La lenta agonía de un sueño imposible
El kirchnerismo, un régimen fanático sin límites ni pudores, corrupto y TOTALMENTE IMPROVISADO, parece marchar por el camino de una lenta agonía hacia su muerte
La gente intuye, quizá por primera vez en estos últimos años, que “el miedo es una prisión y la única libertad posible consiste en poder liberarse del miedo” como dice Aung Su Kyi. El caso Nisman se ha constituido en este sentido en un paradigma de rebelión social contra los desmanes de un gobierno muy perverso.
También contribuye, probablemente, lo que está ocurriendo en Brasil, donde se ha descubierto un fenomenal entramado de corrupción oficial que dio comienzo al enjuiciamiento de los culpables; y en Chile, donde los negocios espurios del hijo de Bachelet la golpean duramente. Todo esto debería constituir una seria advertencia para todos los políticos del continente.
Entre nosotros, se ha formado un vórtice que amenaza tragarse al gobierno, a pesar de que algunas encuestas de opinión (pagadas por él), les indican la vigencia de un “núcleo duro” (¿) de adhesión. Tenemos la sospecha que son un mero subterfugio que pretende sostener las especulaciones del kirchnerismo más ideologizado: La Cámpora y algunos residuos antediluvianos de pasadas glorias santacruceñas que aún rodean a la Presidente, como Parrilli, De Vido, Echegaray y Aníbal Fernández.
A ellos habría que sumar a ciertos gobernadores e intendentes que reciben algún “diezmo” y temen quedar durmiendo a la intemperie si ocurre un cambio de orientación política.
Solo dudan aún sobre sus preferencias algunos ciudadanos del común. Sobre todo los que reciben subsidios humanitarios, que seguramente cambiarán de bando apenas comprueben que sus conquistas no serán canceladas en el futuro. Cuando ello ocurra, las fotos de Néstor y Cristina irán a parar probablemente a un desván.
En Brighton Rock, el escritor inglés Graham Greene, establece un diálogo entre dos personajes, uno de ellos (Rose), le pregunta al otro (Pinkie): “Pero tú crees, ¿verdad? –implora-, tienes fe…” Y responde Pinkie: ”Es la única cosa razonable. Esos ateos no saben nada. Desde
luego, hay Infierno, llamas y condenación”. “Y Cielo también” – interrumpe Rose con ansiedad, mientras la lluvia cae implacable. “Oh, QUIZÁ –suspira Pinkie- QUIZÁ…”
Muy probablemente es éste el sentimiento interior que embarga a los kirchneristas “residuales”, mientras insisten con un ridículo discurso triunfalista.
“Ser MORTAL es un agobio específicamente humano”, sostiene Fernando Savater al reflexionar sobre la fe, “porque sabemos con total certeza que vamos a morir; que estamos programados para que ocurra, y que ello constituye el desdichado corolario de nuestra vida, porque MORTAL NO ES EL QUE MUERE, SINO EL QUE VE VENIR LA MUERTE…INCESANTEMENTE”.
A lo antedicho, nos gustaría agregar que en la política en general, quienes sienten que la muerte los amenaza, padecen la tentación desesperada de practicar todo tipo de atropellos sobre los demás, para que parezca que están aplazando de alguna manera su propia destrucción. Eso es lo que intentan hacer hoy Cristina Fernández y su exigua “troika” de leales, posponiendo todas las medidas necesarias para enderezar una administración que marcha a los tumbos, con el propósito inconfesado de dejar un “muerto” a quien los suceda.
Son pocos los movimientos políticos sectarios “de orden menor” (el kirchnerismo lo es, como antes lo fueron el alfonsinismo y el menemismo), que perduran con la potencia de su apogeo; y casi todos mueren finalmente porque se agotan EN SUS PROPIAS CIRCUNSTANCIAS. Los tiempos que corren hoy en el mundo entero -imprevisible y presuroso hasta la náusea-, los condenan entonces a vivir la soledad del final con angustia y rabia, mientras ensayan, infructuosamente, ciertos maquillajes que les permitan “rejuvenecerse”.
El gobierno parece decidido a recorrer un camino de destrucción, para afectar a los opositores y a todos los que mantienen alguna esperanza en un futuro diferente. El temor a quedarse con las manos vacías después de haberlas tenido repletas de oportunidades, parece atenazar su garganta.
También se ve en estos días la desesperación visible de algunos adversarios, como Sergio Massa, que tratan de torcer su “transitoriedad biológica”.
En el caso del intendente de Tigre -a diferencia de otros casos como el de Macri y Scioli-, porque no tiene “amplitud de territorio” que permita comprobar la validez de sus propuestas. O, peor aún, la duda acerca de si no se alineará a último momento con el Frente para la Victoria como un hijo pródigo posmoderno.
Quienes manejen mejor este escenario de “agonía de lo efímero”, serán los triunfadores. Los “aparatos” partidarios están hoy muy desprestigiados y tenemos la impresión que la gente votará sin hacer mayor caso a las “componendas” políticas de las cúpulas, porque ve que se han transgredido ciertos límites morales y esto ha colmado su capacidad de “absorción” psicológica.
Vaya pues una advertencia para los opositores: si las alianzas celebradas reivindicaran “repartijas” amañadas en la oscuridad sin establecer un programa de gobierno explícito, es muy posible que el camino hacia el cadalso se encuentre muy pronto poblado de postulantes. Y la agonía del sueño imposible será vivida no solamente por el kirchnerismo, sino por toda una generación política.
Sería bueno que quienes dudan aún, hablaran con Dilma y Lula al respecto. Y, de paso, con el jaqueado y balbuceante ex chofer de autobús Nicolás Maduro. Todos ellos al borde del abismo.
En la política, como en la vida, todo termina “en su tiempo”; un tiempo que no necesariamente coincide con nuestra ansiedad personal.