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jueves 29 de mayo de 2008

Las encuestas no mienten

Los sondeos de opinión muestran que la imagen del Gobierno está cayendo. Surge, así, la esperanza de un punto de partida para el cambio político.

La interrupción del diálogo entre el gobierno y los productores agropecuarios se explica, esencialmente, porque el kirchnerismo considera que cualquier acuerdo consensuado es una derrota. El problema ya no son las retenciones móviles a las exportaciones sino la decisión de Néstor Kirchner de hacer una exhibición de su autoridad. Kirchner necesita, patológicamente, poner de manifiesto que quien manda es él. Por lo tanto, el problema en sí, es decir, las retenciones móviles a las exportaciones, ha pasado a ser –para el oficialismo, no para los ruralistas, por supuesto- un aspecto adjetivo de todo el asunto.

Dentro de este contexto, es una gran fortuna que las encuestas muestren una abrupta caída de la imagen del gobierno. Por supuesto que Kirchner, inmerso en sus delirios, calificó de “truchas” a las encuestas que revelan ese descenso. Pero no debemos hacernos muchos problemas por esto. Si Kirchner dice que una encuesta es “trucha”, lo más probable es que la encuesta sea real. Lo preocupante para un encuestador debería ser que Kirchner le diga que su encuesta es genuina. Es poco probable que una encuesta genuina sea elogiada por el marido de la Presidenta.

El hecho de que la imagen del gobierno se esté deteriorando es sumamente positivo porque ése es el punto de partida de un cambio en el rumbo político. La situación en la que le país se encontraba hace un año era mucho peor que la actual porque, en ese momento, la imagen positiva del gobierno –que era tan malo como lo es ahora; en ese sentido no ha habido cambios- era muy elevada. Por lo tanto, la posibilidad de un cambio de rumbo estaba mucho más lejana que ahora. Que un gobierno sea malo es problemático pero que ese gobierno, además, cuente con la adhesión mayoritaria del pueblo, ya entra en el terreno de lo preocupante.

Hay muchos políticos, inclusive peronistas, que desearían cambiar la orientación de la gestión del gobierno. Sucede, sin embargo, que el margen de maniobra del que disponen para actuar en esa dirección es limitado porque para cada uno de ellos sería muy riesgoso atreverse a desafiar individualmente el poder kirchnerista. Si todos aquellos que desaprueban la política del gobierno se pronunciaran de manera simultánea y en los mismos términos, el impacto político sería muy grande y la posición del kirchnerismo se tornaría muy delicada. Pero, por el momento, no existe tal cohesión y el oficialismo se beneficia de ello.

Pero la metodología que el kirchnerismo aplica contiene el germen de su propia destrucción. En cierto modo, éste es el correlato en el campo político de la inviabilidad del modelo kirchnerista en el área económica. Así como el plan económico kirchnerista es intrínsecamente inviable más allá de cierta apariencia de éxito circunstancial, el sistema político también tiene bases endebles porque se sustenta sobre el ejercicio de presiones y coacciones y no sobre adhesiones basadas en coincidencias genuinas. A los adherentes al kirchnerismo los mueve la necesidad –que el propio oficialismo se encarga de provocarles- y no la convicción. Es imposible edificar un proyecto político duradero sobre esas bases porque, en cuanto les resulte posible, los seguidores del gobierno procurarán librarse de quien los tiene “agarrados”.

Por ejemplo, nadie podría creer seriamente que Daniel Scioli coincida verdaderamente con la forma de proceder del actual gobierno pero como depende de ese gobierno para disponer de los fondos que necesita para gobernar, no puede aparecer como opositor al oficialismo. Ahora, bien, si el kirchnerismo se mete en problemas graves y se genera un movimiento destinado a desplazarlo, es altamente probable que Scioli (es un ejemplo entre muchos similares, quizá el más notorio) se decida a posicionarse en contra de este mismo gobierno al que ahora apoya presumiblemente en contra de sus íntimas convicciones.

No se puede esperar que un proyecto opositor al kirchnerismo tenga una orientación ideológica diferente. No hay margen en el país para eso. El electorado no apoyaría un proyecto de matriz liberal. Una de las razones por las que el actual gobierno obtuvo tan alto grado de adhesión es su perfil centroizquierdista. Pero se puede ser de centroizquierda y ser un político sensato, como Lula, Tabaré Vázquez o la Concertación chilena. Quienes reivindicamos la economía de mercado quizá tengamos una visión crítica frente a un gobierno centroizquierdista pero si gana las elecciones legítimamente y gobierna dentro de parámetros cuestionables pero tolerables y consecuentes con los principios republicanos, las disidencias se plantearán en el marco previsto por las instituciones de la democracia. El problema, en el caso de Kirchner, es que, además de ser centroizquierdista, es un energúmeno, como Chávez, Evo Morales o Correa. Inclusive, hasta un político como Alan García ha moderado mucho su posición después de la catástrofe a la que condujo a Perú hace veinte años.

El conflicto del gobierno con el campo ha hecho emerger fugazmente al primer plano nacional al gobernador socialista de Santa Fe, Hermes Binner, quien tiene un perfil centroizquierdista pero, al mismo tiempo, moderado y aceptable. En una nota publicada por el semanario Perfil, Binner declaró que “el socialismo acepta la economía de mercado y la acepta en función de que hoy no se ha encontrado ningún hecho superador de la economía de mercado”. También dijo que “nunca me he podido explicar cómo puede subsistir una sociedad sin mercado. Le pongo un pequeño ejemplo: estando en Cuba invitado a un congreso de Salud Pública perdí mi peine y quise comprar otro y no pude conseguir hacerlo en la ciudad que estaba”. La posición de Binner ante el problema de las retenciones móviles ha sido comprensiva y amplia aunque tiene la misma dificultad que muchos otros, es decir, que, al depender de los fondos que le gire el gobierno central, no puede posicionarse abiertamente en desacuerdo con el kirchnerismo. Pero Binner es una figura interesante que ha ganado espacio últimamente y se trata de alguien cuya evolución será interesante seguir.

Por el momento, el conflicto entre el gobierno y los productores agropecuarios continúa planteado y no se vislumbra ninguna solución inmediata. Pero es inevitable que la continuidad de esta situación tenga consecuencias políticas. La incapacidad del gobierno de tener un diálogo razonable y de llegar a una solución satisfactoria terminará por provocar mucho fastidio y eso desencadenará la aparición de propuestas políticas que den las respuestas que el kirchnerismo no ofrece. Cuándo y cómo sucederá esto, no se puede predecir. Pero está en la naturaleza de los acontecimientos que algo así ocurra. Sólo es cuestión de esperar y observar la marcha de los acontecimientos. © www.economiaparatodos.com.ar

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