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jueves 29 de julio de 2004

Manuel Solanet: “Un país que se aísla del mundo es un país que retrocede”

El economista analiza en este diálogo la posibilidad de una economía cerrada y sus consecuencias, las complicaciones que trae la falta de crédito y la necesidad imperiosa de llegar a un acuerdo con los acreedores nacionales y extranjeros. Además, habla sobre el nivel de crecimiento económico y cuáles son los sectores que hoy lo están empujando.

– El gran interrogante que todos se están formulando es si el nivel de actividad económica se puede sostener o no en el tiempo. Es decir, ¿estas tasas del 10% que hubo hasta el primer trimestre del 2004 son sostenibles? ¿La Argentina puede seguir creciendo al 7 u 8% durante 5 ó 6 años en estas condiciones y con esta política económica así como está diseñada?

– Si miramos el último trimestre, ya no se están sosteniendo esos niveles. El año, probablemente, termine con un 8%, pero empezó con un ritmo mayor de crecimiento y lo va a ir aligerando. La última medición de FIEL muestra que hay más sectores que están próximos al nivel de capacidad máxima y son sectores que en algunos casos están invirtiendo y en algunos casos, no.
Es decir, la economía sigue traccionada por el agro, que está invirtiendo y que hoy es uno de los sectores dinámicos, y por ciertas áreas de la construcción, que no son ni la obra pública ni tampoco la construcción de viviendas. La vivienda residencial está reactivada y esto involucra a un conjunto de sectores. Hay todavía alguna sustitución de importaciones y, por cierto, los sectores de exportación, aunque no han crecido, en alguna medida están también traccionando. Pero este efecto se está perdiendo.
Entonces, a su pregunta sobre si el crecimiento así como está planteado hoy es sostenible, la respuesta que tengo que darle, claramente, es sí si se produce un proceso de inversión más significativo, más generalizado y si la confianza se consolida. Porque sólo de esta manera puede que haya una mayor predisposición de aquellos que han ahorrado para volcar sus ahorros en consumo. Es decir, que traigan esos ahorros, en mayor medida fuera del sistema financiero, y los vuelquen a gastar.

– En estos días hubo una restricción a la importación de electrodomésticos del MERCOSUR, especialmente, de heladeras.

– Sí, así es.

– Si yo fuera fabricante de heladeras y el Estado me asegurara un mercado interno, una vez alcanzado el máximo de mi capacidad de producción, ¿por qué yo habría de invertir más si puedo obtener una renta segura? ¿Por qué mi decisión sería invertir y arriesgarme en vez de sólo apropiarme de esa renta extraordinaria que consigo en esas condiciones de no competencia, sobre todo teniendo en cuenta que la utilidad que estoy obteniendo es precaria porque depende de la resolución de un ministro?

– Exacto. Seguramente, lo que va a hacer usted como fabricante de heladeras es aumentar el precio de sus productos para evitar tomar decisiones que puedan ser irreversibles si debe aumentar su producción. Fíjese, por ejemplo, lo que sucedió hace poco cuando el gobernador de la provincia de Buenos Aires le pidió a los empresarios que no aumentaran las horas extras, sino que tomaran más personal. La respuesta de los empresarios, frente a la incertidumbre y frente al antecedente de que de un día para el otro y con carácter retroactivo les aumentaron las indemnizaciones por despido, fue decir: “yo voy a tomar más personal sólo cuando ya no tenga alternativa, mientras tanto, pago horas extras que son más caras pero me generan un menor riesgo”.
Esto se relaciona también con la decisión de invertir, es la misma situación. Yo seguramente voy a usar al máximo mi capacidad de producción. A lo sumo, aumentaré los precios si el mercado me lo permite, y postergaré mis decisiones de inversión.

– ¿Es decir que este tipo de medidas no generan mayor inversión y desarrollo, sino todo lo contrario?

– Por supuesto. Además, por otro lado, para invertir hace falta crédito.
Hoy el grueso de la inversión que estamos viendo –que no es demasiado significativa, pero que existe– se está financiando, en gran medida, con capital propio, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los países –y también ocurría acá en épocas normales– en donde se apela al créditos o a instrumentos del mercado para captar dinero de terceros.
En la Argentina el crédito no existe y es un síntoma más, de los tantos que hay, que ponen claramente el problema delante de nuestros ojos: todavía no se ha recuperado la confianza y esto tampoco va a suceder hasta que no se llegue a un acuerdo sobre la deuda en default, porque esto tiene que ver, a su vez, con la normalización de las relaciones del país con los organismos multilaterales, el acceso al crédito internacional, a los mercados de deuda y a que haya un arreglo con las empresas concesionarias de servicios públicos que siempre son un problema potencial.

– Todo el esquema de política económica del gobierno pareciera concentrarse básicamente en sustituir exportaciones y utilizar para esto un tipo de cambio real alto. Y ahí se agota la estrategia. Las reformas estructurales quedaron de lado, ya no se las discute más. ¿Usted qué piensa al respecto?

