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jueves 2 de marzo de 2006

Los Rolling Stones, D’Elía y el derecho

Las noticias sobre la violencia que rodeó al show de los Rolling Stones y la designación de D’Elía como subsecretario de Tierras y Hábitat Social son las últimas muestras de que el respeto por el orden y el derecho ha sido reemplazado en la Argentina por el atropello y la violencia como medio para conseguir aquello que se desea.

La impresionante presencia de los Rolling Stones en el estadio Monumental la semana pasada produjo impactos más allá del propio espectáculo. Contrariamente a lo que había ocurrido la última vez que visitaron el país, en la que nadie recuerda hechos de violencia, con heridos y detenidos, esta vez, tanto el martes como el jueves, grupos de jóvenes irrumpieron en las inmediaciones de la cancha para arruinar la fiesta de más de un esperanzado espectador.

Arrojando piedras y botellas de vidrio, rompiendo autos, sustrayendo entradas o simplemente robando, aterrorizando a casuales clientes de negocios vecinos y al grito de “a mí me tienen que dejar entrar”, estas jaurías provocaron el desorden y el miedo alrededor de lo que debió ser una fiesta para las personas que –muchas de ellas con un enorme sacrificio- habían comprado las entradas.

Pero éste es precisamente el punto. La Argentina de los 2000 ha profundizado una de sus peores características históricas: el desconocimiento del derecho y la deshonra a las personas que legítimamente lo ostentan. La Argentina de hoy ha permeabilizado un mensaje a lo más profundo de la sociedad. “Tengo derecho, precisamente, porque no tengo derecho”, sería la forma a la vez más simple e irónica de explicarlo. “Como no tengo derecho porque no compré las entradas, me tienen que dejar entrar”.

Éste es el mensaje que la cultura del piqueterismo y de la delincuencia permitida ha conseguido incrustar en el cerebro de los argentinos. Se pueden obtener cosas por la vía de la cara enmascarada, los palos, los piedrazos y la violencia. “Si ellos lo hicieron, lo consiguieron, y no les pasó nada, ¿por qué no nosotros”?, habrán dicho los que sitiaron River durante el concierto stone.

La responsabilidad del gobierno del presidente Kirchner en este aspecto quizás supere otras por las que algún día deberá dar explicaciones. La gravedad de trastrocar la idea de la ley en la mente de una sociedad es infinitamente grave. Y los últimos tres años han sido una escuela velocísima para enseñarle a un enorme número de personas que el ser el honorable recipiendario de un derecho no sirve para nada en la Argentina y que, al contrario, el no tener derecho a nada puede ser el mejor fundamento para reclamarlo todo.

Esta filosofía perversa estimulada y enviada como señal desde lo más alto del poder ha llegado ya a todas partes y a todos los sectores sociales. A Gualeguaychú, a Las Heras, al centro de Buenos Aires, a cada rincón de la Argentina.

La última señal demoledora enviada por Kirchner en este sentido ha sido la designación del piquetero Luis D’Elía como subsecretario de Tierras y Hábitat Social. Un procesado de la Justicia por tomar a los tiros una comisaría en el barrio de La Boca en 2004, para liberar a un secuaz suyo detenido allí, es premiado ahora por el presidente para ocupar un cargo en el gobierno a sueldo de la sociedad que, de ahora en más pagará impuestos -entre otras cosas- para mantenerlo a él. ¿Cuál es el mensaje que recibe el marginal que se propone ver a los Rolling Stones? ¿Respetar el orden y el derecho del que compró la entrada o arremeter a los piedrazos limpios para conseguir lo que quiere por la fuerza y la violencia?

La designación de este marginal devenido filósofo oficial del piqueterismo funcional al presidente es doblemente grave. Lo es, en primer lugar, porque -como dijimos- el mensaje que recibe la sociedad es que la violencia, la violación del derecho y el desconocimiento de las formas de la ley y de la democracia finalmente pagan.

En segundo lugar, porque D’Elía armó su agrupación, Federación de Tierra y Vivienda, por el simple expediente de tomar tierras ajenas. Ahora llega al gobierno para regularizar la situación de los intrusos, para terminar de refrendar la pérdida del derecho de los legítimos dueños, para entronizar, una vez más, el derecho por la vía del no-derecho.

¿Quién garantiza que, desde su oficina en el Ministerio de Planificación, D’Elía no se transforme de ahora en más en un gran Director de Intrusamientos, identificando para sus secuaces terrenos y propiedades desocupadas para que aquellos vayan y las ocupen dejándole a él el tramite posterior del homologamiento?

Es el esquema que se está utilizando en la Venezuela de Chávez, país en el que prácticamente vivió D’Elía durante todo el año pasado.

En la misma semana en que el presidente logró modificar la constitución del Consejo de la Magistratura para tener el dominio del órgano de control de los jueces, las noticias sobre la violencia que rodeó al show de los Rolling Stones y la designación de D’Elía no son otra cosa que eslabones de una cadena que -como las de verdad- termina por ahogar la libertad de aquellos argentinos que aún la valoran. © www.economiaparatodos.com.ar

 
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