La relación China-Argentina y la visión del Master Zen
Un niño de un pueblo chino recibió un caballo como regalo cuando cumplió catorce años. La mayoría de los habitantes del pueblo celebró diciendo “¡Qué maravilloso!”. Pero mientras el chico montaba el animal y el resto festejaba, el Master Zen dijo “ya veremos”. Dos años más tarde el chico se cayó del caballo y se quebró una pierna. “¡Qué tremendo!”, exclamaron todos. Pero el Master Zen lanzó “ya veremos”. Poco tiempo después vino la guerra. Y los jóvenes fueron enviados a pelear. El muchacho se salvó por su pierna y en el pueblo festejaron: “¡Qué maravilloso!”. ¿Y qué dijo el hombre sabio? Lo mismo de siempre: “Ya veremos”. Tal vez esta sea la frase para describir la relación entre la Argentina y China.Por un lado, la venta de granos y el alto precio de las commodities representan un beneficio para el país. Por el otro, el aumento del déficit bilateral industrial resulta una pesadilla. “Son procesos en escrutinio permanente, dueños de una trama muy potente”, dice Sergio Cesarín, profesor de la Universidad Tres de Febrero.
¿Crisis u oportunidad?
El crecimiento de la economía china de las últimas décadas garantiza un piso para la expansión argentina. ¿Por qué? Básicamente porque su demanda elevada de alimentos sostiene los precios de los granos en un nivel más alto que el histórico.
Pero, además, el crecimiento chino dinamiza al resto del mundo y eso es una buena noticia para la Argentina. El buen desempeño de Brasil en los últimos años –que benefició sin lugar a duda a la Argentina–, también se debió a China. Sin embargo, hay visiones críticas ya que la relación con el gigante asiático plantea un intercambio desigual. Esto sucede básicamente en el sector industrial donde la Argentina produce bienes más caros que su socio.
En los últimos años hubo una avalancha de importaciones de partes y piezas chinas que desplazaron a sus competidores nacionales. Y desde ese punto de vista la relación no luce tanto como una oportunidad sino más bien como una amenaza para las fábricas y los puestos de trabajo en las actividades manufactureras. Cesarín define la situación del siguiente modo. “La verdad es que no están muy bien definidos los campos de la relación, ¿se trata de una crisis o de una oportunidad?”.
En un reciente seminario sobre el tema que se realizó en la Universidad Autónoma de México, los expositores llegaron a la conclusión de que llevará tiempo definir el cuadro de situación y que hasta tanto la relación tendrá sus bemoles. “En un comienzo había ilusión porque se hablaba de un mayor intercambio en tecnología y en servicios –relata Cesarín–, pero luego vino una etapa de más pesimismo, que es la que vivimos actualmente, donde la primarización de las economías sudamericanas enciende la alerta sobre qué tipo de relación estamos teniendo con China”.
El Gobierno rechaza los argumentos sobre la primarización de la economía por culpa de la sojización. Señala que las principales exportaciones del país son las de los productos industriales (por encima de los primarios y de las manufacturas de origen agropecuario). Además, sostienen en el oficialismo, las exportaciones más dinámicas en los últimos años fue ron las industriales. Los más críticos del Gobierno refutan esa visión. Destacan que los principales productos que el país vende al exterior son bienes con bajo valor agregado y que los productos industriales exportados son autos fabricados con partes y piezas de China o Europa. Además, ningún país del mundo (salvo Alemania) tiene un superávit comercial industrial con China.
El trato chino
“Debemos hacer estudios de factibilidad sobre el establecimiento de una zona de libre comercio entre China y el Mercosur”, dijo el primer ministro de China, Wen Jiabao, en la semana. Propuso en Buenos Aires suscribir una declaración conjunta sobre el fortalecimiento de las relaciones con el bloque. El tema será analizado por los presidentes del Mercosur en la cumbre que se hará en Mendoza. Wen mencionó la posibilidad de “profundizar la cooperación” en todos los campos, incluido el comercial, con vistas a duplicar para 2016 el volumen de intercambio. Para Cristina Kirchner se trata de una oportunidad. “Un acuerdo entre el Mercosur y China les dará valor agregado a nuestras economías”, sostuvo. Y calificó la propuesta de China como una “oportunidad histórica” para el Mercosur y se mostró confiada en llegar a acuerdos “que combinen los intereses de ambas partes”.
