Liberalismo político y económico
Es frecuente entre algunos autores la distinción entre lo que llaman el liberalismo político y el económico. Si no se explica debidamente qué se quiere aludir con esta separación, podría llegarse a pensar que se tratan de dos tipos diferentes de liberalismo, opinión que nosotros no compartimos. Y lo que es más preocupante, que se llegue a pensar que pueden darse por separado.
Así, por ejemplo, se ha dicho que:
«… el liberalismo … abarca, por consiguiente, sus dos formas: la económica y la política, de manera que la expresión liberal ha podido llegar a ser equívoca, por cuanto se podía ser liberal desde el punto de vista político y en todo lo relativo a la personalidad humana sin admitir su aplicación estricta a las relacionas económicas. Más aún : el socialismo, por ejemplo, considera necesaria la acción normativa y reguladora del Estado para impedir los abusos de la fuerza económica, porque ellos son, sin duda, grandes enemigos de la verdadera libertad, ya que por ese camino se pueden anular eficazmente los derechos de la personalidad humana»[1]
El error de este enfoque –a nuestro parecer- consiste en:
1. Afirmar que el liberalismo consideraría «innecesaria» la acción normativa y reguladora del «estado», lo que no es estrictamente cierto.
2. Pensar que el liberalismo «permitiría» hipotéticos «abusos de la fuerza económica» (fuerza económica que, dicho sea de paso, el autor no define).
3. Creer que el «estado-gobierno» no constituye en sí mismo una fuerza económica, cuando se trata –precisamente- de la fuerza económica más peligrosa de todas las existentes. Fuerza económica que se impone por imperio de la fuerza legal.
4. Entender que se puede ser «liberal políticamente» y «socialista económicamente» al mismo tiempo, cuando dicha «convivencia» es a todas lucesimposible, y la afirmación por sí misma es absurda.
No obstante, es cierto que la fuerza económica concentrada en el gobierno, le permite a éste abusos que «son, sin duda, grandes enemigos de la verdadera libertad, ya que por ese camino se pueden anular eficazmente los derechos de la personalidad humana». El poder económico que concentran los gobiernos desde tiempos inmemoriales en mayor o menor extensión, se ha traducido -y lo sigue haciendo- en verdaderas anulaciones eficaces, no sólo delos derechos de la personalidad humana, sino de la dignidad humana misma, resultado de las prácticas socialistas que el autor en examen recomienda.
Vigo, en opinión a la que adherimos, compara los conceptos de liberalismo político dados por Rawls y por L. v. Mises de este modo:
«Entre las muchas concepciones elaboradas… ha sido especialmente influyente el tratamiento de la noción de liberalismo político debido a John Rawls. … Aunque encuentro elementos de genuino valor en la concepción de Rawls, estoy muy lejos de compartir todos los aspectos de su posición respecto de materias morales particulares. … Una discusión diferente del concepto de liberalismo, centrada en la vinculación del liberalismo político con el sistema capitalista de producción y el ordenamiento propio de la economía de mercado, es la que proporciona Von Mises»[2]
Es precisamente «la vinculación del liberalismo político con el sistema capitalista de producción y el ordenamiento propio de la economía de mercado» dada por L. v. Mises la única que consideramos acertada y posible. El capitalismo es literalmente irrealizable fuera de un marco político liberal. O, para mejor decir, de una organización institucional política de neto corte liberal. Curiosamente, así lo afirma Carlos Sánchez Viamonte, cuando indica que «el liberalismo no es otra cosa que el sistema jurídico institucional creado en el siglo XVIII y aplicado en el siglo XIX con el propósito de asegurar la libertad para el individuo humano.» Aun cuando se queda corto en su caracterización, habida cuenta que el liberalismo es mucho más que un «sistema jurídico institucional» sino que se trata -en sí mismo- de una auténtica filosofía de vida, que trasciende tanto lo político como lo económico.
F. A. von Hayek utiliza la expresión liberalismo económico para relacionarlo con la competencia cuando dice:
«El liberalismo económico se opone, pues, a que la competencia sea suplantada por métodos inferiores para coordinar los esfuerzos individuales y considera superior la competencia no solo porque en la mayor parte de las circunstancias es el método más eficiente conocido, sino, más aún, porque es el único método que permite a nuestras actividades ajustarse a las de cada uno de los demás sin intervención coercitiva o arbitraria de la autoridad. En realidad, uno de los principales argumentos en favor de la competencia estriba en que ésta evita la necesidad de un «control social explícito» y da a los individuos una oportunidad para decidir si las perspectivas de una ocupación particular son suficientes para compensar las desventajas y los riesgos que lleva consigo.»[3]
Esto no implica que, el distinguido economista y Premio Nobel, este reduciendo el liberalismo económico a la competencia exclusivamente.
Algo parecido a lo que acabamos de citar de Hayek, dice el profesor Santos Mercado Reyes en este pasaje:
«Sin embargo, hay mil formas de interpretar y aplicar el liberalismo económico. Así, encontraremos aplicaciones desafortunadas en que empresas que constituyan monopolios estatales, como el caso de Teléfonos de México, se privatizan hacia grupos económicos ya consolidados, es decir deja de ser monopolio estatal para pasar a ser monopolio privado y protegido contra la competencia extranjera.»[4]
Notemos, sin embargo, que Hayek no consideraría, a la luz de lo que citamos antes de él, este caso simplemente como una aplicación desafortunada del liberalismo económico, dado que para el célebre profesor austriaco, si no existe competencia, directamente no se podría estar hablando de tal clase deliberalismo, sino que no lo habría, de ningún modo.
De nuestro lado, preferimos simplemente referirnos al liberalismo «a secas» y sin calificativos.