Ladrones errantes y ladrones estables
A propósito del gradualismo
El argumento que suelen usar los más fanáticos defensores de la política gradualista del gobierno, suele consistir en decir que si aceleran las reformas, se produciría una crisis social, caería el gobierno y vendría el peronismo que explotaría más al contribuyente con más gasto público. Algo así como: aguanten mi explotación que si no vienen otros y va a ser peor.
Este argumento me hizo recordar un pasaje del libro Poder y Prosperidad, de Mancur Olson, en el que analiza la situación de un pueblo chino en la década de 1920 que es constantemente sometido al saqueo de bandas de ladrones errantes. Los ladrones errantes son aquellos grupos de delincuentes que entran en el pueblo y como no piensan quedarse a vivir en él, le roban a la población todo lo que tiene. Esa población vive en la mayor de la pobreza porque tienen pocos estímulos para producir y mejorar dado que saben que, en cualquier momento, aparecerá la banda de ladrones errantes a robar para luego irse a otro pueblo a seguir robando. ¿Para qué producir si todo el fruto del trabajo es robado sin piedad por los ladrones errantes?
Esto sucede hasta que un día aparece el ladrón estable, que es aquél que entra en el pueblo con su banda de delincuentes con el objetivo de quedarse a vivir allí. Ahora bien, el ladrón estable les ofrece a los habitantes defenderlos de los ladrones errantes a cambio de una parte de los bienes que producen. Es evidente que, en términos relativos, los habitantes de ese pueblo van a estar en mejores condiciones bajo la opresión del ladrón estable que sometidos a los constantes ataques de los ladrones errantes. El ladrón estable sabe que, para diferenciarse del ladrón errante, tiene que robar un poco menos que éste, porque si no el habitante del pueblo va a estar en un punto de indiferencia. Además, el ladrón estable tiene que darle algún estímulo al habitante del pueblo para que siga produciendo y le transfiera parte de sus bienes a él. Si el ladrón estable actuara de la misma forma que el ladrón errante, el habitante del pueblo no tendría estímulos para producir y no podría mantener al ladrón estable y, justamente, lo que éste quiere es que la gente lo mantenga en base a la amenaza que él puede infligirles por medio de la fuerza bruta.
Es obvio que, como decía antes, la población de ese pueblo estará mejor, en términos relativos, bajo el dominio del ladrón estable que acosado permanentemente por el ladrón errante. Sin embargo, esa población no está en su óptimo. Su óptimo es no ser víctima ni del ladrón errante, ni del estable. Su óptimo es tener asegurado su derecho de propiedad de manera de tener estímulos para producir y progresar.
Planteado el razonamiento de Mancur Olson, me apuro a aclarar que si uno traslada ese ejemplo al caso argentino, no digo que este gobierno le robe a la gente, me refiero a la carga impositiva que sigue aplicándole a una parte de la población. El argumento es que no se pueden bajar más los impuestos porque no se puede bajar más el gasto público a riesgo de tener una crisis social. Dicho en otras palabras, es como si nos dijeran: si bajamos más el gasto público, vuelven los ladrones errantes y vas a estar peor, así que aguantá esta presión impositiva que no es tu óptimo pero es el mal menor. En rigor, considerando que la carga impositiva no es solo de la nación, sino también de las provincias y de los municipios, lo que ha ocurrido, al menos en la provincia de Buenos Aires que tiene un gobierno del mismo signo del gobierno nacional, es que la nación ha bajado marginalmente los impuestos y la provincia los ha aumentado brutalmente. Me refiero, por ejemplo, al impuesto inmobiliario.
El argumento del gradualismo es el preferido de algunos legisladores de Cambiemos, sin embargo no parecen estar muy inclinados a bajar el gasto gradualmente ni a hacer grandes sacrificios de austeridad.
Gráfico 1
El gráfico 1 muestra la evolución del gasto del Poder Legislativo Nacional en dólares corrientes (para 2018 utilicé un tipo de cambio de $ 20). Cómo puede verse, entre 2007 y 2018 el gasto del Poder Legislativo se habrá multiplicado por 5 y si lo analizamos en pesos constantes de 2018 se multiplica por 2 usando el IPC.
Gráfico 2
Resulta difícil imaginar que vaya a producirse un estallido social si el Poder Legislativo reduce su gasto, finalmente, no es solo responsabilidad del Ejecutivo poner en orden las cuentas fiscales, sino del conjunto de la dirigencia política. Los gráficos 1 y 2 hacen dudar de la real voluntad de disminuir el gasto público cuando legisladores oficialistas insisten con el estallido social. ¿Es miedo a estallido social o miedo a perder el negocio de la política? Esta misma pregunta podemos formularla para el caso de los planes sociales, ¿es miedo al estallido social o se pierde parte del clientelismo político?
La estrategia del gobierno está centrada en no bajar el gasto público en términos absolutos. Por el contrario, piensa aumentarlo al ritmo de la inflación apostando a que el PBI va a crecer y el gasto sobre el PBI se va a ir licuando. No habría tanto una reforma del estado sino un país con mayor ingreso que le permitiría, con un esfuerzo razonable, dilapidar en un estado sobredimensionado.
El punto a considerar es si, al igual que en el caso de los ladrones errantes y ladrones estables, estamos en una situación de ladrones estables que nos dejan trabajar pero nos confiscan buena parte de nuestros ingresos con lo cual no estamos en el óptimo y no podemos crecer. Nuestro crecimiento está limitado a lo que nos confisque el ladrón estable. Insisto una vez más, no estoy diciendo que el gobierno está compuesto por ladrones, solo uso la metáfora que utiliza Mancur Olson en Poder y Prosperidad para mostrar que no se trata de reemplazar a un ladrón errante por uno estable para crecer, sino que los países crecen cuando tienen gobiernos limitados que respetan el derecho de propiedad. Si el estado nos va a seguir confiscando el fruto de nuestro trabajo para financiar más de 50 planes sociales, empleados públicos y el negocio de la política, entonces no va a haber estímulos para invertir e incrementar la riqueza. Dicho en otras palabras, no habrá estímulos para crecer en forma sostenida y, de ahí, mis dudas que el gasto público termine licuándose sobre un PBI más grandes. Normalmente, estos ensayos terminaron en que el que quedó licuado no fue el sector público sino que fue licuado el sector privado. Justamente el generador de riqueza.
Ya pasaron algo más de dos años y sigue sin aparecer la lluvia de inversiones. La evidencia muestra que el sector privado no está dispuesto a invertir bajo estas condiciones de presión tributaria, legislación laboral y precariedad fiscal. Tal vez sea hora de ensayar otro camino.
ESTA NOTA ORIGINALMENTE FUE PUBLICADA EN http://www.infobae.com