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viernes 16 de octubre de 2015

Los 40 ladrones sin Alí Baba

Los 40 ladrones sin Alí Baba

Queda poco y nada para un comicio crucial aunque no haya cabal percepción de que así sea. Quizás sea la primera vez en Argentina que una elección no define únicamente un cambio de dirigentes, define un modo de vivir, de ser, en síntesis podría decirse que el próximo resultado electoral, nos define como sociedad.

Sin embargo, pese a la trascendencia de la renovación de Presidente, causa desencanto, por no decir espanto, escuchar que el empresariado en el marco del coloquio de IDEA, ya está satisfecho por cuanto cree que gane quien gane habrá un cambio en la concepción del mando. Un credo infantil en demasía aunque muy característico de un país donde todo se acepta con resignación, donde todo parece dar lo mismo.

A propósito de lo dicho, recién un noticiero de TV entrevistaba a un vecino que salía de comprar velas para paliar el corte de luz. El hombre sonreía y se encogía de hombros mientras decía que “es siempre lo mismo”, “¡qué le vamos a hacer!”. Es posible que así sea pero eso no invalida que no debiera ser de esa manera, hay infinidad de países donde no se vive así. Se puede vivir mejor, se puede aspirar a una calidad de vida superior. La resignación y la aceptación ciega de la decadencia no cooperan al impulso vital necesario para cambiar.

Pero volviendo al coloquio de IDEA, se observa que gran parte de los empresarios están satisfechos con el solo hecho de que Cristina Kirchner deje el despacho de la Casa Rosada. Como si la ausencia física de Cristina cambiase el escenario actual de barbarie, incertidumbre y cortoplacismo como enfermedad. Es casi como que un enfermo de cáncer se contente con una aspirina y suponga que esta lo curará.

Ya analizamos hace una semana que no todo es lo mismo, que hay dos posibilidades por delante: el cambio y la continuidad. En términos concretos: Cambiemos o el Frente para la Victoria. Lo demás son caballos de Troya jugando solapados y siendo funcionales a lo que hay.

Ahora bien, que el empresariado se contente y argumente que si gana Scioli igual habrá un cambio en el ambiente no tiene asidero y dista de ser verdad. Doce años atrás, ese mismo sector se fascinó porque en frente tenían una oradora que hablaba de corrido y sin leer. Quedaron subyugados por atributos que poco o nada importan a la hora de elegir un jefe de Estado, un administrador. Así nos va. Vivimos de apariencias no de lo esencial. 

Hoy parece bastarles un candidato que no grita, no alza la voz y se muestra “con fe, con esperanza, con trabajo“… Es verdad que la fe mueve montañas pero no es cierto que la fe convierta a la Argentina en un país pujante. Dejemos el misticismo y el optimismo injustificado de lado, de lo contrario que gane Nicolás Del Caño que tampoco grita ni agrede…

Daniel Scioli puede prometer lo que quiera pero está eligiendo para su gabinete, es decir para que gobierne, personajes que representan sino lo peor, lo más mediocre del kirchnerismo. Desde el gobernador de Misiones, Maurice Closs que compraba seguidores en las redes sociales con los fondos para la copa de leche de los comedores escolares, el mismo que fue fotografiado en Brasil durante el mundial de fútbol mientras su provincia estaba bajo el agua; hasta Alejandro Granados que pretende ir a Defensa cuando en materia de seguridad la provincia hace mella.

Scioli no tiene equipo propio, de asumir gobernará con Sergio Urribarri que nunca pudo explicar su incremento patrimonial, con Carlos Zannini que no es sino la personificación del kirchnerismo más explícito, con la sombra de Cristina y La Cámpora invadiendo ministerios, secretarias y hasta el congreso. ¿Dónde está el cambio que vislumbran los dirigentes empresarios? Ah sí, en el tono de voz. 

Si vamos a atravesar una elección solo para cambiar el dislate dicho en forma de alarido por el dislate dicho más suave, más bajito, dejémonos de llamarnos sociedad y asumámonos como tribu porque del hombre de paleolítico hasta acá nada hemos aprendido en verdad. 

Por otra parte, el equipo económico que propone el gobernador de Buenos Aires es el que lo acompaña y acompañó en la administración provincial. Ahora bien, la provincia está quebrada. Vaya antecedentes y curriculum de quienes ingresarán a administrar todo el territorio argentino. 

No hay lógica en creer que Daniel Scioli puede oxigenar el teatro donde vivimos. Scioli es Alperovich y es Diego Bossio, Gildo Insfran y Capitanich. Una cosa es la expresión de deseo y otra muy distinta convencerse de que el deseo es lo que ha de pasar si no hay sustento racional. No sirve sacar a Alí Baba si quedan los 40 ladrones detrás.

Se dice a su vez que es lo mismo pues cualquiera que gane tendrá que ajustar y devaluar. Pero tampoco eso es tan real ya que el ajuste y la devaluación lo estamos experimentando hace rato sin necesidad de votar. En definitiva, antes de emitir sufragio es menester una elección interna de todos los sectores de la sociedad donde elegir si se quiere o no cambiar.

Porque es verdad que hay gente que ha ganado mucho dinero con el kirchnerismo aún teniendo que aguantar aprietes y extorsión al por mayor. Y hay a quienes doce cuotas para consumir cualquier cosa, les basa para creer que todo está bien. 

En una de esas, el billete pesa más que la dignidad. Por eso quizás, la elección principal pase por ese lado, pues lo que reflejen las urnas será, más allá del nombre del candidato, ese resultado que nos mostrará sin máscara, ni maquillaje, sin disfraz.