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jueves 29 de noviembre de 2007

La solución mágica (Nota II de III)

El voto electrónico se presenta como la herramienta que pondrá fin a todos los problemas del acto electoral. Sin embargo, llevadas a la práctica, sus ventajas no parecen ser tan reales.

En la nota de la semana pasada, comparábamos el sistema electoral actual con un auto añoso y sin mantenimiento que termina fundiéndose. Inmediatamente un comedido recomienda comprar un auto moderno. Mi sensación con el voto electrónico es muy similar a la que tengo cada vez que alguien pretende comprarse un súper auto deportivo para transitar por la Argentina y me pregunto: ¿qué pasa en la primera cuneta? ¿Qué pasa si a la velocidad que dan esos autos agarrás uno de los pozos que mantienen nuestros intendentes? ¿Es el súper auto deportivo el auto para transitar las calles de la Argentina?

El voto electrónico tiene dos ventajas teóricas importantes que, además, resaltan ante los hechos vividos en las distintas elecciones de este año. Primero, asegura la presencia de todas las boletas en el cuarto oscuro. Es decir, la computadora que ofrece las opciones para votar no “se olvidará” ninguna boleta y por lo tanto los electores podrán elegir con todas las opciones a la vista. Segundo aporta precisión y velocidad al escrutinio. Se hacen las 18:00hs y en segundos cada urna es escrutada y en pocos minutos todos los resultados llegan al centro de cómputos y ya sabemos quien gano. Algunos fantasean con una tercera ventaja: la desaparición de la cola porque asumen que todo lo que tiene que ver con electrónica es necesariamente veloz. Digo, fantasear, porque hace falta caminar por la calle Florida y observar las colas en los cajeros automáticos los días de pago o los viernes a la tarde para darse cuenta de que esto no es tan así.

Estas dos ventajas teóricas implican una serie de supuestos que ni bien son sacados a la luz siembran cuando menos algunas preocupaciones.

En la elección pasada hubo 27 millones de electores habilitados para votar, divididos en algo más de 73.000 mesas. Esto implica 73.000 computadoras que deben comprarse, cargarse con el software correspondiente a su destino, entregarse en cada lugar acompañada de su teclado, pantalla especial y el componente de seguridad que se elija. Además, hacen falta las impresoras y todo el “cablerío” correspondiente.

Estamos asumiendo que la estructura electoral que no pudo entregar a tiempo unas cajas de cartón plegadas podrá si hacerlo con unos delicados equipos que no pueden ser golpeados, ni sacudidos, ni cubrirse de polvo. Por otra parte, no imagino a muchos ladrones tentándose con un botín de varios kilos de papel y cartón, pero sí es probable que algunos se tienten con un buen cargamento de electrónica.

Ahora, suponiendo que la nueva estructura es reforzada (con lo cual la vieja también funcionaría) y logra entregar en tiempo y forma todo el equipamiento, ahí no acaba el problema. Las computadoras deben enchufarse: alguien debe enchufarlas, los enchufes tienen que coincidir y el lugar tiene que tener corriente permanente y estable.

Ese alguien es un presidente de mesa. Para algunos, la ausencia de presidentes de mesa fue la principal causa del colapso del sistema, esto no se vería solucionado, seguirían haciendo falta presidentes de mesa que además de leer y escribir sepan enchufar una computadora y prenderla, y entiendan rápidamente el software que tienen que manejar. ¡Ah no! Es que serían capacitados… Entonces, ¿por qué no capacitamos a los presidentes de mesa actuales?

Bueno suponiendo que el sistema pudo entregar en tiempo y forma todo el equipamiento, que hubo presidentes capacitados para recibirlo y ponerlo en marcha puntualmente, que encontraron enchufes para alimentar las computadoras (las normas actuales de seguridad en las instalaciones eléctricas implican menos enchufes y ninguno en lugares accesibles), que las compañías eléctricas puedan garantizar servicio eléctrico sin fallas y las de seguridad evitar los atentados al sistema eléctrico, nos queda analizar los fallas de las computadoras. Nunca vi una urna de cartón que no funcione… pero créanme he visto muchas computadoras que fallan. ¿Qué porcentaje es aceptable para la industria? Es decir lo que habitual y comercialmente cubriría con la garantía. Supongamos que 1%, es decir un porcentaje despreciable, o lo que es lo mismo alrededor de 730 urnas, lo que implica que habría más de 250.000 votantes cuya urna no funcionaría. Es decir un número superior al de electores que hay en cualquiera de las siguientes provincias: Catamarca, La Pampa, La Rioja, San Luis, Santa Cruz, y Tierra del Fuego.

