| El rol que nos ha sido asignado a los productores por este “modelo K” es el de siervo de la gleba. Nuestra función es triple:
1. Ser proveedores de dinero: Por un monto total de casi $15.000 millones anuales ($7.000 millones anuales de retenciones, impuestos, etcétera) que supera en casi un 50% lo que aportan en dinero los demás sectores. Este dinero es la caja que permite desde “borocotizar”, “transversalizar” o “pluralizar”, hasta adherir a intendentes, gobernadores y sindicatos.
2. Ser proveedores de carne y pan: El modelo enuncia esto y el plan es para eso. Las pérdidas del sector ganadero y el interior son del 30% de las ventas mensuales de un millón de cabezas. O sea de 300.000 cabezas de $800 promedio cada una, que hacen un total mensual de $240 millones por mes, lo que totaliza $2.880 millones por año. Lo único sorprendente es que esta pérdida directa del sector (no se cuentan las innumerables consecuencias en cascada de esta batería de medidas agricidas que se retroalimentan, como -por ejemplo- la imposibilidad de hacer destete precoz, entore anticipado, feed-lot y muchísimas más, la caída en la venta de insumos, entre otras) no llega para nada al consumidor a quien se alega defender. En efecto, la rebaja en mostrador es de aproximadamente un 1,7%.
3. Dar a los resentidos y a los rencorosos un chivo expiatorio, un malo de la película, un culpable: la oligarquía vacuna (190.000 oligarcas): Puede así ejecutarse una venganza letal contra el sector más indefenso de la sociedad, el más útil, el más tradicional, pero el que menos poder político tiene. Pueden así los operadores del modelo, hasta que colapse por sus propias contradicciones, conseguir algunos votos fomentando el odio, los conflictos y la mentira aprovechándose de la ignorancia de algunos sectores y mandando patoteros a controlar precios ante la inoperancia de un Poder Judicial desactivado y amedrentado.
Lo que respetuosa y temerosamente peticionaríamos, si no lo toman a mal y sin ánimo de molestar, es que se atenúe la sumatoria de discriminaciones (IVA diferencial, cuádruple imposición al campo, ente propio de investigación –ONCCA-, aportar un 50% más que el resto de los sectores, prohibición de exportar nuestra producción, etcétera) hasta que podamos adecuar el stock de 54 millones de cabezas a un número adecuado de 36 millones de cabezas vacunas para llegar a un ratio de 1:1 (una cabeza vacuna per cápita). Lo que no parece justo y razonable es agregar a esta venganza de los resentidos un permanente insulto al sector.
Lo feo sería que este arrinconamiento y castigo, esta eficaz venganza, produzca levantamientos de los que ya no tengan más esperanzas, perdido por perdido. Hay que dejar la reacción a la venganza de las vacas, cuando ya no haya más.
Mientras dure este calvario, hasta que todo este modelo explote por el aire, debería tratar de mantenerse algún stock que permita reconstruir el país cuando vuelva la cordura, el equilibrio, el sentido común y un marco institucional más o menos responsable y retomaremos nuestro rol dentro del sacerdocio de ser productor argentino.
Ante este listado de agresiones, discriminaciones, insultos y exacciones deberíamos, respetuosa y sumisamente, dejar y consentir a los resentidos, ignorantes, agresores, piqueteros (lo mejor y más sano de la población, o, respetuosamente, justo al revés) que sigan vengándose aplicando la venganza por la venganza misma, o mejor aún, su venganza sadomasoquista, paranoica, obsesiva, o mucho mejor aún, su venganza al divino botón.
De todas maneras, perdónalos Señor, porque no saben lo que hacen. Y si lo saben, también los perdonamos, tratando de olvidar y reconstruir, si nos dejan y cuando nos dejen. © www.economiaparatodos.com.ar
Eduardo Helguera es productor agropecuario. |
