La felicidad
He leído un libro de Walter Sosa Escudero ‘Que es y que no es la estadística’ que recomiendo porque tiene la virtud de ser un trabajo divertido, alegre y muy serio, aunque esto parezca un oximoron
No dudo en afirmar que Walter es un tipo feliz, como yo y otros tantos que curiosamente no estamos ‘estadificados’ y pienso que seria muy importante saber cuanta gente feliz hay en el mundo, o por lo menos en Argentina.
Permítanme una disquisición las dirigencias tendrían que estar compuestas por gente feliz, por gente capaz de repartir alegrías y paradójicamente convocarnos a compartir el esfuerzo diario para alcanzar la felicidad, que no es otra cosa que ser protagonista para buscar el bien común.
Anticipo que nosotros confundimos la cara de culo, con seriedad y solemnidad, sino pregúntenle a Kiciloff…
Claro medir la ‘felicidad’ debe ser imposible, aunque hay parámetros que nos permiten comparar entre gente feliz e infeliz aunque desde ya aclaro que la infelicidad no nos dice que es la ‘felicidad’.
La mayoría de los ‘k’ no parecen felices, siempre se los ve enojados, con el agravio a flor de labios, desconfiando de la buena fe y con ese rictus en sus gestos que demuestra una suerte de sadismo ya que la mayoría de sus resoluciones son contra alguien, el cepo, la observación de las DJAI sin causa, su afán en descubrir ‘buitres’ por doquier, la negativa de autorizar la venta de dólares o su secreto racionamiento, esa manía de cuidar precios o de negar la inflación o la creciente desocupación . La verdad tienen motivos de sobra para no ser felices todo les sale peor que mal y lo que mas los enoja es que una mayoría no somos como ellos.
Los ‘k’ valoran sus carencias lo que tienen no les alcanza y kristina dio una prueba de su sadismo ‘a la bartola’ usando palabras de nuestro querido turco Asís, obligando al hoy doblemente procesado Boudou a tener que presidir una sesión del ‘honorable Senado’ para que no solo le digan todo lo que es, sino lo mas grave para que el bloque oficialista haya tenido que dejar sus convicciones y algo mas en la puerta de entrada del Congreso.
No tuvieron mas remedio que tragarse a un Boudou sin agua, ni siquiera con un vino envasado en tetrabrik, apenas con una hepatalgina compartida entre los 37 circunstanciales eunucos.
Paradójicamente esa es la fuente de su poder, su capacidad de humillar a propios y extraños, incluida a la paciente oposición que también bartolea bastante.
Diría una característica del kirchnerismo es su capacidad de ser ‘anti’ y por eso es mas temido que obedecido, aunque esto también se debe a su manejo de la corrupción, ya que el corrupto por naturaleza es obsecuente, lo que no quiere decir que sea fiel.
La ‘cultura k’ si me permiten otro oximoron, lucra con las miserias o míserabilidades humanas por eso la llamo ‘cultura lumpen’, los vicios son elevados a la categoría de virtud, y las virtudes son degradadas hasta convertirlas en vestigios de ancestrales males. En verdad se trata de un canto a la incultura, un verdadero cambalache que nos iguala en el lumpen.
La ironía de mal gusto a la que muchas veces recurre kristina demuestra sus debilidades y frustraciones y en el fondo su envidia por la gente que sabe y por la buena gente.
Ya sabemos que la infelicidad es todo eso y mucho más, pero que es la felicidad?
La felicidad es una cualidad que se genera cuando la persona se propone buscar la perfección o la plenitud, de eso que los filósofos llaman ‘SER’.
Para nosotros los católicos es mas fácil, lo dice el Evangelio, ‘buscad el reino de Dios y todo lo demás (la felicidad) os será dado por añadidura’.
Al no católico le diría, buscad la grandeza, lo importante, lo otro llegará solo…pero jamás busques la mezquindad…,que es el objeto esencial de los k.
La mezquindad ha sido una de nuestras fatalidades y lo demuestra en un territorio inmenso y desocupado, los lotes miden el famoso 8,66…y en las medianeras parece acabarse nuestra imaginación creativa…
La búsqueda de la felicidad impone esfuerzos y sacrificios, no es un camino fácil ni sencillo además es un camino que no tiene bandera a cuadros, no tiene un cartel que diga ‘llegada’.
La felicidad tiene que ver con la búsqueda de lo mejor, que siempre está vinculado a la perfección.
La búsqueda de lo mejor no existe en abstracto, por el contrario se da en cada caso, en cada vida según las propias vocaciones y también tiene que ver con las distintas etapas de la propia vida.
La felicidad no es patrimonio de una clase social.
La felicidad atraviesa a las sociedades de modo vertical, por eso antes que dividir entre pobres y no pobres, tarea muy complicada y casi imposible de realizar, la verdadera división habría que trazarla entre ‘felices’ y ‘no felices’, pasa que según Sosa Escudero, esto también es casi imposible.
Sin estadística alguna a la vista me animo a de ir que los argentinos no somos felices y mi primera base para tal temeraria afirmación es el desprecio que sentimos por lo público.
La suciedad de Buenos Aires, agravada por esa indigna tarea realizada por gente digna que son los ‘cartoneros’, el destrozo y el descuido de los bienes públicos, (recuerdan los daños que sufrían los teléfonos públicos, cuando era imposible conseguir teléfono particular), los grafittis en medios de transporte público, los piquetes tolerados y alentados por el «lumpen k» como el corte del puente San Martin durante mas de tres años,que fue tolerado por ‘todos y todas’ (me incluyo), los paros sorpresivos por cualquier motivo baladí y asi la lista podría ser interminable.
Esos hechos son demostrativos de la infelicidad de las mayorías, recordemos que con motivo de la famosa 125, hubo piquetes buenos (sic) hecho que demuestra también el cambalache cultural en el que vivimos.
Si la gente fuera mayoritariamente feliz, los reclamos, las protestas, los paros, se harían respetando al prójimo y no por ello las peticiones perderían valor reivindicativo.
Por algo venimos en decadencia y esa decadencia nos esta convirtiendo en una sociedad de infelices al punto que kristina hizo mérito del progreso de las ‘villas’, expresión máxima de desprecio social, es como a un moribundo ponderarle su futuro féretro.
La ‘felicidad’ no tiene que ver con el poder adquisitivo, aunque el dinero ayuda, es una cualidad del espíritu que nos impulsa a intentar ser cada día un poco mejor y no debemos olvidar que la felicidad y la alegría ayudan a resolver los conflictos inevitables que plantea la vida.
La felicidad y el amor son la misma cara de una moneda, la opuesta, la ceca, es el odio, pero tengamos en cuenta que las posibilidades que esa moneda salga cara o ceca no son iguales, lo más probable que es que salga del lado que esta arriba al momento de lanzaría, está en nosotros que la tiremos al aire con la cara para arriba, por lo menos así lo demuestran pruebas que nos cuenta Sosa Escudero…
Si pudiéramos medir científicamente la felicidad y la infelicidad de ‘todas y todos’ creo que mi hipótesis seria ratificada y por fin tendríamos un diagnóstico de porque vivimos decayendo encerrados en un laberinto que no se bifurca…
Busquemos la felicidad y después hablamos….