficientemente la acción del gobierno. Para hablar sin ambages, el Estado hipertrofiado se convierte en megalómano, y la megalomanía es la antesala de la paranoia.” ¿Dígame el lector si no estamos frente a un Estado megalómano que se encuentra en la antesala de la paranoia diciendo que gana elecciones cuando las pierde por paliza o niega la inflación cuando los precios están estallando? Pareciera que tenemos un kirchnerismo megalómano.
Pero Revel agrega más adelante: “Para disimular su fracaso económico este poder se ve empujado a politizarlo todo, es decir, a prodigarse en contraataques, no por la acción económica, sino por la intensificación de la acción política, recurriendo sobre todo a su servidora titular, la propaganda, que por vocación se lleva mal con la información imparcial”. Leía este párrafo y me acordaba de la profusa publicidad en Fútbol para Todos (transformado ahora en Papelón para Todos). Me venían a la mente los programas descalificadores de la televisión del gobierno que, en todo caso, debería ser televisión del Estado y no partidaria. En las descalificaciones de los integrantes de Carta Abierta a los candidatos no kirchneristas que ganan las elecciones. En Fito Páez diciendo que le dan asco los que no votaron al kirchnerismo.
Pero Revel termina su párrafo con la siguiente frase: “Descendemos unos peldaños más y aparece la tentación, por no decir una práctica moderada del despotismo, que acaba por instalarse en nombre de la salvación pública”. En nombre de la salvación pública aquí el Ejecutivo ha ignorado fallos de la justicia, presionado a empresarios, a los medios de comunicación, etc.
Esto que fue escrito por Revel en 1981 para la Francia de ese momento, encaja perfectamente en la Argentina actual. Los fracasos del gobierno los transforman en acciones conspirativas de los que piensan diferente. Siempre inventa un enemigo en su necesidad de politizar todo. Politiza hasta la instalación de un semáforo.
El interrogante que queda es si este kirchnerismo megalómano es por naturaleza o por estrategia para, en nombre de la salvación pública, instalar un sistema autoritario. ¿Se hacen los megalómanos o son megalómanos? Se hace difícil la respuesta, pero tal vez, viendo como desvirtúan los datos económicos y luego los compran como verdaderos, tal vez al inicio se hicieron los megalómanos y de tanto hacerse se transformaron en megalómanos. Y, como dice Ravel, están en el paso previo a la paranoia, cuando dicen que les da asco el que no vota al oficialismo. Es decir, el pueblo, con su voto, ahora conspira contra el proyecto nacional y popular del kirchnerismo megalómano.