La futura gobernanza en crisis
No es fácil explicar el concepto de “gobernanza”.
La “gobernanza” tiene que ver con el proceso de toma de decisiones, su posterior implementación y el resultado obtenido, también se asocia con el buen gobierno, de donde el “mal gobierno” afecta negativamente a la sociedad y diría contribuye a su fragmentación y a la anomia en la que estamos sumergidos.
En cierta forma y en mi opinión, la “gobernanza” tiene que ver con la legitimidad de ejercicio de un gobierno, porque en la medida que esa legitimidad se mantiene, no solo se fortalece la “institucionalidad republicana” sino también un comportamiento más racional por parte de la gente.
Esta definición genera varias preguntas.
La primera que es lo que diferencia “un buen Gobierno” de “un mal gobierno” para la gente o las mayorías que logran imponer el triunfo de un candidato.
No conozco encuestas que nos ayuden para distinguir ambos conceptos pero si pautas que por lo menos marcan una creencia generalizada que puede ser decisiva en las próximas elecciones.
Carlos Pagni escribió en La nación del pasado 30 de agosto que: “Entre los desamparados, la propiedad privada carece de importancia. Y los más acomodados la defienden en casos de inseguridad o por la prohibición de comprar dólares. Los sectores de menor nivel socioeconómico desprecian el mercado y defienden los controles de precios. Los de mayores ingresos tienen frente al mercado posiciones divididas y creen que el Estado debe regular la canasta familiar. La encuesta enuncia lo evidente. Frente al agravamiento de la crisis, Cristina Kirchner estimula estas creencias. Y no aparece un líder opositor que, más allá de criticar sus malas prestaciones, proponga una concepción alternativa.”
Si a ello agregamos que Kristina mantiene un porcentaje importante de imagen y de intención de voto, vemos que “el concepto de “buen gobierno” tendría que ver con políticas regulatorias o altamente regulatorias y de color nacionalista, tipo proyecto de nueva ley de abastecimiento y el proyecto que bajo la apariencia inocente de cambiar el lugar de pago de obligaciones contraídas bajo el imperio de otras legislaciones esconde en definitiva la intención de burlar el fallo del Juez Griesa al que nos sometimos voluntariamente. Asimismo es grave que el “empresariado argentino” sea visto como “venal” y “prebendario”.
Recalco es muy grave que un gobierno presente como virtud incumplir un fallo judicial, por mas injusto que parezca para la doctrina legal o la política, porque ello es un acto de sedición o subversión que debería merecer la critica unánime, pero hasta Sergio Massa, presunto opositor, sucumbió al canto de sirenas de Kristina bajo la batuta de Roberto Lavagna con su proyecto alternativo de ley para el pago de los bonos canjeados en 2005 y 2010, que también legaliza el incumplimiento o elusión del fallo.
En esta línea de razonamiento el “buen gobierno” sería el que acosa, el que regula en exceso, el que identifica a los supuestos responsables de nuestras carencias en energía, infraestructura, educación, salud, por inflación fraguada en su dimensión por el INDEK, justificando las malas prestaciones actuales; entre todos aquellos que alguna vez intentaron gobernar con un mínimo de racionalidad y quienes critican este tipo de políticas que incluso terminan siendo víctimas de escraches cuidadosamente organizados, serían los responsables de los malos resultados de estos “los buenos gobiernos k», valga la paradoja y el oximorón.
En definitiva “el buen gobernante” seria aquel que insiste en esas creencias básicas y diría también, primitivas alentadas por esta incultura que sustenta la liquidez de valores y el relativismo que elimina la relación de los opuestos, como lo explico alguna vez Victor Massuh.
No he conocido entre los “k” gente culta, lo que no quiere decir que sean mala gente, son eso, “incultos”. No viven ni piensan a “LA ALTURA DE LOS TIEMPOS”, muchos de ellos son sofistas que tienen ese poder de cautivar a la gente con sus malabarismos ideológicos que nos pretende hacer creer que la riqueza se genera de la nada, por una mera declaración o que se pueden repartir beneficios jubilatorios ente quienes no cumplieron con el pago de aportes, como esos magos que nos hacen creer que un “abracadabra” puede gestar una paloma blanca.
Aunque parezca disparatado para un sector importante de la sociedad, un 25 o 30% lo es, la legitimidad de un “buen gobierno” tiene que ver con la desmesura en el manejo de las ideologías y con un estado pleno de derechos con mínimas obligaciones. Una de ellas la rigurosa obsecuencia como hace gala el jefe de gabinete diariamente, esa suerte de “cucú”, para quien la vergüenza, ha pasado a ser un despreciable objeto de la burguesía lo que lo hizo merecedor de una inolvidable descripción de Luis Barrionuevo, que comparto y firmo con él. Para la sociedad esta especie nefasta de tipos que creen que la hipocresía es una virtud, porque pienso que ese “cucú” oculta lo que realmente cree, lo que lo hace menos merecedor de nuestro respeto, parecería ser otro ejemplo de «buen gobierno».
Para esta concepción de ese 30 por ciento “K”, “el mal gobierno” sería todo lo contrario.
Como dice Pagni en el párrafo transcripto no aparece el liderazgo alternativo que nos demuestre que “un buen gobierno”, es algo muy diferente con el que se pueden obtener otros resultados.
Con esto quiero decir que la próxima “gobernanza” puede estar amenazada desde ahora porque el triunfo de una fuerza opositora que no sea capaz de continuar con la línea “k” será un “mal gobierno” y en ese reservorio de miserias navegan Scioli y Massa que creen que usando un mero desodorante de ambientes, podrían ser la continuación de ese supuesto “buen gobierno”…
Hoy estamos como “Hamlet” “Buen gobierno o mal gobierno, que es mejor para nuestro espíritu, uno nos exigirá esfuerzo, trabajo, sacrificios, el otro nos alegrará con su relato y con las alucinaciones de la droga y el alcohol, y asi creeremos que “todas y todos” seremos muy felices aunque no alcancen las perdices….(por culpa de Magneto)