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jueves 21 de agosto de 2014

La crisis del capitalismo

La crisis del capitalismo
Aunque lo hicimos muchísimas veces, nunca estará de más volver a explicar este tema, que tanto se presta a los mas populares mitos político-económicos desde K. Marx hacia acá.
Es habitual escuchar frases como que «el capitalismo va generando en muchas ocasiones «espejismos de consumo», en el que el crédito sobra».
Aquí ya encontramos un primer error grave. No es el capitalismo, sino el gobierno el que genera esos espejismos. No es el capitalismo, sino el gobierno el que crea «crédito» inexistente.
También es común escuchar otras frases como que «la avidez por tener todas las cosas en forma inmediata hace que la gente se endeude más allá de sus posibilidades». Puede ser. Aunque no es así tampoco en todos los casos. Pero si fuera así, tampoco es por culpa del capitalismo. Y se suele concluir a lo anterior que «La clave es encontrar el equilibrio. Lo que no es fácil».
El desequilibrio es producido por el gobierno. No por el capitalismo. Y es verdad que no es fácil lograr que el gobierno deje de crear crisis. Pero no es cierto que la crisis sea «culpa» del capitalismo.
Quienes «razonan» de dicha manera (aquí el verbo «razonar» no es más que una forma de decir, porque resulta claro que los dichos citados y entrecomilladlos no constituyen ninguna clase de algo parecido a un razonamiento) ignoran lo básico de la economía. Desconocen el ABC de la ciencia económica.
La gente se endeuda (cuando lo hace) simplemente porque se le ofrecen créditos. Si no se le ofrecieran créditos no tendrían ninguna posibilidad de endeudarse. Y esto último, por mucho que esa gente sienta «la avidez por tener todas las cosas en forma inmediata». Sencillamente, si no hay crédito disponible podrá ser mucha esa «avidez», pero ninguno de esos «ávidos» estará en condiciones de endeudarse.
Si la gente contrae deudas es porque el crédito existe, y si hay crédito, sólo puede ser por dos razones: 1.- Porque ese crédito ha sido formado por un previo ahorro del mercado (es decir, de la misma gente) o, 2.- Porque ese crédito responde a interferencias del gobierno en el ámbito del mercado (puntualmente, manipulando la tasa de interés, creando inflación o ambas cosas a la vez). No existe otra explicación real al fenómeno del crédito.
Al caso 1 lo podríamos llamar perfectamente «crédito capitalista» o forjado por el capitalismo. En tanto al caso 2 podríamos llamarlo «crédito gubernamental» o estatal.
Va de suyo que en todas las crisis conocidas en la historia económica mundial la constante ha sido el del caso n° 2, y nunca el del caso n° 1.
En el caso n° 1 (crédito que llamamos capitalista) notemos que la gente nunca puede endeudarse «más allá de sus posibilidades». ¿Por qué? Simplemente porque el capitalista jamás le prestaría a nadie que no pudiera restituir -a su debido tiempo- el capital más los intereses pactados. En el capitalismo el capitalista pide al posible prestatario todas las garantías y fianzas necesarias y suficientes antes de concretar la operación, y si dichas garantías no le resultan satisfactorias, pues, sencillamente, no arriesga su capital prestándole a un insolvente o posible futuro insolvente. No hay préstamo… y punto.
La situación que hemos denominado n° 2 es bien diferente. Cuando el crédito lo otorga el gobierno (y no el capitalismo a través de los capitalistas) dado que el gobierno no opera dentro de la órbita del capitalismo esto significa que los fondos que el gobierno presta no son propios, sino de terceros, en general extraídos por medio de impuestos y otras maniobras estatales a los verdaderos capitalistas que siempre operan en el sector privado y no en el estatal. En suma, el gobierno succiona recursos al capitalismo para «prestarlos» a la gente.
Dado que esos capitales no son del gobierno (que puede volver a expropiarlos en cualquier momento, si es necesario dictando cuanta ley se le ocurra para tal efecto) el gobierno no corre riesgo alguno si los coloca en el mercado. Cualquier tasa que cobre, por baja que sea, le será rentable habida cuenta que el capital prestado no le costó un centavo (excepto los costos de dictar las leyes de expoliación necesarias y los costos de succión fiscal ejercida sobre el sector privado, es decir sobre los capitalistas). Por lo tanto, el recupero de dichos créditos no es prioritario para el gobierno. Y por las mismas razones, tampoco le será preocupante la falta de garantías de los prestatarios.
En este último escenario, la gente tendrá una tendencia natural a consumir todo el stock de crédito «barato» ofrecido, y demandar más aun de él. Es decir, endeudarse sin límite y muy por encima de sus posibilidades, lo que jamás podría hacer -conforme lo explicado arriba- en un sistema capitalista.
Pero como en última instancia, ese stock de capital había sido originado por los capitalistas (luego expoliados por el gobierno), una vez consumido -vía crédito «barato»- el stock existente, sobrevendrá de manera inexorable la crisis. Crisis de la cual el gobierno que la ha provocado responsabilizará -como lo ha hecho toda la vida- al capitalismo que, como vimos, es víctima del gobierno y no victimario.
Lo que viene después de esta fase es historia económica recurrente: el gobierno apelará luego a la inflación, y -si persiste en su empeño- sobrevenderá la hiperinflación y, por último, la debacle.
Esta explicación sencilla y despojada de tecnicismos pretende ilustrar la génesis y mecanismo de toda -absolutamente toda- crisis económica. El capitalismo jamás ha gestado ni una sola crisis económica en la historia. En primer lugar, porque el capitalismo ha tenido escasa vigencia en la historia mundial, exceptuando quizás unos pocos destellos del mismo entre el siglo XIX y las dos primeras décadas del XX. Y en segundo lugar, porque es imposible que un sistema capitalista produzca crisis. Podrá tener fluctuaciones cada tanto, pero siempre sectorizadas, parciales y estacionales. Pero es absolutamente quimérico que una crisis económica (como la Gran Depresión del 30, la asiática, la mexicana, la de 1998, la de 2008, etc.) sea consecuencia del capitalismo. Estas crisis (y demás crisis) fueron resultado directo de la ausencia de capitalismo y no de su presencia.


Fuente: Accion Humana