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lunes 1 de agosto de 2005

La nueva vieja política

A pesar de que el presidente Kirchner afirma repetidamente que ha inaugurado una nueva forma de hacer política en la Argentina, despojada de los vicios y deformaciones que nos llevaron a la ruina como país, una mirada más atenta revela que las cosas no han cambiado tanto como quisiéramos.

El presidente Kirchner insiste permanentemente en su discurso con que quiere terminar con la vieja política y esto incluye, supuestamente, la forma de conseguir los votos para llegar al poder y, una vez en él, la forma de ejercerlo. Como propuesta me atrae sobremanera, porque la vieja forma de hacer política llevó al país a la decadencia en que vivimos y desvirtuó por completo el concepto de democracia. El problema es que por la forma en que está encarando las próximas elecciones y el modo en que gobierna, Kirchner luce más como un fiel representante de la vieja política. Y sus actos de gobierno también son un calco de la vieja política.

En primer lugar, todo parece indicar que la feroz pelea entre el duhaldismo y el kirchnerismo no es otra cosa que la continuación -por otros medios- de la vieja pelea de los 70, entre las alas fascista e izquierdista del peronismo, que tuvo sus máximas expresiones en la masacre de Ezeiza -cuando los dos grupos se masacraron en los bosques cercanos al aeropuerto- y en los ataques de los grupos terroristas de Montoneros y del ERP al gobierno Perón, con la consiguiente represalia de éste mediante la Triple A que comandaba López Rega. Así que esta pelea política no tiene nada de nuevo, salvo que, por ahora, se utilizan otros mecanismos menos sangrientos. Tal como en los 70 la gente quedó indefensa entre el fuego cruzado de ambos bandos peronistas, ahora, al igual que 30 años atrás, la población sufre las consecuencias de la interna peronista. Ni qué hablar de lo que tuvo que soportar la gente por la pelea Menem-Duhalde. Por lo que, de nuevo, no hay nada nuevo, sino la vieja política de ver quién se queda con el poder, que es lo que permite manejar la caja o, para decirlo de otra manera, manejar indiscriminadamente la plata de los contribuyentes.

A propósito del manejo de la caja, ¿qué tienen de nuevo los actos políticos que encabeza Kirchner anunciando obras por millones de pesos en zonas dónde necesita más votos y lo que hacía Duhalde con el Fondo de Reparación Histórica del Conurbano Bonaerense? Destinar millones de pesos para anunciar obras, mientras la seguridad, la ecuación y la salud brillan por su ausencia, es muy, pero muy viejo. De nueva política no tiene nada. Es más, en los 90 que tanto detesta Kirchner (años en los que como gobernador de Santa Cruz recibió mil millones de dólares gracias a las ahora “nefastas” privatizaciones, que luego giró al exterior y de los que todavía no tenemos noticias de que los regresarán al país) todos criticaban los famosos Aportes del Tesoro Nacional (ATN) que manejaba a su antojo el Ejecutivo para “comprar” voluntades provinciales. ¿Qué diferencia hay entre la vieja política de los ATN y la nueva política de tener una ley de presupuesto que le autoriza al Presidente a gastar la plata como le plazca y cambiar a su antojo las partidas presupuestarias? La única diferencia entre la vieja y la nueva política es que ahora dispone de 200 veces más dinero que en los 90. La verdad es que los $ 400 millones de los ATN eran monedas en comparación con todo el monto del presupuesto. Inclusive Alfonsín gobernó sin presupuestos en tiempo y forma. Los presupuestos que se presentaban en el Congreso eran simples rendiciones de cuenta.

¿Qué otra cosa hace la vieja política? Gobernar mediante decretos de necesidad y urgencia. ¿Y por casa cómo andamos?

¿Es acaso nuevo en la política agredir permanentemente a los opositores políticos? ¡Por favor! Eso ya lo hizo Perón en sus dos primeros gobiernos hasta decir “al enemigo ni justicia”, por ni citar a Hitler, Mussolini, Fidel Castro o el mismo Stalin. Eso de enardecer a la gente contra los que piensan diferente es viejo, muy viejo.

Tampoco es nuevo eso de derretir el poder adquisitivo del salario mediante políticas inflacionarias llevadas a cabo por el Banco Central (BCRA) y luego, para distraer a la gente, decir que la culpa es de los comerciantes que suben los precios, cuando la verdad es que es la moneda la que se desvaloriza. Eso se hizo durante décadas en la Argentina hasta llegar a la hiperinflación. Eso también es viejo, muy viejo. Tanto como las leyes de Dioclesiano que mandaba a matar a los que subían los precios.

Despotricar contra la deuda pública mientras el Estado sigue endeudándose tampoco pertenece a la nueva política. Alfonsín se pasó su truncado mandato despotricando contra la deuda y el Fondo Monetario Internacional (FMI) mientras el BCRA acumulaba un fenomenal endeudamiento con el correspondiente gasto cuasifiscal. Hoy, el BCRA sigue aumentando el endeudamiento a paso acelerado y el stock de deuda pública actual es casi el mismo que teníamos antes del default, a pesar de que se hizo una quita del 75% de la vieja deuda. Tal vez sea esto lo único nuevo que pueda mostrar Kirchner: el reemplazo de la vieja deuda por nueva deuda, que por cierto, medida en dólares, hoy es carísima.

¿Pertenece a la nueva forma de hacer política que la esposa del presidente cambie de provincia para presentarse como candidata? No, eso ya lo hizo Graciela Fernández Meijide. ¿Se acuerda de esa señora que hablaba con autosuficiencia aparentando ser la dueña de la moral pública y la transparencia y afirmando que venían a cambiar la forma de hacer política? ¿Qué estará haciendo ahora, después de haber pertenecido a un gobierno que demostró una incapacidad fenomenal para administrar el país? De nuevo, eso es viejo, muy viejo.

Tampoco es nuevo usar las estructuras de la vieja política para llegar al poder y luego tratar de destrozar a los que aportaron el aparato para ganar. Por ejemplo, desde Madrid, Perón incentivo a los terroristas para que generaran caos en el país porque a él le convenía políticamente, y después los persiguió con la mencionada Triple A. ¿Se acuerda cuando desde el balcón los trató de “estúpidos imberbes”?

¿Qué tiene de nuevo en política cerrar la economía para generar una fenomenal transferencia de ingresos de los consumidores hacia los sectores beneficiados por la menor competencia? No tiene nada de nuevo, como tampoco lo es que esos sectores beneficiados embolsen las rentas extraordinarias de no competir y las pongan a buen recaudo, porque saben que esa fiesta no durará para siempre y, además, no tienen necesidad de invertir porque el consumidor es cautivo de sus productos de mala calidad y precios altos.

Dios quiera que algún día terminemos en serio con la vieja política. Esa vieja política de usar la chequera para “comprar” votos, de decir que el que no está con uno está contra uno, de expoliar a la gente hasta sumergirla en la más profunda pobreza y hacer que tenga que mendigarle al puntero una migajas para poder comer a cambio de tener que subirse a un micro para aplaudir en un acto y, al final, si tiene suerte, que le den un choripán.

Toda esta película ya la vimos mil veces. Se estrenó en el 45 y se hicieron varias remakes. Con distintos actores civiles y militares, pero el argumento siempre es el mismo y el final de la película todos lo conocemos de memoria. © www.economiaparatodos.com.ar




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