Máximo y un “menú completo”
Máximo puede seguir pensando en el menú que le ofrecen para tomar una decisión final
Si no tuviera visos trágicos, resultaría divertido imaginar a Máximo Kirchner sentado en la mesa de algún bar kirchnerista, mientras Aníbal Fernández –con repasador en el brazo-, le acercara el “menú completo” (sic) por el que podría optar. Como hubiera dicho Ortega y Gasset frente a semejante espectáculo: “la vida, individual o colectiva, personal o histórica, es la única entidad del universo cuya sustancia se compone de peripecias. ES, RIGUROSAMENTE, UN DRAMA”. ¿Qué otra cosa es nuestra vida política sino un verdadero drama para que los miembros “prominentes” de La Cámpora impriman ese menú “a la carta” para que un muchacho sin otra experiencia conocida que ser “hijo de mamá y papá”, que “lee, estudia y tiene una inteligencia muy especial” (sic), según Parrilli, (tan “especial” que ha sido muy difícil de advertir hasta ahora), decida qué “plato” ha de servirse? ¿Es que el FPV ha sufrido un desequilibrio bacteriológico en la mente de sus “partisanos”? ¿O las investigaciones en curso sobre la “transparencia” de sus fortunas personales los obligan a buscar la impunidad que les otorgarían los fueros que otorgan ciertos cargos electivos? Como vulgares “hombres masa”, los Cabandié, Larroque, Ottavis y cía. no son tontos. “Por el contrario, el actual (hombre masa) es más listo, tiene más capacidad intelectiva que el de ninguna otra época. Pero esa capacidad no le sirve de nada”, dice Ortega, “en rigor, la vaga sensación de poseerla, solo le sirve para CERRARSE MÁS EN SÍ Y NO USARLA”. Los jóvenes de La Cámpora creen ser sobresalientes y tratan de imponer en todo momento el derecho de su vulgaridad, “o la vulgaridad como un derecho”, sentencia respecto de cuestiones semejantes el filósofo madrileño; y continúa diciendo: “conforme se avanza por la existencia, va uno hartándose de advertir que la mayor parte de los hombres –y de las mujeres-, son incapaces de otro esfuerzo que el estrictamente impuesto COMO REACCIÓN A UNA NECESIDAD EXTERNA”. En el caso de las postulaciones de Máximo a algún cargo electivo, la necesidad de perpetuar en el tiempo –como ya hemos señalado-, la obertura necesaria para una turbamulta corrupta de cara a un futuro que no se les presenta nada halagüeño. Si hacía falta algo para evidenciar la desesperación del gobierno, basta con esta nueva manera “gastronómica” de proponer al joven heredero (recién salido de la oscuridad), como numen inspirador de un movimiento de “unidos y desarticulados” que amenazan dejar un agujero negro cuando pierdan el poder. Decir algo más al respecto, resulta innecesario. Las “metidas de pata” del oficialismo son tantas y tan frecuentes ya, que la realidad los ha puesto contra la pared. Solo les queda dibujar “palotes” en la celda en la que se han encerrado por propia voluntad, para poder contar los días que les faltan para irse…mientras Máximo puede seguir pensando en el menú que le ofrecen para tomar una decisión final. Mientras tanto, les recomendamos los buenos oficios de Víctor Hugo Morales como jefe de campaña “nacional y popular”. Es, al fin y al cabo, quien ha hecho los mejores esfuerzos para encontrar similitudes entre nuestro servicio ferroviario y el de Francia, con los argumentos más esotéricos. Y cree, además, en la dignidad que supone vivir en una villa miseria, a cuyos habitantes podría convencer fácilmente con este argumento para proponerles que voten en su momento al joven postulante.