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viernes 24 de octubre de 2014

Las noticias ‘sin intermediarios’ (¿Y los aviones sin combustible?)

Las noticias ‘sin intermediarios’ (¿Y los aviones sin combustible?)

Si alguien no se ha dado por enterado aún del nivel de ‘megalomanía retórica’ que inunda a Cristina Fernández, es por una de dos razones…

a) no le ha alcanzado la paciencia para soportar ni cinco minutos de sus discursos, o b) es un admirador de la teoría de la “cuadratura del círculo”, como suele decirse humorísticamente.

En estos días en que las malas noticias le caen sobre la cabeza como pianos lanzados desde un balcón, quien la oye encontraría argumentos más que suficientes para escribir una monografía sobre su continua “salida de foco”, que no permite entender adonde va ni de dónde viene cada vez que habla.

Decididamente, desempeña su cargo por “instinto” y por la desesperación que aumenta una verborrea muy difícil de digerir. La misma de la que se hace eco su fiel “escudero” Kicillof cuando sugiere “diplomáticamente” que los medios de comunicación “se dejen de joder” (sic).

Habría que recomendarles la lectura de algún opúsculo que versara sobre sinonimia, para que aprendiesen cómo no debe uno cometer jamás –ni retóricamente-, la aberración de evadirse de la realidad mediante palabras que no se relacionan entre sí, al punto de desconocer la IDENTIDAD DE LAS COSAS.

Puede observarse así que los continuos yerros semánticos de la primera mandataria denotan un innato sentimiento de rechazo a aceptar su “finitud terrestre”, impulsándola a remontarse a un “universo olímpico” de frases sin sentido, que solo revelan su apego a USAR TÉRMINOS, COMO MÍNIMO, MUY DESCONCERTANTES.

Hace poco tiempo le dijo al presidente ruso Putin, video conferencia mediante, lo importante que sería enterarse de las noticias “sin intermediarios”. Un disparate conceptual casi equivalente a desear que los aviones pudieran viajar sin combustible o se pudiese escribir a mano sin lapicera.

Es decir, el alumbramiento de una metáfora de túneles “comunicantes” por donde todo pasaría de un extremo a otro al influjo de corrientes de aire espontáneas. En un extremo, estaría probablemente ella, la Reina Imperial, “soplando”. Del otro, todos nosotros, apiñados, atentos a las “corrientes de aire” que nos fueran insufladas por medio de este mecanismo cuasi mágico.

Los neurólogos que la han tratado en sus internaciones, no parecen haber dado en el clavo con su tarea y se sigue advirtiendo en ella un aumento de ciertos devaneos orales que provocan mucho temor por su salud.

Sería una pena que no durara “entera” hasta diciembre del año entrante y no pudiera delegar el mando en quien la suceda, corriéndose el riesgo de verla “desaparecer” bajo el influjo de una crujiente estabilidad emocional.

En general, cuesta saber si su mente “atmosférica” al hablar es producto de la soberbia, o responde a la oscuridad temporaria de la cabeza de quien ha tenido que sufrir demasiadas presiones durante su vida sin haber logrado procesarlas adecuadamente.

Nadie goza de una capacidad “natural” para dirigir extensos y ambivalentes discursos diarios maltratando las cuerdas vocales sin más ayuda que algunos apuntes (cuya veracidad y rigor informativo no comprueba a resultas de lo que manifiesta en sus apariciones), a fin de ejercer un “magisterio” universal. En algún momento ocurre, inevitablemente, un “descarrilamiento”.

Es el que la lleva muy probablemente a recurrentes “mutis por el foro” para reponerse de sus “faringitis” (¿).

Al oírla, se reafirma más que nunca el deseo de que el próximo gobierno pueda asumir muy pronto, para salir del mundo encantado de Hansel y Gretel en el que la “abogada exitosa” ha pretendido hacernos vivir.