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viernes 20 de septiembre de 2013

La mentira de la Reserva Federal

La mentira de la Reserva Federal

¿Por qué estamos sorprendidos de que la FED haya decidido prolongar la alegre emisión de moneda?

Desde la crisis de 2008, y acaso desde la caída de las torres en 2001, Estados Unidos apostó a la licuación de su deuda. La tasa cero, la emisión escandalosa, la devaluación de su moneda, el aumento de su gasto y su déficit y el crecimiento de su endeudamiento, habrían merecido las peores críticas si hubieran sido decisiones tomadas por cualquier otro país del mundo.

En 2007, como ya hemos comentado,  la FED cambió sus estatutos. Donde antes decía que su misión única era proteger el valor del dólar, ahora dice que su primer objetivo es cuidar el crecimiento y LUEGO el valor de la moneda. Esa frase torna totalmente irrelevante su vociferada independencia del poder político. Crecimiento es empleo. Empleo y valor de la divisa son en la mayor parte del tiempo antagónicos. Como se ve en este momento, un dólar fuerte ajusta por desempleo, y un dólar devaluado genera por un tiempo más empleo, y obviamente más inflación. Sus  estatutos no le dejan opción a sus autoridades. Ya no hace falta que sea  o no dependiente del ejecutivo: sus estatutos la obligan a promover el crecimiento; una recesión es entonces impensable, con lo que reaccionará en todos los casos como cualquier político de cuarta: emitamos para crear actividad y empleo. (Otro día explicaremos por qué el empleo no subirá tan fácilmente en EEUU.)

Pero hay operadores que llegan más lejos: encabezados por el otrora respetado Paul Krugman, proponen una «saludable inflación» que licue la deuda y acelere el consumo, la exportación y la creación de empleo. Esta licuación deliberada de la moneda en que se han endeudado, parecería de profunda inspiración kirchnerista: estafemos a los acreedores. La inflación ya no sería una consecuencia de otras políticas, sino el objetivo.

Con su viejo estatuto, la FED debería hacer valer su independencia de los poderes políticos y preservar el valor del dólar. Pero con el nuevo estatuto, sus decisiones serán funcionales a los infladores seriales.

La oportuna marcha de Bernanke, la retirada de Lawrence Summers, y el futuro nombramiento de la flexible Janet Yellen, no son una casualidad.

Queda así atrás la promesa de que se emitiría durante la recesión, pero cuando se reactivara se retirarían los estímulos monetarios para evitar efectos inflacionarios. La inflación, de mágicos efectos de corto plazo sobre el presupuesto, satisfacerá por un tiempo a los demócratas, que quieren más subsidios y welfare, y a los republicanos, que quieren defender sus negocios con el gasto militar y no subir los impuestos a los ricos ni cobrárselos a las grandes empresas.

Cualquier argentino entendería esto.