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lunes 30 de agosto de 2010

La épica y la realidad

Parecería que el país cree que se puede mejorar los niveles de vida de la gente simplemente porque el aire es gratis.

Las discusiones en las que el país se ha metido en los últimos días, como si tuviera tiempo para desvariarse en temas que claramente no pasan por el eje central de las necesidades de la gente, ha terminado pegando –como era lógico– en el ánimo de los tomadores de decisión. Nos guste o no, de esa gente dependemos, pues de lo que ellos decidan surgen posibilidades, se abren oportunidades, se genera trabajo, se multiplica la riqueza y se puede aspirar, en suma, a vivir mejor.

Y la verdad es que las señales que el país les ha estado enviando a esa gente en estos últimos días no han podido ser peores: revisión de hechos que ocurrieron hace 40 años, sospechas fuertemente fundadas de que el gobierno busca solidificar una estructura de control de la opinión, indicios de un Estado espía que extorsiona a quienes se le retoban, en fin, un conjunto de disparates que no hacen otra cosa que ahuyentar a aquellos que buscan lugares pacíficos y seguros donde poner su dinero.

Si bien esta situación se ha llevado a un punto casi rayano en la ridiculez estos últimos días, lo cierto es que este “clima” antiinversión y antinegocios no es nuevo en la Argentina. No sé muy bien qué idea se tiene acerca de cuál es la fuente del bienestar y del progreso, pero parecería que el país cree que se puede mejorar los niveles de vida de la gente simplemente porque el aire es gratis.

Para responder a los que están conformes con los actuales niveles de inversión, bastaría con preguntar qué gran empresa se ha instalado en la Argentina en los últimos 10 años; qué nuevo capital, fresco, original, ha llegado al país para emprender un proyecto nuevo; qué nuevos jugadores económicos existen en el mercado hoy; cuál es la tasa de inversión extranjera directa de la última década; cuántos argentinos han sido empleados por empresas nuevas que se han abierto como consecuencia del afincamiento en el país de dinero nuevo…

Todas estas preguntas tienen respuestas tristes. Es más, no solo no ha llegado nadie, sino que muchos de los que estaban han decidido irse, cansados ya de tanta improvisación, de tanto atropello, y de tanta desprolijidad. Otros decidieron esa movida como consecuencia de ver lo que les ocurría a los demás. Vamos camino de quedarnos solos; dueños de una razón impráctica; felices en la miseria del aislamiento.

Un encumbrado empresario apretado recientemente por Moreno para que asistiera a la presentación de la presidente por el caso Papel Prensa, cuando se le preguntó que iba a hacer, respondió: “Mire no sé lo que voy a hacer… Pero de lo que estoy seguro es que este país me tiene los huevos llenos… La verdad es que dan ganas de irse…”.

Ningún país progresa “llenándole los huevos” a aquellos que tienen la posibilidad de llevarse sus dineros a otro lado. Esa sangría de recursos de capital empobrece a todos; incluso a los que se creen muy revolucionarios porque se jactan de “llenarle los huevos” a los pudientes.

Es muy triste el horizonte de la Argentina de hoy, ensimismada, como parece estar, en discusiones de asambleas estudiantiles protagonizadas por hombres grandes que a esta altura ya deberían haber entendido cuál es el verdadero sentido de la épica. Porque mientras ellos actúan unos roles por los que creen ganarse el bronce de la Historia, la gente se muere de hambre, se muere asesinada en la calle por la galopante inseguridad, ve disgregarse sus ahorros por el cáncer de la inflación y reduce sus niveles de vida hacia los extremos de una sociedad pobre, mal alimentada, mal vestida, sin porvenir y sumida en el desasosiego de la incertidumbre.

¿No será hora de que esa épica hueca, que muchos sospechan no es más que el envoltorio público de conveniencias personales, se deje de lado para concentrarse en las decisiones, políticas e inclinaciones que hagan ver a la Argentina como un lugar atrayente para ganarse la vida, y de paso, mejorar la condición de todos? © www.economiaparatodos.com.ar

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