Las dudas sobre el giro del Gobierno
El giro del gobierno hacia el pragmatismo no supera contradicciones y genera dudas
El Jefe de Gabinete (Capitanich) ha impuesto una nueva impronta a la gestión de gobierno: se comunica diariamente con los medios sin distinguir entre amigos o enemigos del oficialismo, como hacía la Presidenta en sus pocas apariciones; plantea reordenar iniciativas emblemáticas pero polémicas del gobierno, como el Fútbol Para Todos; dialoga con los gobernadores, como lo hizo la semana pasada al recibir a los de La Rioja, Catamarca y Mendoza, pero también lo hace con los de la oposición, como sucederá esta semana con los de Santa Fe (Bonfatti) y Ciudad de Buenos Aires (Macri); por último, anunció que todos los meses informará al Congreso, como lo establece la Constitución y como no lo hicieron sus predecesores durante la década kirchnerista. En la breve gestión de Capitanich, hayan sido o no sus decisiones, el gobierno aparece buscando un acuerdo con Repsol, se moderan aspectos conflictivos en la unificación de los códigos civil y comercial y se atenúa el conflicto en torno a la ley de medios. Su estilo implica, por primera vez en los seis años que lleva la gestión presidencial de Cristina, la irrupción de la cultura del peronismo tradicional, caracterizada por el pragmatismo.
Pero al mismo tiempo el gobierno mantiene inalterable su línea política. La concentración de poder en manos del nuevo ministro de Economía es creciente. No sólo ha logrado tener en sus manos las decisiones económicas -como no las tenía su predecesor-, sino que mantiene el control sobre el área económica de la cancillería, cubre con un economista propio una de las dos vacantes en el Directorio del Banco Central e impide que la AFIP pase a depender del Jefe de Gabinete. El avance de La Cámpora en posiciones de poder importantes como el Banco Nación refuerza el poder del Kicillof, aunque él no integre formalmente esta agrupación. El “trámite express” sigue funcionando en el Congreso y se pone en evidencia con la media sanción en el Senado del proyecto de unificación de los códigos -que aunque atenuada implica una “profundización del modelo”- y las que tuvieron lugar en Diputados con la ley que termina con la responsabilidad civil del estado y sus funcionarios, el impuesto a los bienes suntuarios y el establecimiento de una pensión de por vida a quienes estuvieron detenidos durante el gobierno militar y que ya recibieron una reparación pecuniaria. El nuevo ministro de Agricultura y Ganadería (Casamiquela) resta representatividad a la Comisión de Enlace; el Ejecutivo insiste con el conflictivo acuerdo para el ascenso el nuevo Jefe del Ejército (Milani); la designación de un sacerdote próximo a Alicia Kirchner (Molina) como nuevo titular del Sedronar es una complicación y no un acercamiento con la Iglesia, como sus autoridades lo han hecho público; la propuesta de designar 10 conjueces para la Cámara de Casación Penal -a la cual van en apelación las causas de corrupción-, de los cuales 9 provienen del movimiento oficialista de jueces “Justicia Legítima” o que han sido abogados defensores de funcionarios acusados, ha vuelto a generar roces con la Corte, que hubiera preferido una propuesta más independiente. Para la inflación, la propuesta del gobierno sigue siendo la misma -el control disfrazado como acuerdo de precios y salarios-, y en política exterior se insiste con el cuestionado acuerdo con Irán para esclarecer la causa AMIA. La designación de la nueva ministra de Seguridad (Rodríguez) implica que llega al cargo una funcionaria bien relacionada con La Cámpora. Las críticas de Capitanich a los EEUU y los sojeros muestran que debe adecuarse al discurso kirchnerista.
Pero el poder sigue residiendo en Olivos y la firma de la Presidenta la continúa llevando el Secretario Legal y Técnico (Zannini), sin que el Jefe de Gabinete tenga poder real pese al cambio de actitud. Conciente de la fragilidad de situaciones políticas como la que hoy vive, Capitanich no ha renunciado a la Gobernación, sino que sólo ha pedido licencia para poder volver a la función provincial si fuera desplazado o decidiera renunciar, como sucedió con Sergio Massa en el primer gobierno de Cristina, cuando antes de cumplir un año como Jefe de Gabinete retornó a la intendencia de Tigre. La irrupción política y mediática de Capitanich ha generado cierto recelo en el llamado “Kirchnerismo duro”, que impulsa un nuevo reajuste en el Gabinete con alternativas como llevar al gobernador de Entre Ríos (Uribarri) al Ministerio del Interior y separar a esta última cartera de Transportes, que sería otro ministerio a cargo del actual ministro (Randazzo). La interpretación política sería que el oficialismo pasaría a poner en carrera tres presidenciables y ya no sólo uno. A tres semanas del cambio de gabinete, queda claro que el oficialismo apuntó a frenar la caída de reservas en lo económico, generar un presidenciable para tener protagonismo en la sucesión y adoptar una modalidad que encubra en los próximos meses las limitaciones de salud que tiene la Presidenta.
En la oposición Massa es el problema más importante del oficialismo porque es una alternativa para el propio Peronismo. Por esta razón ha sido excluido del diálogo político de Capitanich para no reconocerlo como alternativa política nacional. Tras su viaje a España, el líder del Frente Renovador siguió avanzando en el interior: sumó al intendente de Catamarca Capital (Jalil), a quien designa como coordinador para la región noreste, y visitó al único gobernador radical (Colombí). Percibiendo que el acuerdo con Repsol interesa a un porcentaje minoritario de la población, plantea que es necesario combatir “la otra inseguridad”, que es la inflación. En el Radicalismo, Cobos advierte sobre la necesidad de constituir un “frente amplio” como alternativa al gobierno y llama a su partido a no dividirse por las luchas internas. Binner recorre el interior buscando potenciar al Socialismo y sus aliados. Macri mantiene el objetivo de centrar su construcción bonaerense en su Vicejefa de Gobierno (Vidal) y el oficialismo en el corto plazo prefiere que crezca Macri antes que lo haga Massa. Scioli, desplazado como precandidato presidencial del oficialismo, trata de seguir siendo alternativa y dice que será candidato, acordando el presupuesto provincial con Massa e incorporando a un funcionario de Narváez. El PJ bonaerense elige autoridades el 15 de diciembre, pero el nacional y el porteño recién lo harían en abril del año próximo. El triunfo de la candidata oficialista en Santiago el Estero -la esposa del actual gobernador- no sorprende, porque en esta provincia el gobierno provincial siempre ha ganado desde antes de que surgiera el Peronismo a mediados del siglo XX. Pero los imponderables siempre pueden surgir y los saqueos en el conurbano de Rosario son un ejemplo de ello al finalizar el año.
En conclusión: el giro del gobierno hacia el pragmatismo no termina de superar contradicciones y genera dudas; Capitanich ha cambiado el estilo de comunicar el gobierno, pero el poder se sigue acumulando en manos de Kicillof y La Cámpora; el mismo Jefe de Gabinete asume que su posición puede ser transitoria y el poder está en Olivos, con la firma de la Presidenta en manos de Zannini; por último, la oposición hoy no tiene capacidad de ser alternativa y la relación del Kirchnerismo con Scioli vuelve a ser conflictiva, como lo fue durante la mayor parte del segundo gobierno de Cristina.
Fuente: www.nuevamayoria.com