Sin embargo, muchos especialistas creen que no es una buena idea. “Un acuerdo de ese tipo puede ser ventajoso para economías como las de Chile o Perú, en las cuales su estructura industrial no es tan desarrollada como la argentina o la brasileña”, dice Cesarín. “Pero con la Argentina deben tenerse en cuenta varios aspectos”. El comercio bilateral con China resulta cada vez más deficitario y los beneficios sobre el empleo industrial están por verse aún.
El avance
La propuesta de Pekín sobre el acuerdo con el Mercosur resultó tentadora para los presidentes de la región. China hoy es uno de los principales socios comerciales del bloque, al que compra principalmente granos y alimentos a cambio de productos con alto valor agregado. En 2011 China exportó al Mercosur US$ 48.451 millones, un 34,5% más que en 2010, mientras que importó desde el bloque sudamericano por US$ 51.033 millones. Esta balanza comercial positiva para el Mercosur se debe a la incidencia del volumen de comercio de China con Brasil. El resto de los socios no corre con la misma suerte. Por ejemplo, la Argentina registra, desde hace varios años, un déficit en el comercio bilateral. En América Latina sólo Chile y Perú tienen un acuerdo de libre comercio con China. Colombia está muy cerca de cerrar un entendimiento similar.
En los últimos años se experimentó un aumento del interés de las empresas estatales chinas en Sudamérica. Sus inversiones se concentran en los sectores más extractivos como el minero, el petrolero, el agroalimentario y el gasífero. “También se ve más interés de los bancos chinos para apalancar los proyectos de las firmas chinas como el proyecto del Belgrano Cargas en la Argentina o rutas en Bolivia”, dice Cesarín.
Por último, un dato que refleja bien el avance chino sobre la región. El principal acreedor externo de Ecuador son los bancos estatales chinos. “Este tipo de disposición que combina lo comercial y lo financiero demuestra la inserción intensa de China”. No hay país de la región donde el tema China no sea importante en la agenda. Sin embargo, para los especialistas aún no se sabe hasta donde evolucionará la integración entre los países sudamericanos y China. Como diría el Master Zen, “ya veremos”.
Recuadro: Un comercio que se primariza cada vez más
La Argentina ha tenido históricamente déficit comercial con China. En los últimos cuatro años el mismo se ha incrementado 729%, pasando de US$ 482 millones en 2008 a US$ 3.997 millones en 2011. A su vez, la composición de las exportaciones e importaciones es altamente desfavorable para la Argentina. En el 2011 el país ha enviado a China 8% de sus exportaciones – US$ 6.615 millones– de los cuales el 72% corresponde a bienes primarios, el 19% a manufacturas de origen agropecuario (MOA), el 3% a manufacturas de origen industrial (MOI) y el 7% a combustibles. Es interesante notar que en 2009, los productos primarios representaban el 36% mientras que las MOA el 54%. O sea que estas últimas perdieron 36 puntos porcentuales y eso evidenció la primarización de las compras chinas. Este hecho se encuentra vinculado a la merma de la adquisición de aceite de soja a partir de 2010.
Como contrapartida, 98,7% de lo que la Argentina le compró a China en 2011 fueron productos industriales. China es el país más poblado del mundo y frente a su acelerado crecimiento emprendió hace ya varios años una estrategia de inversiones, tratados comerciales y negociaciones que le permitan asegurar el abastecimiento de commodities y alimentos para continuar dicho proceso. “Frente a esto y bajo las actuales condiciones es poco probable que la Argentina mejore la composición de la canasta exportada a dicho país”, dice un artículo de la consultora abeceb.com.
Fuente: El Economista.com.ar