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viernes 18 de octubre de 2013

Los Padres Fundadores y su visión de la deuda pública

Los Padres Fundadores y su visión de la deuda pública

Los Fundadores de Estados Unidos querían establecer un país que pudiera perdurar durante generaciones y comprendían que una enorme deuda podría poner en peligro su proyecto. Sabían que administrar las finanzas públicas para obligar al gobierno a vivir dentro de sus posibilidades era el modo más prudente de proceder…

Comprendían que a veces sería necesario que el país operara con déficit (por ejemplo, en tiempos de guerra) y que esto llevaría a la deuda. De hecho, acababan de concluir con éxito su propia revolución en parte debido a que habían estado dispuestos a pedir grandes préstamos para pagar el costo de la misma.

A pesar de ello, en general los Fundadores rechazaban la deuda y creían que se debería limitar la cantidad de deuda del país.

El nacimiento de la deuda nacional

Estados Unidos tuvo deuda incluso desde su nacimiento. En 1776, la tarea más importante a la que se enfrentaban los Fundadores era ganar la Guerra Revolucionaria. Si los colonos hubieran sido derrotados, sus líderes habrían sido ejecutados (“Debemos permanecer todos unidos o sin duda nos colgarán a todos por separado”, según la memorable frase de Ben Franklin [1]) y nunca habrían sido capaces de asegurar la independencia de la nación. Por lo que tuvieron que recurrir a unos enormes préstamos para poder pagar la guerra.

Tras el fracaso de los Artículos de la Confederación, los Padres Fundadores se reunieron en Filadelfia en 1787 y redactaron la Constitución. Ésta creó una república federada con poderes distribuidos entre los gobiernos estatales y el gobierno nacional. Pero no resolvió el problema de la deuda individual de los estados. En 1789, se creó el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, con Alexander Hamilton como primer secretario del Tesoro.

Hamilton convenció al Congreso para que asumiera todas las deudas estatales que se mantenían desde la Revolución. Eso requeriría que el nuevo gobierno nacional operase en números rojos, pero Hamilton no se mostró preocupado. “La deuda nacional, si no es excesiva”, argumentó, “será para nosotros una bendición nacional” [2]. Con esto quería decir que, si los intereses de la deuda se pagaban regularmente, el país se empezaría a forjar una reputación positiva. El profesor de derecho de Stanford Michael McConnell comenta que dicha deuda “se convertiría en una especie de capital líquido, una ‘bendición’ en un mundo en el que el oro y la plata eran costosos de transportar y se usaban para las transacciones” [3]. A medida que la inversión fluyera al nuevo Estados Unidos, se iría creando el capital.

Pero Hamilton estaba a favor de una deuda limitada y controlable. Se debería “remodelar de tal forma que igualara los gastos de la nación con sus ingresos”, argumentó en 1790. “Mientras que esto no se logre, las finanzas de Estados Unidos nunca tendrán la apariencia adecuada” [4]. Hamilton estaba especialmente preocupado por el abrumador peligro del pago de los intereses. “El impago de los intereses, en continu0 aumento, será como un constante indicativo, o bien de incapacidad o bien de mala fe, y no dejará de tener una influencia negativa en el crédito público”.

Hamilton contra Jefferson

Thomas Jefferson, entonces secretario de Estado, se opuso con firmeza al plan de Hamilton. Jefferson quería unos límites estrictos a cuánto podía pedir prestado el gobierno y durante cuánto tiempo. El secretario del Tesoro venció la disputa y su plan demostró ser efectivo.

Hamilton pudo emitir bonos federales para cubrir la deuda nacional, que estimó en alrededor de $77 millones. Debido a que los préstamos federales estaban limitados, su sistema ayudó a consolidar la deuda y permitió que el gobierno federal hiciera a tiempo el pago de sus intereses, forjando de este modo su reputación.

El valor de los nuevos bonos federales se incrementó rápidamente. Esto ayudó a que el país pasara del sueño agrario de Jefferson a la república comercial anhelada por Hamilton. Por supuesto, también fue fundamental reducir el gasto. Eso sucedió rápidamente y para 1793 el gobierno tuvo su primer superávit presupuestario.

Advertencias sobre una deuda excesiva

“No hay un principio más importante y fundamental en la legislación”, expresó James Madison en un discurso de 1790, “que el que los medios y arbitrios debieran enfrentarse siempre a los compromisos públicos; que nuestras asignaciones presupuestarias debieran ir siempre de la mano de nuestras promesas” [5].

A Madison le preocupaban las generaciones futuras, ya que los Fundadores aspiraban a dejarles un país próspero. Como expone el Preámbulo de la Constitución: “asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la libertad”.

La oportunidad de Jefferson para saldar la deuda

Durante la presidencia de Jefferson, el Tesoro intentó saldar parte su deuda. Con el secretario Albert Gallatin, la cantidad que Estados Unidos debía se redujo hasta los $45 millones. Esto parecía ir en consonancia con la idea de Jefferson: “Es una regla inteligente y debería ser fundamental en un gobierno dispuesto a conservar su crédito y, al mismo tiempo, a contener el uso del mismo dentro los límites de sus facultades, la de nunca pedir prestado un dólar sin instaurar en ese mismo instante un impuesto para pagar anualmente los intereses, así como el capital dentro del mandato estipulado” [6].

