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domingo 18 de diciembre de 2011

La ingobernabilidad que genera el peronismo

Mientras Cristina Fernández describe una economía imaginaria, nuevamente el país es sometido a las internas del peronismo.

En su discurso de asunción del cargo de presidente, Cristina Fernández hizo una descripción de la economía con datos que pretendieron mostrar una Argentina pujante donde todo es felicidad y prosperidad. Como dice el dicho, hay tres tipos de mentiras: la mentira piadosa, la mentira lisa y llana y las estadísticas. De acuerdo a cómo uno manipule los datos puede mostrar una ficción de crecimiento. Si, por ejemplo, la producción de un bien pasa de una unidad a dos unidades, el aumento es del 100%. Estadísticamente es correcto. El punto es que si la producción histórica era de 200 unidades, el haber pasado de una unidad a dos y mostrar el 100% de aumento como un logro, es una verdad estadística fuera de contexto.
Por ejemplo, en algún pasaje de su discurso Cristina Fernández sostuvo que, a pesar de haber pagado la deuda y haber soportado cinco corridas cambiarias (¿cuáles serán las cinco corridas a las que se refiere?) se había alcanzado un récord de reservas.  Frente a esta afirmación, uno podría recordarle a Cristina Fernández que entre el 2003 y el tercer trimestre de este año se fugaron del país U$S 84.000 millones, y que la mayor fuga se concentró a partir del 2007. Es decir, bajo su presidencia. Puesto en otros términos, Cristina Fernández generó tal temor que la gente optó por comprar dólares y ponerlos bajo el colchón o bien girándolos al exterior, con lo cual la presidente, con su política populista, consiguió que el ahorro de los argentinos fuera a financiar la actividad económica de otros países o directamente salieran del circuito económico. En concreto, Cristina Fernández omitió decir que por culpa de esa fuga de capitales hubo menos inversiones, menos puestos de trabajo y salarios reales no sostenibles en el tiempo.
También Cristina Fernández olvidó hablar del problema inflacionario. No lo considera un problema cuando, en realidad, está causando estragos en los presupuestos familiares.
La presidente habló de política de desendeudamiento pero olvidó decir que el pago de la deuda y el déficit fiscal hoy se están financiando con la destrucción patrimonial del BCRA. También cabe agregar que los bonos del Estado que teníamos en las AFJP pasaron a manos del Estado cuando nos confiscaron y ahora es una deuda intra Estado, con lo cual, en vez de pagar al vencimiento solo puede cambiar un papel por otro.
En todo caso, si el modelo tiene virtudes propias y niegan que el aumento de la actividad se deba al viento de cola, ¿por qué culpar ahora al mundo de los problemas económicos que se avecinan? Es más, si el país de la felicidad y la prosperidad que describió Cristina Fernández es cierto, ¿Por qué el tarifazo, las prohibiciones de importar, de comprar dólares, de girar utilidades al exterior y demás medidas que reflejan un serio problema en el sector externo de la economía?
Respecto al crecimiento a tasas chinas de la economía argentina bajo el kirchnerismo basta con revisar los datos de Adrian Guissarri, Roberto Cortés Conde o Angus Madisson para advertir que lejos está el actual oficialismo de poder igualar las tasas de crecimiento económico y de PIB per capita de la generación del 80. Mal que les pese, esa generación le dio un crecimiento económico a la Argentina, que los más que dudosos datos del INDEC no les llegan ni a los talones de los zapatos a lo ocurrido entre fines del siglo XIX y principios del XX.
Ese mundo imaginario que describe Cristina Fernández choca contra una realidad incontrastable. Las insalvables inconsistencias del famoso modelo se enfrentan a una economía mundial que ya no les brinda el viento de cola de todos estos años y, salvando las diferencias, estamos en las puertas de un nuevo rodrigazo. Cuando digo rodrigazo me refiero a un ajuste de precios relativos por el cual el salario real va a caer o, si se prefiere, los salarios nominales subirán menos que las tarifas de los servicios públicos, la inflación y que el tipo de cambio a su debido momento.
