Hace unos días, la Asociación Empresaria Argentina (AEA) emitió un documento con 12 condiciones que –a juicio de los empresarios– el Gobierno debería cumplir para embarcar al país “en el sendero del desarrollo económico y social”.

Las doce condiciones son:
1.- El diálogo
2.- Las instituciones
3.- La previsibilidad y las reglas
4.- La rentabilidad
5.- La libertad de precios
6.- Empleo
7.- Presión impositiva
8.- Ahorro y financiamiento
9.- Exportaciones
10. Marcos regulatorios
11. Estabilidad y estadísticas
12. Educación

La sola enumeración de estos principios sirve para darse cuenta de que todos se hallan en peligro desde mayo de 2003. Desde que Néstor Kirchner asumió la presidencia, nada que tenga que ver con el consenso y con la aceptación de la importancia que tiene la actividad privada en el país ha estado a salvo en la Argentina. Ni el diálogo, ni la libertad de precios, ni la presión impositiva, ni los marcos regulatorios, ni la previsibilidad, ni las reglas, ni mucho menos las instituciones.

La pregunta es por qué los empresarios no hablaron antes. ¿Por qué no se decidieron a hacer valer su importancia y su peso en la sociedad? ¿Por qué no salieron a defender estos valores a tiempo? ¿Qué los detuvo cuando la peligrosidad de un sistema a todas luces anticívico y antieconómico se estaba apoderando de la Argentina?

Es una pena que un sector de tanta importancia ponderada en la sociedad se haya mantenido callado y hable sólo ahora cuando una elección parece haber puesto en apuros al kirchnerismo. Sería ideal que los controles institucionales y sociales de una república funcionen a tiempo y cuando los problemas son ya evidentes, aunque no sea “políticamente correcto” exponerlos y exigir que se solucionen. Cuando todo comienza a desbarrancarse es posible que sea más fácil… pero hay muchas posibilidades de que también sea más inútil. © www.economiaparatodos.com.ar