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sábado 4 de enero de 2014

Las contradicciones del relativismo

Las contradicciones del relativismo

Antes de entrar en tema dejemos sentado que hay dos contradicciones básicas en quienes sostienen que todo es relativo. En primer lugar, si se acepta esa premisa, también sería relativa la afirmación de que todo es relativo (la trampa de Epiménides) y, en segundo término, sería relativo el respeto para quien sostiene esta postura (y cualquier otra) con lo cual -la aniquilación del respeto recíproco basado en la noción del derecho de cada cual y la correspondiente justicia- desaparecería toda posibilidad de supervivencia y, por ende, de convivir entre seres humanos.

Lo dicho para nada significa que deben uniformarse valores y principios. El único valor y principio que inexorablemente debe ser uniforme, para que puedan convivir personas con distintas valorizaciones y proyectos de vida es, precisamente, el respeto recíproco, es decir que cada uno pueda hacer de su vida lo que le plazca siempre y cuando no lesione igual derecho de los demás.

En un contexto de esta naturaleza, los debates abiertos van mostrando la conveniencia o no de adoptar ciertos valores. En este sentido, nadie posee la verdad absoluta, pequeñas partículas de verdades se van incorporando al acerbo cultural en un proceso evolutivo de prueba y error con el convencimiento de que las corroboraciones son siempre provisorias sujetas a refutaciones. Este es el sentido de la investigación no solo moral sino científica. Este es el sentido por el que los centros universitarios cuentan con departamentos de investigación, de lo contrario, si no hay verdades que buscar, no habría nada que averiguar. Los adelantos de la humanidad en los diversos campos científicos parten de la base de que hay algo que investigar como verdades en un contexto donde la ignorancia colosal se va reduciendo al incorporar verdades en los más variados campos. Por otra parte y en otro nivel de discusión, la acción misma revela que hay preferencia lo cual indica que se estima un camino mejor que otro.

Ahora veamos entonces resumidamente el significado de los diversos tipos de relativismo: epistemológico, cultural, hermenéutico y ético. Respecto al primer caso hemos mencionado su aspecto central en cuanto a que, por el principio de no-contradicción, una proposición no pude corresponderse y no corresponderse simultáneamente con el objeto juzgado (el relativista toma como verdad su relativismo). También cabe destacar que, sin duda, todo lo que entendemos es subjetivo en el sentido de que es el sujeto que entiende, pero cuando hacemos referencia a la objetividad o a la verdad aludimos a las cosas, hechos, atributos y procesos que existen o tienen lugar independientemente de lo que opine el sujeto sobre aquellas ocurrencias y fenómenos que son ontológicamente autónomos. Lo antedicho en nada se contradice con el pluralismo y los diversos fines que persiguen las personas, dado que las apreciaciones subjetivas en nada se contraponen a la objetividad del mundo. Constituye un grosero non sequitur afirmar que del hecho de que las valorizaciones y gustos son diversos, se desprende la inexistencia de lo que es.

Por su parte, el relativismo cultural pretende asignar igual valor a las diversas culturas. Esto es un error de la antropología relativista puesto que, por lo pronto, el respeto recíproco es una medida objetiva para concluir acerca del valor de diversas culturas. No es lo mismo la antropofagia que la consideración por el derecho a la vida. No es lo mismo el totalitarismo que la libertad. En definitiva, si no fuera posible trascender el ámbito cultural en que vivió el antropólogo, no podría afirmar ni negar nada ya que estaría determinado por la cultura de la cual proviene. Por el contrario, la característica de la mente humana es su capacidad de revisar sus propios juicios y contar con ideas autogeneradas que es lo que, entre otras cosas, permite evaluar distintas culturas y es lo que hace posible distinguir proposiciones verdaderas de las falsas.

En cuanto a la hermenéutica relativista, sostiene que la interpretación de textos y discursos depende de factores enteramente subjetivos. No habría en este contexto tal cosa como

verdad o falsedad de interpretaciones del texto o el discurso consignado. Como es sabido, los símbolos lingüísticos son el resultado de convenciones, de lo cual no se sigue que pueden interpretarse en cualquier dirección, situación que imposibilitaría la comunicación y tornaría sin sentido lo escrito o lo dicho. No habría tal cosa como una interpretación correcta y una incorrecta puesto que todas estarían a la par. Sin embargo, un símbolo que no se traduce en una significación precisa no significa nada y, por tanto, como queda expresado, la comunicación sería imposible. Incluso, como el lenguaje es principalmente para pensar y secundariamente para comunicarse, el pensamiento quedaría en la práctica bloqueado si se siguieran los postulados del relativismo hermenéutico.

Por último, el relativismo ético apunta a mantener que no hay tal cosa como el bien y el mal es también contradictorio ya que los mismos nihilistas se incomodan cuando se les falta el respeto y se invaden sus derechos, lo cual pone de manifiesto la incoherencia de sus declamaciones respecto a la inexistencia de lo bueno y lo malo, de lo que está bien y lo que está mal. El relativista ético argumenta que no hay procederes que actualizan potencialidades en busca del bien y conductas que dañan o benefician al sujeto actuante y perjudican o que ayudan al prójimo. Por supuesto que esto para nada autoriza que en una sociedad libre se recurra al uso de la fuerza para imponer lo que se considera moral en esferas que no afectan derechos de terceros. Cada uno asume su responsabilidad por lo que hace, no hace o por lo que dice o calla ante su conciencia, ante su prójimo o ante Dios pero la fuerza solo es permisible cuando es de carácter defensivo, nunca agresivo si es que se pretende vivir en libertad. Recordemos que la prueba de la tolerancia es frente a modos de vida que no compartimos, no en relación a lo que estamos de acuerdo.

En resumen, los relativismos son autodestructivos y no se sostienen a la luz de razonamientos simples basados en el sentido común.