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martes 25 de marzo de 2014

La Argentina K y la bandera de los derechos humanos

La Argentina K y la bandera de los derechos humanos

El oficialismo junto a las agrupaciones y organismos de derechos humanos, han salido a las calles en este feriado político -mejor conocido como el “Día de la Memoria”- a conmemorar el 38° aniversario del último golpe de Estado que vivió la Argentina en 1976 de la mano de la violenta dictadura de Jorge Rafael Videla

Dentro del espectro político, ha sido el kirchnerismo quien ha adoptado como suyo el recuerdo a las víctimas de la última dictadura. Actualmente, Cristina Fernández es falsamente reconocida como la “ferviente defensora de los derechos humanos”, y digo falsamente porque posee un doble discurso: para ella, la dictadura sólo es ilegítima cuando sus intereses personales se encuentran en juego. Efectivamente, esta ha sido otra de las grandes sombras del modelo.

Asimismo, la fecha de hoy es conocida por ser el momento en que las organizaciones que dicen “promover” los derechos humanos, reclaman ante la justicia por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el último proceso militar. Del mismo modo, las facciones opuestas en ese entonces tales como Montoneros (organización guerrillera argentina de la izquierda peronista) y el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) también asesinaron, y sin embargo, nadie los juzgó –al contrario, muchos de ellos ascendieron a puestos públicos en los últimos años.

Sin embargo, aquí no se trata de saber qué facción política mató a quién y por qué. El asesinato y la violencia son herramientas injustificables. Y resulta altamente reprochable que en pleno siglo XXI los gobiernos continúen jugando el papel de democráticos, mientras torturan, violan y matan a sus ciudadanos.

Es evidente que Cristina Fernández tiene varios conceptos para la palabra “democracia”, al igual que su idea de “derechos humanos”. Es ella quien dice buscar justicia por la memoria de los muertos y desaparecidos, empero al mismo tiempo le otorga su absoluto apoyo a la represión venezolana de Nicolás Maduro. Allí, ya son 34 los jóvenes que han muerto protestando pacíficamente contra una tiranía que lleva sangre en sus manos.

Asimismo, del otro lado de la Cordillera, Michelle Bachelet declaró que “jamás aceptará que nadie, ni persona, ni país, incite a través de mecanismos violentos a derrocar un presidente legítimamente electo”. Es sencillo, expresando aquello, Bachelet al igual que Fernández se encuentra legitimando la actual dictadura en Venezuela. Empero, para intentar maquillar su verdadera posición populista, aclara que “espera que siempre se respeten los derechos humanos y la Constitución”, haciendo mención a los “valores esenciales de la democracia”. Paradójico mensaje de una mandataria que ha anunciado una nueva Constitución para su país.

De este modo, si realmente importaran los derechos humanos en esta América Latina populista, el gobierno argentino al igual que otros tantos estaría repudiando la dictadura de Nicolás Maduro, una dictadura que llegó de la mano de Hugo Chávez –quien, paradójicamente, ha practicado el ejercicio del golpe de Estado.

Es alta la cantidad de países han caído en la trampa populista. Esto se ha visto en parte tras la votación de 22 países contra 11 para convertir una sesión de carácter público a una sesión a puertas cerradas de la OEA, en la que se debatiría sobre la situación en Venezuela y estaría presente la diputada venezolana María Corina Machado frente a los medios. El socialismo del siglo XXI continúa censurando la libertad y ha demostrado nuevamente cuánto temor le tiene a que salgan a la luz las atrocidades de sus dictaduras.

Es claro que una de las características que más vincula a los gobiernos de este corte son las políticas forzosas, aquellas políticas combinadas con violencia verbal, institucional, política y además, violencia económica. Asimismo, se suma el fanatismo hacia algunos de los mayores asesinos de la historia latinoamericana: Fidel Castro, Ernesto Guevara, Hugo Chávez y ahora, Nicolás Maduro.

América Latina avanzará aquél día que rompa las cadenas que la atan a estas nuevas formas de dictadura: gobiernos que llegan al poder de la mano de ficticias elecciones, mostrando la máscara democrática y que al llegar al Ejecutivo, aniquilan todas las instituciones. Mientras tanto, nuestros gobiernos continúan levantando las banderas de los derechos humanos como un medio para maquillar su esencia antidemocrática.

Y aquél nocivo argumento de Eva Perón del que tanto gozan los populistas de nuestra región, en el que expresa que “donde existe una necesidad nace un derecho”, parece estar carente de algunas palabras. Es evidente que para nuestros gobernantes, allí “donde existe una necesidad política, nace un derecho humano”.

Fuente: www.independent.typepad.com