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domingo 17 de abril de 2011

LA SUERTE NO ES UNA ESTRATEGIA

En todos estos años el gobierno no ha tenido una estrategia de crecimiento de largo plazo. Más bien ha tenido suerte y ha creído que la suerte es un modelo económico.

Poco tiempo atrás, debatiendo sobre el futuro de la Argentina, un amigo me dijo una frase que me parece que describe claramente la situación actual. La frase es la siguiente: “Es preferible errar con una estrategia que acertar de suerte, sino te convences que la suerte es una estrategia”. ¿Qué nos dice esta frase? Que uno puede zafar de suerte o casualidad en una situación complicada, pero no puede esperar que siempre la suerte o la casualidad le salven la vida.
Llevando la frase a la política económica del kirchnerismo, podríamos decir que en rigor no tiene una estrategia. En todo caso hay un objetivo, pero no hay una estrategia o método para alcanzar ese objetivo. El objetivo puede ser el de concentrar todo el poder y mantenerlo aún violando todas las normas de la democracia republicana, pero desde el punto de vista económico, lo que sabemos es solamente que la política económica se subordina a las necesidades electorales del gobierno. En lo económico no hay una estrategia de largo plazo, solo tácticas de corto plazo y encima contradictorias. Pero, lo que es más importante, el fuerte contenido populista de la política económica requiere de recursos para ser redistribuidos arbitrariamente. ¿De dónde surgieron esos recursos durante todos estos años? De la suerte. A mediados de 2002 la soja comienza a subir de precio y luego tomará un impulso alcista al punto que hoy, más que duplica los valores de 1999 y 2000. Al mismo tiempo Brasil, nuestro principal socio comercial, tenía un tipo de cambio de 3 reales por dólar en mayo de 2003 y luego comenzó a bajar la divisa norteamericana hasta llegar a los actuales niveles en que perforó la barrera de 1,60 reales por dólar. Este fortalecimiento del real permitió que, por ejemplo, la industria automotriz local exportara crecientes cantidades de automóviles a Brasil reactivando dicho sector. Solo estos dos elementos permiten advertir que el nivel de actividad se recuperó a pesar de los kirchner y no por virtud de su política económica. Tuvieron suerte desde el inicio y transformaron esa suerte en su método. Apostar a tener suerte todo el tiempo y continuar con el despilfarro de recursos. Esta misma estrategia de apostar a la suerte no hubiese durado lo que duró si la suerte hubiese sido diferente. Y distinta hubiese sido la historia si hubiese habido una estrategia de crecimiento de largo plazo basada en la inversión aprovechando las excepcionales condiciones internacionales.
Veamos la estrategia del kirchnerismo de otra manera. Es como si José estuviera mal económicamente y se le muere una tía rica que le deja su herencia. Si José no trabaja, consume lo heredado de su tía y apuesta a que antes de caer en crisis va a morir otra tía rica que también le dejará otra fortuna, estará creyendo que su método es la suerte. Pero un día, puede darse la circunstancia que José ya no tenga más tías ricas que heredar o bien su tía rica que le queda viva siga viviendo. En ese caso su estrategia de tener suerte se habrá acabado. Esto es lo que hace el gobierno, apuesta permanentemente a que las condiciones internacionales se mantendrán y por eso pone el acento, al igual que José, en consumir. No tiene una estrategia de crecimiento de largo plazo, solo tiene el método de la suerte. Y si no veamos lo que le pasó al gobierno en 2009. Cambio el mundo y entró en crisis.
Los aprietes de Moreno, el ataque al campo en el 2008, la confiscación de los ahorros que teníamos en las AFJP, los piquetes de Moyano, los flujos de ingresos que nos quitaron de ahorro privado para nuestra jubilación y ahora los intentos por copar las empresas privadas modificando una ley por DNU, y encima con el Congreso sesionando, son algunos de los ejemplos que pueden darse para mostrar que el kirchnerismo es una máquina de espantar inversiones, desestimular el trabajo y apostar a heredar a otra tía rica (la santa soja).
Ni siquiera es creíble el argumento de sustitución de importaciones estableciendo autorizaciones no automáticas para 600 posiciones arancelarias, porque tampoco ese es un método de desarrollo, es solo una medida para evitar un problema cambiario que, por cierto, ya se viene insinuando con un dólar paralelo a $ 4,2. Es decir, cuando el gobierno vio que se le caía el saldo de balance comercial, que es el que le financia la fuga de capitales, cerró la economía para evitar que la fuga de capitales superara el saldo de balance comercial e impactara sobre el tipo de cambio. Lo que intenta es agrandar el saldo de balance comercial reduciendo importaciones y no aumentando las exportaciones, para, de esa forma, tener resto ante una mayor dolarización de los portfolios.
Sí podemos afirmar que el gobierno tiene un método de gobierno que consiste en ignorar el estado de derecho, la propiedad privada y las más elementales reglas de una democracia republicana. Ese es un método de gobierno, que solo es sustentable con plata o recurriendo a la represión salvaje. Por ahora la plata que consigue el gobierno no depende de un método o estrategia de crecimiento de largo plazo sino que depende de la suerte: dólar barato en Brasil y precio de la soja.
También cabe recordar que al método de la suerte aplicada por el kirchnerismo, se le debe agregar el consumo de stock de capital de los 90. Después de todo este gobierno se consumió las reservas gasíferas, las inversiones en energía, el stock ganadero, las rutas (quien viaje por el interior del país en auto sabe de lo que estoy hablando) y nuestros ahorros en las AFJP. Otra manera de financiar el populismo.
La pregunta es que surge frente a la estrategia de la suerte que usa el gobierno es la siguiente: ¿qué puede llegar a hacer en el caso de no tener más suerte? Teniendo en cuenta el sistema del apriete mencionado anteriormente, el desprecio por los derechos de propiedad y el escaso respeto por una democracia republicana, lo más probable es que avance aún más sobre los derechos de propiedad y, encima lo venda como un beneficio para el que perjudica. A esta altura del partido, ¿quién puede decir que es imposible una estatización del comercio exterior? Por ejemplo creando nuevamente el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) por el cual el gobierno sería el único que compraría la cosecha de granos y luego la exportaría. Así, diría que los productores son unos egoístas porque ya no pagan más derechos de exportación, pero podría llegar a pagarles la mitad del precio internacional para quedarse con la diferencia y redistribuirla y encima decir que les quitó las retenciones. Después que nos confiscaron los ahorros en las AFJP con el argumento de defendernos, ¿alguien se anima a afirmar que otro IAPI no puede llegar a nacer? Es más, si la estrategia de la suerte se acabara, tal sería la desesperación por recursos que lo único que cabe esperar es una avalancha de medidas contra la propiedad privada, ya sea en stock o en flujos. Algo que el kirchnerismo ha dado acabadas muestras de estar dispuesto a implementar con tal de sostener su populismo económico.
La realidad es que a los argentinos, e inclusive a los productores agrícolas, les resultaría más económico que mañana bajara la soja a U$S 150 la tonelada porque entonces quedaría en evidencia que la suerte no es un método y que el populismo autocrático es infinanciable sin suerte. Si luego subiera la soja, con una estrategia de largo plazo y no creyendo que la suerte es un método, Argentina podría recuperar rápidamente la senda del crecimiento y los productores recuperarían lo que perdieron mientras la soja estuvo en U$S 150.

Por ahora, mientras el gobierno pueda financiar el populismo gracias a la santa soja, seguirá creyendo que la suerte es una estrategia. Y a esa suerte la presentará como el famoso modelo de inclusión social con matriz productiva diversificada.