Treinta años atrás un nefasto pensador uruguayo, Eduardo Galeano, publicó un libro llamado “Las venas abiertas de América Latina”. Su obra emocionó a miles de militantes de izquierda que a lo largo y ancho de toda América del Sud(aca) levantaron sus fusiles contra el malévolo Imperio Capitalista. Lamentablemente, para ellos, el socialismo nunca llegó para reemplazar al capitalismo. Fueron derrotados militarmente y sus gurúes moscovitas dejaron de llenarles literalmente tanto los bolsillos como el “bocho”.
Galeano, al mejor estilo Nostradamus, predijo el fin del capitalismo, la revolución en manos de la vanguardia intelectual y la sociedad sin clases. Un verdadero vidente. A pesar de que le pifió en todo, aún hoy es glorificado por la elite intelectual progresista y por los políticos socialistas de nuestras empobrecidas naciones. Habló de dependencia y de lo único que realmente dependemos es de él. El mes pasado se lo vio por nuestro Canal 7 estatal diciendo que su libro nunca fue más actual que ahora: el capitalismo está por caer y la revolución ya empieza.
Quizás Galenao sólo se refería en sus predicciones al continente Sudaca. Nueva división geográfica del globo, donde ni las leyes de nuestro amigo Newton se cumplen. Aquí cualquier cosa puede pasar. En nuestro continente el muro de Berlín aún no ha caído. Al sur de Texas, Marx vive y la revolución subsiste. El Río Grande divide la civilización de la barbarie. Es la máquina del tiempo. Uno puede retroceder 40 años tomándose un avión de Miami a Bolivia, o volver al futuro si se lanza en una balsa desde La Habana.
Con excepción de Chile (perdón, pero gracias a Pinochet), América Latina ha empezado el tercer milenio girando bruscamente a la izquierda. El zurdaje llegó para quedarse. Si bien Brasil y Colombia tienen una dirigencia un poco más inteligente que las demás, en sus tierras reinan los narcos, la guerrilla y la inseguridad.
Guerrilleros colombianos son entretenidos en los palacios de Caracas por Chávez. Uribe, derechista si los hay, lo acusa de fomentar la insurgencia. Chávez amenaza con represalias militares disparatadas al mismo tiempo que sueña con revivir la Gran Colombia Bolivariana.
En Bolivia, los pudientes de Santa Cruz se quieren independizar. Mesa manda el ejército para evitar cualquier expresión democrática. Si el pueblo es de izquierda la revolución es legítima. Si el pueblo es pudiente los revolucionarios son secesionistas.
En Argentina, Uruguay y demás republiquetas, se avanza contra el sector privado. Se deshace la década del noventa y se resucita la del setenta. Los inversionistas se van y los capitales también. Las deudas no se pagan y los contratos se violan. El imperio de la ley es una abstracción intelectual. Los ricos viven encerrados y los pobres rodean los barrios privados. Los ricos inteligentes dejan el continente y otros se dedican al glamour superficial que muestra lo peor de nosotros. Nuestros políticos genios piensan que el problema es económico. Reina la avivada, el vivo, la piolada y la patética realidad de que aquí la plata no se hace trabajando. Todo se ata con alambres y la imprevisibilidad es la norma.
La verdad es que cuando las cosas no salen bien se busca alguien a quien culpar. La economía crece solamente en las planillas. Como cada vez hay más pobres obviamente las cosas no van bien. Es por ello que se buscan conflictos externos. Venezuela con Colombia, Bolivia con Chile, Perú con Ecuador, ¿Argentina con Chile? Para distraer al populacho se hace la guerra. Luego reinará la anarquía.
Las venas latinoamericanas están nuevamente abiertas. Pero el Drácula gringo se fue a chuparle la sangre a otro. Ahora nos hemos cortado las venas nosotros mismos. Destino tercermundista, vamos derecho al suicidio político, económico y social. © www.economiaparatodos.com.ar
Francisco do Pico es licenciado en Ciencia Política. |