Cuando Moyano dice que va a discutir salarios con los precios de los supermercados está diciendo que no le cree a la inflación del INDEC. Es más, seguramente recordando el rodrigazo de 1975, dice que el techo a los salarios se incluirá si se frenan los precios, las tarifas y aumenta el mínimo no imponible para el impuesto a las ganancias. Moyano sabe que se viene el ajuste de salarios y el gobierno lo sabe pero no lo dice. Y si el gobierno no lo sabe, es porque están sumergidos en una profunda ignorancia de la ciencia económica. A tal punto lo sabe el gobierno que una de las primeras cosas que le pidió Pichetto a Boudou, jefe de la bancada del FPV en senado, es un aumento de salarios para los senadores porque los impuestos les comen el ingreso real y, según el incondicional senador del FPV, no puede ser que un senador gane menos que un empleado del Congreso. Debería informarse el senador Pichetto que un médico puede ganar menos que una enfermera o que un camionero se lleva en el bolsillo un ingreso mayor que un docente. Esta es la estructura de precios relativos y de salarios que implementó el FPV.
Como decía antes, Cristina Fernández describe una economía argentina imaginaria, llena de bonanza y prosperidad, pero basta con analizar seriamente los indicadores económicos y ver el contexto político, es casi inevitable rememorar el 75, con la diferencia que los que acosaban al gobierno de Perón ahora están en el poder y los que estaban en el poder ahora están afuera. Pero el enfrentamiento igual existe.
Esto me lleva a otro punto. En general se dice que el único que puede gobernar la Argentina es el peronismo. Francamente discrepo con esta visión. En los 70 Perón incentivó a la izquierda para hostigar el gobierno de Lanusse. Vuelto a la Argentina, y viendo el caos que era el país con Cámpora presidente, al punto que su avión tuvo que desviarse de Ezeiza a la base de Morón por el enfrentamiento armado que hubo en los bosques de Ezeiza entre diferentes sectores del peronismo.
Ni bien asumió Perón en 1973, asesinaron a Rucci y Perón salió a enfrentar a la izquierda montonera y al ERP hasta echarlos de la Plaza de Mayo. Y fue en esos años en que nació la Triple A, que clandestinamente combatía a los “jóvenes idealistas”. El golpe de 1976 se produjo, en gran medida, por la falta de grandeza de la dirigencia política de ese momento que no quería hacerse cargo del costo político que implicaba poner orden en un país sumergido en la violencia nacida de la interna peronista y de los jóvenes idealistas que intentaban tomar el poder por medio de las armas. Lo que comúnmente se conoce como golpe de Estado.
Años más tarde vino el enfrentamiento entre Menem y Duhalde. El derrocamiento de De la Rúa y nuevamente las internas del peronismo. Puerta le cede la presidencia a Rodriguez Saa, éste dura un suspiro y asume Duhalde. Nuevamente el país sumergido en problemas por la interna peronista.
Pero la vida tiene vueltas curiosas. Duhalde hizo lo imposible para que Menem no ganara las elecciones del 2003 y impulsó la candidatura de Kirchner. Todavía recuerdo a Chiche Duhalde en algún discurso del conurbano arengando a la tropa para que apoyara la candidatura de Kirchner, quien finalmente llegó al poder gracias al esfuerzo de Duhalde. Pero a los dos años Kirchner ya crucificaba a Duhalde de la misma forma que Duhalde crucificó a Menem. Y Kirchner hizo su alianza estratégica con Moyano para controlar la calle, pero resulta que ahora Cristina Fernández lo crucifica a Moyano, que le brindó todo el apoyo al matrimonio para hiciera y deshiciera a su antojo como si fueran los dueños del país. Moyano pasa a ser descartable como lo fueron para Perón los montoneros y el EPR y éstos, su tiempo, descartaron a Perón.  Menem, Duhalde y Rodriguez Saa se descartaron entre ellos, y hoy Cristina Fernández intenta descartar a todos, incluido Scioli.
Hace años que el país viene soportando las internas del peronismo, con destrozos económicos por doquier y ausencia de gobernabilidad. Porque una cosa es gobernar bajo una república democrática y otra muy diferente es usar el monopolio de la fuerza para imponer los caprichos del gobernante de turno y establecer un poder hegemónico.
En síntesis, el país económico de felicidad eterna que pretende vendernos Cristina va a chocar contra la realidad de las leyes económicas. Habrá que ver si, en el medio de la crisis, el peronismo, como tantos otros momentos, hace del país su campo de batalla.
Como viene la cosa, me imagino tres escenario posibles: a) Cristina Fernández haciendo las paces con Moyano y estableciendo una creciente restricción a los derechos individuales, b) Moyano y Cristina enfrentados con conflictos en la calle. En cualquier escenario, veo nubarrones en el futuro de nuestro país fruto de un nuevo enfrentamiento entre diferentes alas del peronismo.