Pero la Compra de Luisiana y la Guerra de 1812 se combinaron para incrementar la deuda federal una vez más. La deuda pública se disparó de $45.2 millones a 1 de enero de 1812 hasta los $119.2 millones en 1815.

El presidente Jackson toma las riendas

Andrew Jackson pertenecía a la generación que siguió a la de los Fundadores. Sentía aversión por la deuda, por lo que abogó por saldar la totalidad de la deuda nacional. Mediante la venta de tierras y reduciendo drásticamente el gasto, Jackson lo consiguió en 1835 [7].

Pero su logro no duró mucho tiempo. En primer lugar hubo una enorme depresión nacional y luego una serie de guerras que obligaron a los legisladores de Washington a pedir préstamos durante varios años. Aun así, defender el país es una de las principales responsabilidades del gobierno nacional. Se debería operar con déficits cuando fuera necesario con el fin de proteger la patria. De hecho, la idea de un límite de la deuda obligatorio surgió durante una guerra.

En 1917, durante la Primera Guerra Mundial, el Congreso aprobó la Segunda Ley de Bonos de la Libertad para permitir que el Tesoro vendiera bonos a largo plazo. Para asegurarse de que la deuda no creciera sin control, los legisladores incluyeron un límite a cuánto podía pedir prestado el gobierno. Ese límite de elevaría unos años más tarde, de nuevo durante una guerra, cuando el Congreso votó para permitir que la deuda alcanzase unos $300,000 millones en plena Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, cuando los combates terminaban, el gobierno siempre tomaba medidas para saldar la deuda. De hecho, los grandes déficits en tiempos de paz estuvieron mal vistos hasta hace relativamente poco tiempo. Por ejemplo, exceptuando los años de la Segunda Guerra Mundial, la ratio de deuda de Estados Unidos respecto a su producto interior bruto (PIB) estuvo casi siempre por debajo del 50%, hasta el final del mandato de la administración de George W. Bush. Pero sólo en los últimos cinco años se ha disparado hasta casi el 75% del PIB y se espera que sume el 100% en torno al año 2028 [8].

Entender la historia

Como advirtió George Washington a los legisladores en 1793, “Ninguna consideración pecuniaria es más urgente que la redención y el saldo regular de la deuda pública: ningún otro aplazamiento puede ser más injurioso ni ninguna cuestión económica más acuciante” [9].

A medida que el país se aproxima y supera de nuevo el límite de la deuda, sería inteligente tomarnos en serio las palabras del padre de nuestro país. En vez de pedir prestados más billones, necesitamos empezar a saldar parte de la deuda antes de que ésta nos aplaste.

Referencias
[1] Benjamin Franklin en la firma de la Declaración de Independencia, 4 de julio de 1776, de la base de citas de “We Still Hold These Truths”,http://www.westillholdthesetruths.org/quotes/102/we-must-all-hang-together (visitada el 8 de octubre de 2013).
[2] Alexander Hamilton, 1789, citado en “Our History”, del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, http://www.publicdebt.treas.gov/history/1700.htm (visitada el 8 de octubre de 2013).
[3] Michael McConnell, “What Would Alexander Hamilton Do?”, Defining Ideas, 22 de julio de 2011, http://www.hoover.org/publications/defining-ideas/article/86451 (visitada el 7 de octubre de 2013).
[4] Alexander Hamilton, “Report on Public Credit”, 9 de enero de 1790, de la base de citas de “We Still Hold These Truths”, http://www.westillholdthesetruths.org/quotes/632/it-is-of-the-greatest-consequence (visitada el 8 de octubre de 2013).
[5] James Madison, discurso en el Congreso, 22 de abril de 1790, de la base de citas de “We Still Hold These Truths”, http://www.westillholdthesetruths.org/quotes/627/there-is-not-a-more-important (visitada el 8 de octubre de 2013).
[6] Thomas Jefferson, carta a John Wayles Eppes, 24 de junio de 1813, de la base de citas “We Still Hold These Truths”, http://www.westillholdthesetruths.org/quotes/620/it-is-a-wise-rule-and(visitada el 8 de octubre de 213).
[7] Robert Smith, “When the U.S. Paid Off the Entire National Debt (And Why It Didn’t Last),” NPR, 15 de abril de 2011, http://www.npr.org/blogs/money/2011/04/15/135423586/when-the-u-s-paid-off-the-entire-national-debt-and-why-it-didnt-last (visitada el 8 de octubre de 2013).
[8] Amy Payne, “Lo que necesita saber sobre el límite de la deuda”, Fundación Heritage,La Campana de Heritage, 19 de septiembre de 2013 http://www.libertad.org/lo-que-necesita-saber-sobre-el-limite-de-la-deuda-17216.
[9] George Washington, mensaje a la Cámara de Representantes, 3 de diciembre de 1793, de la base de citas de “We Still Hold These Truths”,http://www.westillholdthesetruths.org/quotes/category/budget (visitada el 8 de octubre de 2013).

 

Fuente: www.libertad.org