Algunos pensarán que hay una falla en el razonamiento del párrafo anterior. Al usar computadoras, el sistema debería ser más veloz y, por lo tanto, habría más votantes por mesa, menos mesas, menos computadoras y menos fallas. Sin embargo, en el ensayo de voto electrónico que se hizo en las mesas de extranjeros de algunos distritos de la provincia de Buenos Aires, el sistema tenía previsto un plazo de votación máximo, pero extendible, de 90 segundos por votante. Hay que recordar que los extranjeros votaron sólo tres categorías. Suponiendo que mantenemos ese plazo como promedio para los votantes argentinos que votan cinco categorías y le agregamos 10 segundos para entrar al cuarto oscuro, ponerse delante de la computadora hasta iniciar el proceso y el tiempo que le lleve salir del cuarto oscuro. Esto hace que en mesas de 390 votantes a 100 segundos por cada uno debamos prever 10 horas con casi 50 minutos. Es decir, 50 minutos más que el horario establecido para que las mesas permanezcan abiertas.

Pero sigamos adelante, supongamos que o porque los votantes fueron más rápidos o por la ausencia de algunos, se pudo terminar de votar a tiempo. Ahora hay que imprimir el acta de escrutinio. Supongamos también que las 73000 impresoras funcionan, tienen papel y tinta si hace falta. Ahora ha llegado el momento de transmitir los datos al centro de cómputos…. los teléfonos tienen que funcionar, la directora del colegio tiene que estar para abrir la dirección dónde siempre esta guardado el teléfono, la ficha tiene que ser americana, no tiene que haber ruido en la línea y entonces tendremos nuestro escrutinio rápido.

Quedan todavía algunos problemas por verse: ¿Cómo votan, por ejemplo los analfabetos y no videntes que hoy llevan las boletas desde su casa? ¿Qué pasa en los lugares alejados sin corriente, sin teléfono, etc?

Si todos los problemas anteriores han sido superados, problemas inmensamente más difíciles que los que no supera el sistema actual, debemos recién entonces preocuparnos por los “pícaros” que intentan hacer trampa. Es decir, hay que fiscalizar el software para que muestre todas las boletas, para que cuente bien, para que no haya trampa o hackeo en el envío de datos. Cumplido esto hay que fiscalizar al presidente de mesa todavía podría decirle que no puede votar a quienes sospecha votarán a un opositor, y fiscalizar las carteleras que deben ponerse en los lugares de votación mostrando las posibilidades que hay.

No solo los opositores a Chavez, el amigo de nuestro matrimonio presidencial, denuncian múltiples fraudes con el voto electrónico; también en USA dónde en muchos lados solo se usa la computadora para contar hay múltiples denuncias de software adulterado, votos que no se suman, etc.

Pero quizá el mayor problema que enfrenta el sistema es la posible pérdida del secreto. En el sistema actual, una vez que votaron 4 o 5 personas ya es prácticamente imposible saber que votó cada uno. La lógica del sistema informático hace que se registre horario de votación del votante y horario de emisión del voto para el candidato A. No es muy difícil unir una cosa con otra y saber que el voto para el candidato A registrado 30 segundos después que Juan se presentó en la urna es de Juan. Y si no que le pregunten a los empleados estatales venezolanos.

Lamento, por lo tanto, llegar a la conclusión de que un sistema que es más caro que el actual, implica igual necesidad de compromiso ciudadano, tiene una logística más difícil, una implementación más complicada, una fiscalización técnica de dificultad muy superior a la actual y, además, pone en riesgo el secreto del voto no es la solución mágica. © www.economiaparatodos.com.ar

Jorge Ludovico Grillo fue candidato a concejal en Vicente López en las últimas elecciones. Su página web personal es www.ludovico.com.ar .

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