Las caprichosas vendettas de Máximo y Cristina
“El juicio y la condena constituyen la venganza favorita de los hombres y mujeres
ESPIRITUALMENTE LIMITADOS y una especie de compensación por el hecho de haber sido mal
dotados por la naturaleza” (Friedrich Nietzsche)
Comienza a advertirse que tanto Cristina como su hijo Máximo, han comenzado a intensificar los ataques contra quienes los ridiculizan por estar hartos de sus arbitrariedades.
Madre e hijo no le perdonan a nadie por haberse equivocado EN SU PRESENCIA y, por distintos medios, utilizan los servicios de algunos mercenarios para incomodar a los que ya sin disimulo “hablan” a sus espaldas.
Tenemos la impresión que lo que intenta salvar la “famiglia” es el dinero (¿mal?) habido en estos años, porque han abandonado temporalmente la seducción ejercida sobre los seguidores del “modelo” y ocupan la mayor parte de su tiempo en esparcir el espíritu de venganza con que
enfocaron siempre la vida política.
Los ataques ocurren todas las semanas, con o sin cadena oficial.
Cristina, a pesar de todo, sigue luchando aún por la obtención de un modesto Oscar “casero”. En algún tiempo ya lejano aspiraba a que los cenáculos internacionales la acreditaran también como la “adalid ilustrada” de los derechos humanos. Hoy, se conforma con ser “considerada” al menos en el reducido ámbito de sus aposentos, en los recintos donde la aplauden sus adictos y en el despacho de la Casa Rosada donde cumple un mero “acto de presencia”.
Se la tolera, porque no hay mejor remedio a la vista.
Máximo, que asoma su cabeza del “taper” donde lo tuvo encerrado su padre mientras vivía, manipula la debilidad de su madre y da órdenes “en sordina” a una tropa de imberbes reunidos bajo un nombre que exalta una supuesta lealtad –la Cámpora-, que galopan a su alrededor
tratando de asegurarse puestos bien remunerados en dependencias del gobierno, donde causan verdaderos desastres administrativos y contables.
No son más que una turbamulta de adolescentes a los que les tiemblan las piernas cuando deben cuadrarse ante la realidad, como le pasa hoy al Secretario de Comercio Costa, cuando quiere emular a Guillermo Moreno sin atreverse a hacerlo.
Los nuevos preferidos de la “corona” deben ser arrojados e intempestivos, y saber desprenderse de cualquier prejuicio que pudiera detenerlos en los complejos operativos de zancadillas (y algo más), a quienes sean considerados enemigos del gobierno.
Para ello, aprovechan twitter y los muchos medios adictos lanzando “trascendidos” de baja estofa, removiendo funcionarios y reemplazándolos por algún impresentable “del palo”; mandando “al archivo” el trabajo de fiscales que los acosan con sus investigaciones y
denunciando mediante afiches a los empresarios “que te roban” (sic).
Estamos convencidos que tanto Máximo como Cristina –que parecen bastante ignorantes en cuestiones técnicas pero nada estúpidos-, perciben ya con total claridad que deberán enfrentar días aciagos y se han convertido por ello en seres más inasibles, más sorprendentes e
incluso más temibles que antes.
Ha llegado la etapa final e intentan forzar a todo el mundo a aceptar sus caprichos “imperiales”, mientras quienes los rodean parecen hacer suyos, por lo bajo, los dichos de Nietzsche: “no es el hecho de que tu me hayas mentido, sino el que ya no te crea a ti lo que me hace estremecer”.