– Coincido en que no se discuten estas cuestiones. Por cierto que hay cosas que no están siquiera en la agenda, como es el caso de la reforma del estado que es algo absolutamente necesario para cuando tengamos que transformar esta aparente holgura fiscal en una situación de solvencia fiscal, en algo sólido, y que, claramente, hoy por hoy no tenemos.
Pero también sucede que hay otras cuestiones que sí se discuten, pero no en la forma en que debieran discutirse. Por ejemplo, la modificación del régimen de coparticipación federal de impuestos o la ley de responsabilidad fiscal, que son parte de la reforma estructural, pero que se hacen con leyes hechas “al uso nostro”, más “pour le gallery” que para ser efectivas.

– Actualmente, el 20% de la recaudación viene de los derechos de exportación más el impuesto a los débitos y créditos bancarios, todos impuestos altamente distorsivos. ¿No se suponía que si aumentaba la recaudación esos impuestos iban a bajar?

– No los pueden bajar. Como tampoco pueden recuperar el poder adquisitivo de las jubilaciones ni de los salarios públicos. Estamos en un nivel de superávit primario de 4 puntos del producto. Entre esos dos impuestos que usted ha mencionado, que es cierto que en algún momento tienen que ir bajando, se están acumulando 3,6 puntos del producto. Si se quisiera recomponer la pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones y de los salarios públicos respecto al índice del costo de vida, que incluso no refleja totalmente lo que aumentó la canasta de medicamentos o de alimentos para un jubilado, llevándolos a los niveles reales de lo que era en el año 2001, ahí hay otros 3 puntos del producto. De manera que si volviéramos a una situación de precios relativos, estaríamos tal como estábamos: con un déficit primario muy importante del orden de 3 puntos del producto. Pero nosotros necesitamos tener un superávit primario de 4 puntos para acordar con los acreedores, pagar los BODEN y dar un horizonte de previsibilidad.
Es decir, hay mucho para y por hacer. Por ahora, el gobierno ha aprovechado fiscalmente una devaluación, ha impulsado el nivel de actividad económica a partir de un nivel muy bajo, ha creado una buena sensación –ya que hoy la economía no parece ser un problema como sí lo es la política– y ha especulado con que las cosas se pueden demorar. Yo creo que ya hay que trabajar seriamente en esas cosas de fondo.

– Supongamos que el gobierno logra estirar la situación y dice: “me aíslo del mundo, no quiero crédito ni plata del Fondo Monetario Internacional y no voy a pagarle a nadie”. Entonces, cierra la economía y se fabrican las heladeras acá. ¿Le parece que esto puede ser sostenible en el tiempo?

– Yo creo que el gobierno maneja todo con la misma teoría de que los problemas se pueden resolver solos. Ha manejado de esta forma los conflictos sociales.
¿Hasta cuándo un jubilado puede seguir ganando lo mismo que ganaba hace 12 años cuando le han subido los alimentos un 80% y los medicamentos un 150%? Sinceramente, no lo sé. Yo no tengo la respuesta. Lo cierto es que hay que hacer algo urgente para que cuando llegue el problema, cuando estalle, no necesitemos esta respuesta en 24 horas, sino que la hayamos construido a lo largo de un tiempo para tener las soluciones de fondo.
La verdad es que yo no creo en los países aislados del mundo. Los pocos ejemplos que tenemos son deplorables.

– Cuba, Venezuela, Corea del Norte…

– Un país que se aísla del mundo es un país que retrocede. Es un país que en algún momento le tiene que impedir a sus ciudadanos que se escapen, que no se suban a una balsa y crucen el Río de la Plata.
Yo creo que este país se puede transformar. Hay fuerzas, hay impulsos, hay que ir a la exposición rural y ver cómo el sector agropecuario ha tenido una respuesta, que no es de estos 2 años, sino de los últimos 15. Y esto es porque, a pesar de las retenciones y de la presión impositiva, ha tenido reglas muy próximas al funcionamiento de una economía abierta y de mercado. Es por eso que ha tenido una respuesta fenomenal. Si nosotros cerráramos la economía y el agro no pudiera importar fertilizantes, no pudiera traer tecnología y tuviera que pagar un tractor 3 ó 4 veces más de lo que cuesta en cualquier otro país, veríamos cómo la producción de soja se pierde. No es concebible una economía cerrada.

– El campo es al gobierno argentino lo que es el petróleo al gobierno de Arabia Saudita…

– Por eso decía que hay que mirar bien el tema fiscal, porque las retenciones han sido una salida para tener las cuentas en orden, pero si el precio internacional de la soja sigue bajando, algo va a haber que pensar.

– Tal vez lo que deberíamos pensar es que un país no se construye en base al precio de la soja. Se construye en base a instituciones fuertes y sólidas.

– Por supuesto, en base a instituciones y confianza. Luego viene la inversión.
El día en que la Argentina aplique las reglas y corrija su desculturización, en cuanto a la falta de respeto por la ley y las instituciones, ese día nuestro país va a pegar un salto. Estoy convencido. Pero para eso hay que trabajar. © www.economiaparatodos.com.ar




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